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‘Intangible’: al rescate del arte rupestre y la memoria en la quebrada Santo Domingo

En La Libertad, el artista José Carlos Orrillo impulsa proyecto de conservación patrimonial y toma de conciencia

Sector de arte rupestre y geoglifos en la quebrada Santo Domingo, distrito de Laredo (región La Libertad). Todas las fotos de esta publicación: José Carlos Orrillo/Cortesía.

Sector de arte rupestre y geoglifos en la quebrada Santo Domingo, distrito de Laredo (región La Libertad). Todas las fotos de esta publicación: José Carlos Orrillo/Cortesía.

16:55 | Lima, jul. 8.

Hace más de tres mil años, el pueblo que habitaba la zona conocida hoy como Santo Domingo en el distrito de Laredo, en la costa norte del Perú, comenzó a diseñar sobre el desierto próximo a las estribaciones de la cordillera una serie de figuras rupestres para entablar un diálogo simbólico con sus dioses.

Una de esas figuras era una triple espiral, ícono de un solo trazo para invocar al numen del agua y cuya antigüedad es aún motivo de estudio. Si bien los primeros vestigios en esta quebrada se remontan al período lítico (10,000 A.C.), la zona ha tenido ocupaciones sucesivas, incluyendo la cultura Chimú.


Varios detalles en torno a esta triple espiral dan pistas de su importancia. Para empezar, fue fabricada sobre una terraza ligeramente elevada respecto del cauce de la quebrada Santo Domingo, de modo que aun en los meses de lluvia, cuando los huaicos bajan con furia sobre la costa, su trazo se mantenía a salvo.

Los arqueólogos están de acuerdo en que, sin importar su tamaño, una espiral simboliza generalmente al agua, explica el artista visual José Carlos Orrillo, fotógrafo, profesor investigador de la Universidad Privada Antenor Orrego (UPAO) de Trujillo e impulsor del proyecto ‘Intangible’.

Pero una triple espiral de línea continua, para formar un todo de 15 metros, debía significar algo más, observa el artista. Expertos en arte rupestre opinan que este geoglifo representa los tres estados del agua –sólido, líquido y gaseoso– en un ciclo sagrado, concéntrico e infinito.

Aun así, el destino de eternidad se cumpliría solo a medias. La figura resistió el paso de los siglos y no claudicó ante las lluvias torrenciales de El Niño; sin embargo, no pudo con la desidia de la burocracia ni con el apetito de los traficantes de tierras: en el 2015, el numen del agua sería aplastado por las llantas de un tractor enviado al lugar por alguien que decidió que ningún geoglifo tenía derecho a chocar con sus ganancias.




Zona intangible desde 2001


En realidad, el sector rupestre de Santo Domingo en la región La Libertad fue declarado Zona Arqueológica Intangible por el INC en el año 2001 –recuerda José Carlos Orrillo–, una condición que nunca se tradujo en protección efectiva ni en tareas de puesta en valor acordes con su nueva categoría.

Hoy, la quebrada Santo Domingo ha perdido gran parte de sus vestigios culturales a causa de repetidas invasiones agrícolas y por la construcción de un enorme proyecto habitacional sobre la zona de amortiguamiento del sitio arqueológico, alerta en su página web el proyecto ‘Intangible’.


El artista lamenta que las autoridades del sector Cultura en la región hayan reaccionado tarde, después de la destrucción de la triple espiral, cuando se vieron en riesgo de denuncia por omisión de funciones. Pese a ello, saluda que se haya desalojado por el momento a los invasores y traficantes.

Orrillo es de los que creen que a la inacción se le responde con participación. Y entonces, tras varios años haciendo registro gráfico del geoglifo antes de su devastación, en colaboración con expertos como el fotógrafo inglés David Mansell-Moullin, ahora promueve jornadas de concienciación con ciudadanos y organizaciones de Santo Domingo, con énfasis en la población escolar. 


“El proyecto ha planteado múltiples formas de apropiación y revitalización del patrimonio”, detalla ‘Intangible’ en internet. Eso incluye la realización de intervenciones urbanas, instalaciones, obras de sitio específico, registro fotográfico y la realización de un documental y una película experimental, así como una labor educativa y de concientización de largo aliento.


Revanchas simbólicas


Al profesor Orrillo le llama la atención una paradoja. Solo después de la vulneración de la espiral en Santo Domingo, la comunidad y las autoridades, los maestros y sus alumnos, invasores y protectores, comprendieron el carácter ‘intangible’ de este patrimonio: algo valioso que (ya) no puede tocarse, en este caso porque el geoglifo no existe más tal como era. 

De todos modos, la historia da “revanchas simbólicas”, comenta el artista. La triple espiral fue ‘borrada del mapa’ en la terraza donde la construyeron los sacerdotes de la sociedad Cupisnique antes de Cristo, pero ahora invade las paredes de los colegios y se pinta en los muros de los parques de Santo Domingo, aparece estampada en poleras y gorras y el que menos practica el trazo en papeles y cartulinas, como una firma al estilo de la marca Perú. 

