Nicomedes Santa Cruz: el gran renovador de las décimas

Hoy es el Día de la Cultura Afroperuana

ANDINA/Archivo El Peruano

07:12 | Lima, jun. 4.

Por José Vadillo Vila

Comunicador, poeta, activista cultural, Nicomedes Santa Cruz (1925-1992), escribió 10 libros y publicó más de una docena de discos. Su trabajo permitió poner a la cultura negra peruana en el concierto internacional. Hoy es el Día de la Cultura Afroperuana. Vea aquí la galería fotográfica

Como los redimidos, Nicomedes Santa Cruz nació dos veces: el 4 de junio de 1925, en la cuadra cuatro de Sebastián Barranca, en La Victoria; y el 3 de julio de 1949, en la esquina de Loreto y Arica, en Breña. Ya les contaremos.

Además de voz inconfundible y vigorosa de la negritud en el país, fue el cerrajero o herrero forjador más conocido del Perú. Uno de sus trabajos de esta faceta, que aún se pueden apreciar, es la reja que forjó junto con sus hermanos César y Fernando, para el mausoleo del bardo cantor, Felipe Pinglo.

Con los años y la fama bien ganada, “Nico” o Nicómedes (su hermana Victoria aseguraba que llevaba tilde en la “ó”) reivindicaría su primer oficio (a los 11 años, al terminar la primaria, empezó a trabajar).

En cambio, cuando era un mocetón que amaba bailar, a Nicomedes, Nico, dicen que no le gustaba su nombre, le parecía apelativo de viejos. Ya con los años, comprendió que ese nombre singular, que era calco al nombre de su padre, como su voz, singular y pastosa, ayudaba a forjar la identidad de los negros del Perú.



Colegio sin cocachos

Pocos lo saben y menos lo creen, aunque se les jure, pero Santa Cruz fue un buen alumno en su colegio. Lo que da la fama de lo contrario es la décima “A cocachos aprendí”, famosa en todo el Perú desde la década de 1960, y que muchos creen hasta hoy que es autobiográfica y no propia de la inventiva de su creador. Don Nico, nos tomó el pelo.

El desaparecido percusionista Rafael Santa Cruz me contó que lo de exigentes era un rasgo que Nicomedes, Victoria y Rafael (quien sobresalió como torero). Ese rasgo les permitió sobresalir y ser los mejores en lo que hacían, a pesar de su origen humilde.

Pocos saben, también que el talante de la familia Santa Cruz tiene que ver también con los genes: el papá, autor teatral que un tiempo tuvo que emigrar a Estados Unidos para alimentar la larga prole de

10 hijos, y trajo discos de música clásica y ópera con los que educó musicalmente a sus vástagos. El abuelo paterno un especialista en piezas costumbristas del XIX y amante de la lectura; el abuelo materno pintor, cantante y bailarín. Y la mamá, una voz melodiosa que arrullaba a su prole con décimas.

El camino se inicia


En 1956, Nicomedes Santa Cruz empezó a hacerse conocido en el circuito cultural, su voz viajaba por las ondas radiales. Al año siguiente ingresará a la compañía Ritmos Negros del Perú, ex Pancho Fierro, que dirigía el historiador José Durand.

De África llegó mi abuela
vestida con caracoles,
la trajeron lo’ españoles
en un barco carabela.
La marcaron con candela,
la carimba fue su cruz.
Y en América del Sur
al golpe de sus dolores
dieron los negros tambores
ritmos de la esclavitud.

Era un negro famoso en un país mestizo con alma colonial y racista. Me pregunto qué pensaría don Nico de los disturbios en EE. UU. por la muerte de George Floyd. Él que, desde la radio, televisión y elepés reivindicó a la cultura negra peruana.


