Con la cabellera al viento, pero sin caballo ni armadura, Ricardo Gareca fue el príncipe que entró al castillo y rescató a un Perú de las fauces del dragón, y le dio el beso de la clasificación a un Mundial, después de 36 años de letargo.
Esa reflexión que luego se transforma en velocidad para buscar a la presa la imprimió en sus cachorros peruanos, hambrientos para la caza.
A sus 59 años, este muchacho de Tapiales fue mediocampista, arquero y luego un efectivo "9". Y fue precisamente la figura del "9" la que privilegió en este equipo.
Creer para ganar
"No hemos ido a un mundial hace muchos años y en eso también tiene que ver la falta de confianza, y confianza fue lo que volvió a incorporar en esta selección", dijo el mediocampista Edison "Orejas" Flores, uno de los descubrimientos de Gareca.
Tras un inicio borroso en eliminatorias, Gareca apostó por buscar en los clubes locales a jóvenes destacados y con ganas.
"Nunca me voy a dar por vencido mientras matemáticamente tengamos chance. Tengo esa fe de que este podría ser un año importante para nosotros", dijo a la prensa
Gareca en enero, cuando ya le llovían las críticas.
Y el universo conspiró. Las apuestas de Gareca empezaban a funcionar. Venció 4-1 a Paraguay de visita, empató con Venezuela, batió 2-1 a Uruguay y 2-1 a Bolivia, y consiguió un histórico triunfo, también 2-1, ante Ecuador en Quito.
"Lo único que tengo en la cabeza es la meta (clasificar para el Mundial), que es viable y tengo mucho optimismo", afirmó el DT.
El entrenador que debutó en 1978 en Boca Juniors resucitó el juego colectivo y el toque a ras del campo, tradicional de Perú. Como diría Alfredo Di Stéfano: "Ningún jugador es tan bueno como todos juntos".
Resistió luego a Argentina en su fortín de La Bombonera y con la ayuda del goleador Paolo Guerrero puso el 1-1 ante Colombia que los llevó al repechaje. Luego, por la suspensión de su máximo artillero, se reacomodaron para batir a Nueva Zelanda y quedar listos para ir a Rusia.
El primer mundial de su vida
El melenudo de 1.86 m de estatura puso a su país dentro de México 1986. Era junio de 1985, Perú ganaba de visita a Argentina 2-1 y tenía un pie en el mundial del año siguiente. Pero el Tigre empujó un balón cuando faltaban 10 minutos y mandó a
Argentina para México y a Perú a un repechaje que luego perdería.
Sin embargo, Carlos Bilardo no convocó al Flaco al equipo que luego sería campeón del mundo. A solas, Gareca "lloró". Este será el primer mundial de su vida.
Juan Carlos Oblitas, director deportivo del fútbol peruano, eligió a Gareca por encima de los colombianos Jorge Luis Pinto y Reinaldo Rueda. Es el primer argentino en entrenar a Perú para un mundial.
"Ricardo tiene un espíritu positivo que muestran pocas personas (...). Al Tigre lo desintoxican para que su mente solo piense en las cosas buenas de la Blanquirroja", dijo.
Y hasta en los momentos de euforia, el Tigre mantiene la calma. "Él disfruta las cosas, los procesos, los logros, después..., más en frío, con la familia", ha dicho su hijo Milton.
Gareca entrenó el 2007-2008 al club Universitario de Deportes, con el que salió campeón. Pero lo que más le recuerdan es el tiro de gracia que le dio a Perú en 1985.
Dirigió los clubes argentinos Talleres de Córdoba, Independiente, Colón, Quilmes y Argentinos Juniors y Vélez Sársfield. También a los colombianos América de Cali en el 2005 y Santa Fe en el 2006.
Tras dejar Perú, el Tigre sacó campeón a Vélez en el torneo Clausura 2009 y 2011, torneo Inicial 2012 y el campeonato de primera división 2012-2013. En mayo del 2014 entrenó al brasileño Palmeiras.
La continuidad de Gareca en Perú está garantizada. Como en los cuentos de hadas, Perú y el Tigre vivirán felices para siempre. ¿Cuánto es para siempre? Por ahora, un mundial.
(FIN) AFP/RES
GRM