Todo ello no hubiera sido posible sin el trabajo de registro fotográfico y fílmico que emprendió Orrillo en los primeros años de este siglo. “La fotografía tiene esa capacidad: puedes empoderar a la gente para que ella misma registre su realidad, su contexto, su problemática, con una mirada más auténtica y fresca”, asegura.



El recorrido de ‘Intangible’


El proyecto ‘Intangible’ nació en el 2015 fruto de la colaboración entre los fotógrafos David Mansell-Moullin y José Carlos Orrillo, quienes ese año realizaron la primera exposición del proyecto en la galería ‘El Ojo Ajeno’ del Centro de la Imagen de Lima. 

Mansell-Moullin, fotógrafo inglés afincado entonces en Lima, regresó posteriormente a Europa y Orrillo quedó a cargo del proyecto, empezando el 2016 la serie de intervenciones en espacio público que tienen como fin la reconstrucción simbólica de la Triple Espiral y que continúan hasta la actualidad.

En paralelo, en tanto docente investigador en la UPAO, Orrillo inició una serie de investigaciones aplicadas en el pueblo de Santo Domingo, que incluían el uso de la fotografía y el video como parte de estrategias de comunicación para contribuir al desarrollo de la identidad cultural de los pobladores.

“Estas investigaciones han permitido involucrar activamente a los escolares de la Institución Educativa N°81526 de Santo Domingo, muchos de los cuales provenían de familias de antiguos invasores de la zona arqueológica, con resultados alentadores”, detalla ‘Intangible’.


En el 2018 se realizó la segunda exposición del proyecto en la Casa de la Emancipación de Trujillo, con la presentación de una instalación artística, además de fotografías y videos que “sirvieron para difundir el mensaje entre públicos más amplios”. 

En la emblemática casona trujillana se exhibieron también dibujos, poemas y maquetas realizados por los escolares del centro poblado Santo Domingo que participaron con entusiasmo en la investigación. En sentido figurado, el numen del agua continúa dialogando con los descendientes del antiguo pueblo que le elevó un altar entre el mar y los cerros.

En el 2019, el proyecto ‘Intangible’ fue declarado beneficiario de los Estímulos Económicos para la Cultura, en el marco del Concurso de Proyectos de Producción de Artes Visuales convocado por el Ministerio de Cultura.

Ese estímulo permitió continuar el desarrollo del proyecto, completando el registro fotográfico analógico en la zona arqueológica y ejecutando nuevas acciones e intervenciones urbanas que fueron presentados el 2021 como parte de la muestra nacional de video arte Art Lima Premieres.

Posteriormente, en el 2020 Orrillo ganó por segunda vez los Estímulos Económicos para la Cultura, en el Concurso de Proyectos de Arte para la Transformación Social, con el proyecto ‘Intangible: Reconstruyendo nuestro pasado’, donde se proponen nuevas intervenciones, talleres educativos  y acciones de reconstrucción con énfasis en la población local.

Foto: David Mansell-Moullin.

Finalmente, en el 2021 Orrillo y su equipo culminaron la producción de la película experimental ‘Viaje a la Quebrada’, planteada como “un manifiesto visual desde la conexión ritual con el espacio sagrado y donde se denuncian las nuevas amenazas que se ciernen sobre esta zona arqueológica”.


Fotografía: potencial y realidad


Por estas semanas, el fotógrafo y docente reparte su tiempo entre las clases en la universidad, las visitas de campo a la quebrada Santo Domingo y la realización de su muestra ‘Itinerario de París’, inaugurada el jueves 4 de julio en la Alianza Francesa de Trujillo. 

“La fotografía nos permite decir cosas, hablar de la realidad, sobre la vida que nos rodea –reflexiona José Carlos Orrillo–, pero también nos impulsa a hablar sobre nosotros mismos y nuestro interior para aflorar las realidades más inconscientes e íntimas”.


Sabe que el desafío en la quebrada Santo Domingo es enorme. Los invasores no son familias pobres y sin recursos –comenta–, acá hay ‘empresarios’ del tráfico de tierras, inescrupulosos que han puesto la puntería en la zona arqueológica para agrandar sus negocios.

Por ello, confía en que las apariciones en prensa –algunas en el enérgico tono de las denuncias– ayuden a presionar para que finalmente se instale en Santo Domingo un equipo multidisciplinario de investigación, con arqueólogos, sociólogos, comunicadores, antropólogos y otros profesionales trabajando con las figuras en el desierto y con la población organizada.


Si toda crisis es una oportunidad, la lamentable destrucción de la triple espiral podría ayudar a salvar los geoglifos y el arte rupestre que resisten en Laredo. Desde la memoria del desierto, el numen del agua aún repite los dos versos finales de ‘Los nueve monstruos’.

(FIN) CCH


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Publicado: 8/7/2024