En víspera del
Día Mundial contra la Diabetes, conviene mirar con lupa lo que endulza nuestra taza o vaso. Porque no todo lo que dice “estevia” en la etiqueta es realmente estevia. Y aunque esta planta originaria de Sudamérica se hizo famosa por ser una alternativa natural al azúcar, su versión “industrializada” puede, paradójicamente, terminar causando justo lo que se intenta evitar.
“La estevia es una opción de dulce que podemos optar sin sacrificar la salud”, aseguró a la Agencia Andina la licenciada Roxana Ticona Bobbio, nutricionista del Hospital Nacional Arzobispo Loayza, quien explica que su poder endulzante proviene de dos compuestos naturales: esteviósidos y rebaudiósidos A, capaces de ofrecer 300 veces más dulzor que la sacarosa, pero sin aportar calorías ni alterar la glucosa en sangre.
La buena y la mala
En el mercado, la especialista identifica tres tipos principales de estevia. La natural, que proviene directamente de la hoja deshidratada o fresca de la estevia rebaudiana, es la más pura y se puede añadir a infusiones o bebidas.
Luego está la estevia con aditivos naturales, mezclada con fruto del monje o yacón, ambos de origen vegetal y con bajo índice glucémico; estas son adecuadas para repostería, ya que resisten mejor el calor.
La tercera, y la más engañosa, es la estevia combinada con maltodextrina, dextrosa, sacarosa o incluso azúcar refinada. “Estos son carbohidratos que estimulan la liberación de glucosa en sangre, aportan calorías adicionales y, en exceso, se asocian con enfermedades como la diabetes, problemas cardiovasculares o algunos tipos de cáncer”, advierte la licenciada. Cuestan menos, sí, pero su dulzor viene con truco.
Cómo identificar la verdadera estevia
Para saber si lo que compras es realmente estevia pura, hay que mirar la etiqueta. Los nombres que inspiran confianza son: estevia rebaudiana, glucósidos de esteviol, extractos secos de estevia o el código E-960.
“Hay que fijarse si tiene algún añadido. No basta con que diga ‘estevia’; lo importante es ver qué más contiene. Allí está la diferencia”, enfatizó.
En cambio, si aparecen ingredientes como maltodextrina, dextrosa o sacarosa, conviene dejar el envase en el estante de la tienda de venta.
En gotas o en polvo: cuestión de gusto
La estevia viene en presentación de gotas o polvo, ambas presentaciones ofrecen los mismos beneficios. La líquida tiene una duración más corta, pero permite controlar mejor la dosis -gotita a gotita-, mientras que en polvo resulta más práctica para usar en preparaciones diarias. No obstante, ambas pueden usarse.
Los niños pueden consumirla
La estevia es recomendada para toda la población, incluso niños, siempre que no se excedan los 4 miligramos por kilo de peso corporal al día. Para una persona de 70 kilos, el tope sería de unos 280 miligramos diarios, explicó la nutricionista.
"Aunque en la práctica rara vez se llega a esa cantidad, ya que unas pocas gotas bastan para endulzar una bebida. La gente poco a poco irá entrenando su paladar".
Además de ser apta para personas con diabetes, es ideal para quienes desean controlar el peso o reducir medidas, ya que no aporta calorías adicionales, no provoca picos de insulina, ni favorece el hígado graso o el colesterol elevado.
¿Y la miel?
Aunque muchos la consideran “natural”, la miel sigue siendo azúcar, explica la experta del hospital Arzobispo Loayza. “Aporta calorías, mientras que la estevia no. Para obtener el mismo dulzor que da la estevia, se necesitaría usar mucha más miel”.
Así que la próxima vez que endulces tu café o tu infusión, revisa la etiqueta. Puede que creas estar cuidando tu salud cuando, en realidad, estás echándole azúcar con disfraz verde.
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(FIN) RRC
Publicado: 13/11/2025