Sociedad en transición

Nelson Manrique, historiador y sociólogo, señala que “La cultura negra representada por los hermanos Santa Cruz, y especialmente por Nicomedes, debe situarse históricamente en un momento de transición, de una sociedad dominantemente rural y patriarcal hacia una de carácter urbano, familiarmente descentrada. Quizá la expresión más evidente de este carácter de cultura en transición se encuentra precisamente en el género poético que constituye uno de los mayores aportes de Nicomedes Santa Cruz a la literatura afroperuana: la décima.” [1]

Otro historiador, Carlos Aguirre, reivindica a Nicomedes en la categoría de “intelectual popular”, espacio que ocupan algunos músicos, poetas, folcloristas “cuya influencia, sin embargo, ha sido notable y que muchas veces han tenido un impacto mucho mayor que los intelectuales reconocidos como tales por la sociedad y por los académicos.” [2]

La producción del artista e intelectual afroperuano que vivía en el distrito de Breña, incluyó diez libros en diversos géneros literarios y dieciséis elepés, amén de ser comunicador con presencia en medios escritos (Su columna en el diario La Tercera se llamó “Revolución caliente”, también escribió en Expreso y El Comercio), la radio y la televisión y representante del Perú en diversos festivales de poesía, donde iría ganando notoriedad.

¡Y hablamos de un autor autodidacta que solo completó la educación primaria! A pesar de ello, “se relacionó con intelectuales de muchas partes del mundo y llevó a cabo investigaciones sobre música y tradiciones culturales negras de otros lugares de América, incluyendo Brasil, Cuba, Puerto Rico y Panamá”, recuerda Aguirre.

En los 42 años que estuvo en la escena (1950-1992), Nicomedes Santa Cruz además de empresario cultural, folclorista, poeta, dramaturgo fue “investigador y activo participante en debates de carácter político y social”.

Primera décima


Su primera décima estaba inspirada en su maestro Porfirio Vásquez, quien le había mostrado el universo que encerraba este género.

El hecho sucedió en el cafetín “Choy”, de la esquina de los jirones Arica y Loreto, donde Nicomedes escuchó por primera vez a don Porfi recitar unas décimas y para Nico fue, ¡eureka!, descubrir el fuego que gobiernan el cosmos creativo; “al fin encontraba la forma poética que venía buscando infructuosamente desde tiempo atrás.”, dice en La décima en el Perú [3]. Y Nicomedes improvisó una cuarteta henchido de emoción:

Criollos, no: ¡Criollazo!
Canta en el tono que rasques
Le llaman “El Amigazo”,
su nombre: PORFIRIO VÁSQUEZ

Sí, ese día, Nicomedes nació por segunda vez. Era el 3 de julio de 1949. De don Porfirio Vásquez Aparicio, “el Amigazo”, natural del pueblo de Aucallama (Huaral, Lima), se embebió Nico de la décima negra rural.

En su primer disco, Gente morena (1957), donde lo acompañó la guitarra de Oscar Avilés mientras él interpretaba décimas, algunas llenas de erudición, de síntesis del Perú de esos días, mundo en transición.

Octavio Santa Cruz, su sobrino, recuerda en el libro Mi tío Nico, que, por esos días, su tío aún no estaba seguro de su voz y hubiera preferido a un recitador profesional. Con el tiempo se convenció de su estilo, de su impronta vocal.

Poco a poco, iba buscando su propio camino, saliendo de temática tradicional que le había mostrado Porfirio Vásquez. Sus glosas “sobre problemas de actualidad nacional e internacional”, empezó a trabajarlas en 1955.

Los siguientes discos, lo acompañaría siempre Vicente Vásquez, uno de los ocho hijos de la universidad de la décima y del acervo de la costa central peruana, don Porfirio.


Género e historia


La relación del nombre de Nicomedes Santa Cruz es directa con la décima. Son, a la fecha, casi sinónimos. Nico aprovechó la vitrina que tenía para hacer labor didáctica, de recopilador, de rescatista de repertorio y “clarificar la estructura de algunos bailes y divulgar algunos aspectos característicos de nuestras costumbres.” Tenía un mensaje de ser y de estar aquí. Ergo, no es casual que su programa en radio América se llamase, América Canta Aquí.

