37 madres sustitutas entregan amor y cuidado a niñas albergadas en Lima en hogares de Inabif

BLANDINA CARDENAS, TUTORA DE LA CASA 7 DE LA CASA HOGAR SAGRADO CORAZON DE JESUS,FOTOGRAFIADA CON LAS NIÑAS RESIDENTES. / TRES "MADRES" DE LA CASA HOGAR SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS EN LOS OLIVOS.
Foto: ANDINA/Oscar Durand

BLANDINA CARDENAS, TUTORA DE LA CASA 7 DE LA CASA HOGAR SAGRADO CORAZON DE JESUS,FOTOGRAFIADA CON LAS NIÑAS RESIDENTES. / TRES "MADRES" DE LA CASA HOGAR SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS EN LOS OLIVOS. Foto: ANDINA/Oscar Durand

11:07 | Lima, may. 07 (ANDINA).

Unas 174 niñas y niños en estado de abandono y en riesgo reciben atención integral en los tres Centros de Atención Residencial (CAR) que tiene el Inabif en Lima y que cuenta con el apoyo de 37 madres sustitutas o madres cuidadoras, mujeres que dedican su vida a la protección de estas menores, con las que forman verdaderos hogares.

La vida de estas mujeres transcurre como la de cualquier madre que se levanta temprano para prepararles el desayuno a sus hijos, que se preocupa de que vayan al colegio y hagan sus tareas,  de que no se enfermen y de tenderles la mano, cobijarlas y aconsejarlas  cuando sus problemas emocionales afloran. 

Todos ellos viven en los CAR San Miguel (en San Miguel) Sagrado Corazón de Jesús (Los Olivos) y San Ricardo (Ate), dentro de los cuales hay varios hogares, con la misma estructura de cualquier casa de familia, es decir con sala, comedor, cocina y dormitorios.
  
Hilda Gárate es una de esas madres sustitutas que luego de haber formado a sus tres hijos biológicos decidió cumplir la promesa que un día le hizo a Dios, cuando este le devolvió la salud a uno de sus niños, el varón de su pareja de mellizos, que hoy ya tiene 26 años.

“Mi niño nació con muy bajo peso. No retenía la comida y estaba muy débil. En mi desesperación, entré a una iglesia y le ofrecí a Dios a mi pequeño para que le devolviera la salud a cambio de lo cual prometí hacer trabajo social a favor de las personas necesitadas. El destino me trajo hacia aquí”, relata sobre su ingreso al Centro de Atención Residencial Sagrado Corazón de Jesús en Los Olivos.

En diálogo con la agencia Andina, recuerda que en estos 12 años de servicios ha tenido 22 “hijas”, las que ya dejaron el hogar y muchas de ellas ya son madres y tiene sus propias familias, mientras otras regresaron con sus verdaderos padres.

“Cuando veo que una de ellas regresa con su familia biológica, luego de los sicólogos dan su visto bueno al retorno, tengo sentimientos encontrados porque me alegra que una niña encuentre a su familia de sangre, pero a la vez me da pena perderla, porque uno se encariña mucho con ellas”, comenta.

Hilda recuerda con especial estimación a Yona, una jovencita de Cerro de Pasco, de sentimientos muy nobles y que sufrió mucho cuando era niña, porque escuchó de boca de su propia madre que no quería saber nada de ella y que pedía a las autoridades que la dieran en adopción. La niña es ahora toda una profesional que nunca se olvida de la madre que la cuidó y a quien visita con frecuencia sobre todo en fechas importantes.

Su papel de madre sustituta implica también desvelos cuando una de sus “hijas” se enferma. Una apendicitis que amenazaba en convertirse en peritonitis la tuvo toda una madrugada en correteos en un hospital para velar por la salud de la pequeña Jocelyn.

Una bendición

“Encontrar este hogar ha sido una bendición, porque para mí esto no es un trabajo”, asegura la maestra Bernardina Elizabeth Palacios, de 42 años. Desde hace cuatro años es la madre cuidadora de 10 niñas, con la que su hija biológica de 13 años ha formado una verdadera familia, que se convierte en un solo puño cuando una de sus integrantes tiene un problema.

“Vivir con ellas es conocer de cerca su sufrimiento y ayudarlas a superarlo, tratando de cubrir el vacío de afecto que tienen. Eso te hace crecer como persona”, dice  Bernardina, quien  recuerda con particular afecto a Rosalía, una adolescente de Cerro de Pasco que era ordenada y pulcra al extremo, y a Gloria, una niña que llegó con problemas de conducta pero que tenía un alma muy generosa y solidaria.

Mamá de corazón

Blandina Cárdenas, técnica en enfermería de 49 años, nunca se casó ni tuvo hijos, pero desde hace dos años encontró en sus hijas postizas el blanco perfecto para volcar todo su amor maternal.

“Esta experiencia es lo más lindo que he vivido porque en ellas expreso todo el amor de madre que tengo dentro y me encariño y me compenetro con ellas de una manera increíble”, manifiesta.

Cuenta que por casualidad, una vez pasó por la puerta del Centro, en Los Olivos, donde funcionan tres hogares para niñas en riesgo. Un vigilante le informó que requerían personal. Su experiencia de varios años trabajando con niños en una ONG le permitió postular y lograr el puesto.

Si bien asegura que no tiene preferidas y que las quiere a todas por igual, sus palabras ponen en evidencia su simpatía por la menor de la casa, una niña de ojitos pícaros llamada Felícita, quien es “muy traviesa pero muy cariñosa”.

Las más de 30 niñas albergadas en este Centro estudian, participan en talleres creativos y ayudan en las labores domésticas. Bajo la   mirada vigilante de sus “mamás” tienden sus camas, ordenan su ropa y limpian alguna área de su casa que les ha sido asignada. Algunas ayudan en la cocina a picar verduras o pelar papas.

Para este domingo 8 de mayo, Día de la Madre, ellas preparan sorpresas y agasajos especiales para sus madres sustitutas, esas mujeres que no dudaron en hacerse cargo de su cuidado y de hacer todo lo posible por devolverles la fe en la vida, que el abandono y el desamor de sus familiares biológicos les quitaron.

(FIN) ART/RRC

 


 


Video: Madres cuidadoras del Inabif mandan mensaje a las progenitoras en su día.
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Publicado: 7/5/2011