Varios muertos, viviendas destruidas, monumentos históricos caídos, edificios públicos y privados colapsados, caos y desesperación de los sobrevivientes en los minutos que siguieron. Tal fue el panorama de aquel 3 de octubre de 1974, cuando a las 09.31 horas la tierra tembló en Lima.
El
terremoto de magnitud 7.7 que afecto a la capital del Perú, fue seguido de un tsunami con olas mayores a los 5 metros de altitud que golpearon la costa. Más de mil replicas después del evento sísmico en los días posteriores mantuvieron en vilo a la población.
El Instituto Geofísico del Perú (IGP) recuerda hoy el terremoto que afectó a Lima hace 45 años, y que tuvo su epicentro a 90 kilómetros al sur oeste de la capital peruana, con una intensidad máxima de VIII en la escala de Mercalli Modificada (MM).
Este terremoto no solo afectó
Lima Metropolitana y Callao, también dañó ciudades como Mala, Cañete, Chincha y Pisco. En Lima, distritos como Rímac, Barranco, Chorrillos, Magdalena, San Miguel y Miraflores reportaron severos daños.
Según refirió el Instituto de Defensa Civil (Indeci), las cifras de la tragedia fueron alarmantes: 252 muertos, 3,600 heridos y pérdidas económicas de alrededor de 2,700 millones de soles.
Los terremotos son cíclicos
En ese contexto, el presidente del IGP, Hernando Tavera, explicó que el Perú está ubicado en una zona sísmica y que las investigaciones indican la ocurrencia en el futuro de un terremoto de gran magnitud que afectaría Lima Metropolitana y Callao en gran porcentaje, sobre todo en los distritos donde abundan las viviendas autoconstruidas sobre suelos inadecuados.
“Los terremotos son cíclicos, tienen que volver a repetirse lo que no se puede determinar es cuándo y cómo ocurrirá”, añadió.
Explicó que
Lima debe tomar sus preocupaciones porque arrastra un silencio sísmico desde hace más de 272 años, lo cual significa que en la costa de la capital hay una gran cantidad de energía acumulada que podría liberarse de manera abrupta y desencadenar en un terremoto de gran magnitud.
Tavera aclaró que los sismos no matan, simplemente sacuden el suelo con mayor o menor intensidad.
“El peligro está en la informalidad de las construcciones que son de mala calidad y se edifican en zonas vulnerables como los cerros y las riberas de ríos sin ninguna previsión”, precisó.
Gestión de Riesgo de Desastres
En la actualidad, el IGP trabaja de la mano con autoridades de otras instituciones brindando información técnica – científica para lograr una buena Gestión de Riesgo de Desastres, que nos permitan estar preparados ante posibles peligros naturales que amenazan con volver a repetirse en el futuro.
“Estamos avanzando, pero es necesario entender que si bien, las comunicaciones y tecnologías han evolucionado y mejorado con el tiempo, esto debe ir unido a una cultura de prevención por parte de las autoridades y la población. Solo la prevención nos pondrá a buen recaudo”, finalizó Tavera.
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(FIN) NDP/LIT
Publicado: 3/10/2019