En su libro La décima en el Perú, Nicomedes recuerda que la décima es un género llegó en carabelas. Los españoles la trajeron “para narrar los ciclos de la Conquista y Guerras Civiles durante el siglo XVI” (Pág. 39).

Cita la crónica la Verdadera Relación de la Conquista del Perú, de 1534, escrito completamente en décima por el sevillano Francisco de Jerez. Anota también que en el XVIII aparece “un auténtico decimista costeño y uno de los más grandes poetas populares del Perú, Francisco del Castillo Andraca y Tamayo” (Pág. 45).

Y en décimas glosadas, escribiría luego el romántico Mariano Melgar. A inicios del siglo pasado, el pisqueño Hijinio Quintana se batía en “controversia” (duelo de decimitas) con Mariano González. No es casualidad que el maestro Porfirio Vásquez fuera alumno de Hijinio. Nicomedes se embebió de toda esta saga que hemos resumido y creó su propio espacio.

Hay algo interesante, así como las décimas de Melgar son tomadas como parte del folclor por los arequipeños, lo mismo sucedería con las décimas de Nicomedes Santa Cruz: se hicieron parte del folclor, como si siempre hubieran estado ahí. Y esto puede ser un mérito.

“El negro peruano aporta a las décimas melopeas como el ‘socabón’, y la ‘cumanana’ para la controversia, en colas de cuatro líneas octosílabas. […] En el Perú, de este repertorio común y folklórico, era considerado decimista quien memoriza una cantidad oscilante entre las ochenta y cien glosas. Pero sólo era respetado como tal, quien a lo recopilado, décimas sabidas, agregara composiciones de su propia cosecha, décimas trabajadas. (Pág. 71).

Pero no todos los aportes de Santa Cruz se tomaron como tales por sus coetáneos. El compositor Manuel Acosta Ojeda marca las diferencias, pero reconoce la importancia. Escribió cuando se conmemoraron los veinte años de muerte del artista:

“sus teorías africanistas –que muchos no compartimos– siguen siendo un libro de consulta infaltable para los estudiosos de la presencia del negro en América Latina; es muy querido y recordado en Chile, Argentina, Brasil. Además, en la tierra que lo acogió, España, donde se enamoró de su compañera Mercedes Castillo –cuñada de su hermano Rafael, "el torero"–; y con quien luego contrajo matrimonio, teniendo dos hijos varones: Pedro y Luis Enrique.”

Décima trabajada


Nico era un cultor de la décima trabajada. O un trabajador de la décima. Hacía “socabón” que es la melodía que acompaña las décimas glosadas, y es el nombre con el que se conocía hasta el siglo pasado a la décima en la costa norte y central; similar a la “cumanana”, como se le denomina en Morropón, Piura.

Hay errores que se dan y los propios criollos no lo saben. Por ejemplo, la cuarteta popular “Guitarra llama a cajón,/ cajón a la voz principal./ Escuchen con atención,/ ¡aquí está la Marinera…!” No es creación heroica del pueblo peruano, sino ingenio de Nico.

Octavio Santa Cruz cuenta que su tío, de niño, conoció de broncas, del humor más ramplón, de las tomaduras de pelo, pero buscó que su arte tuviera chispa e ingenio. Nico prefería a veces quedarse sin sueldo e invertir todo en libros: no era gasto, sino inversión en conocimientos, su sexto de primaria no fue un límite para su curiosidad intelectual, para ser contratado como periodista en España y hacer entrevistas a personalidades de la cultura.

Don Nico se sabía importante para la posteridad. Que dejaba huella. Por ello, en La décima en el Perú, capítulo 4, “De los últimos decimistas”, en el inciso E se incluye, “Nicomedes Santa Cruz Gamarra y los últimos decimistas peruanos”.

Al compás del socabón
con décimas del Perú
conserva la tradición
Nicomedes Santa Cruz.

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(FIN) DOP/JAM/RES

Publicado: 4/6/2020