Realizados desde que el ser humano fue un simple cazador recolector en los tiempos paleolíticos hasta que edificó las más grandes civilizaciones, los geoglifos son una de las primeras manifestaciones gráficas con fines culturales, religiosos, astronómicos y artísticos expresados tanto en los Andes como en el resto del mundo.
Una muestra formidable de ello son las mundialmente conocidas
Líneas y geoglifos de Nasca y Palpa, ubicados en la provincia de
Nasca del departamento de
Ica, y declarados
Patrimonio de la Humanidad por la Unesco el
17 de diciembre de 1994; así como
El Candelabro, ubicado en la
Reserva Nacional de Paracas, también en Ica.
A continuación, conoce qué son los geoglifos, cómo se hicieron y dónde pueden encontrarse en Perú, entre otras interrogantes.
¿Qué son los geoglifos?
Etimológicamente, el término geoglifo procede de dos fonemas griegos: geo (tierra) y glyph (carácter o símbolo grabado). Se trata de un tipo de arte rupestre y es una de las manifestaciones gráficas más antiguas de la humanidad. El geoglifo es una gran imagen dibujada en terrenos llanos, en las laderas de los cerros, en los taludes que encierran las quebradas o en las terrazas que flanquean los cursos de agua.
El término ha sido empleado en la costa sur del Perú, en particular, para una figura normalmente de grandes dimensiones y de forma geométrica o biomorfa. Esta es producto de la remoción selectiva de las piedras de llanuras y laderas desérticas que cubren el suelo sedimentario de coloración clara. La remoción de esta suerte de pavimento rocoso resalta la imagen resultante.
Este tipo de representaciones se encuentran principalmente en seis países del mundo: Perú, Estados Unidos, Australia, Inglaterra, Chile y Brasil. En América del Sur destacan las Líneas y geoglifos de Nasca y Palpa, así como El Candelabro en la Reserva Nacional de Paracas (Perú), los geoglifos amazónicos en Acre, en el Estado de Rondonia (Brasil) y los geoglifos de Chug-Chug en el desierto de Atacama (Chile).
Técnicas para crear geoglifos
Este tipo de arte rupestre se ejecutaba mediante tres técnicas básicas: por acumulación de pequeñas piedras más claras o más oscuras que la superficie de fondo; por limpieza o despeje de piedras, que dejaban líneas o superficies en negativo sobre el terreno pedregoso, y por una combinación de ambos procedimientos.
Muchas de las técnicas gráficas modernas anteriores a la era digital, derivan, en última instancia, de las tecnologías inventadas por los prehistóricos artífices del grabado y la pintura rupestre. El oficio de aquellos especialistas gráficos, desarrollado por generaciones a lo largo de siglos de experimentación a través de todo el mundo, sentó una de las bases fundamentales para el advenimiento de la “cultura de la imagen” que domina hoy en día en nuestra sociedad contemporánea. El grafiti es, en cierto sentido, una manifestación actual de esas prácticas ancestrales. Incluso, recientes movimientos artísticos, como el Land Art, están inspirados en la vieja costumbre de trazar geoglifos en el paisaje.
Arte rupestre
Los geoglifos están considerados como
arte rupestre, al igual que los
petroglifos y las
pictografías. Los petroglifos, conocidos también como
grabados, son dibujos trazados en planchones de afloramientos rocosos o en bloques aislados, que se obtenían por extracción de material del soporte. Los diseños se lograban con una herramienta más dura que la superficie de la roca, generalmente un instrumento cortante o un percutor, con el cual se rompía la pátina de oxidación de la piedra. Al remover esta película, el grabador exponía a la vista el interior más claro de la roca, produciendo el dibujo por contraste.
En tanto, las pictografías, llamadas también pinturas, son dibujos que se realizaban igualmente sobre planchones de afloramientos rocosos o bloques aislados, pero, a diferencia de los petroglifos, se obtenían mediante la adición al soporte de materias colorante.
Geoglifos en Perú: Líneas de Nasca
El departamento de Ica, al sur del Perú y cuna de las civilizaciones preincas
Paracas y
Nasca, alberga los geoglifos mundialmente más conocidos y estudiados: las
Líneas de Nasca y los geoglifos de Palpa, declarados
Patrimonio Histórico y Cultural de la Humanidad por la Unesco el 17 de diciembre de 1994.
En su resolución, la Unesco remarcó que “su presencia en el paisaje natural convierte a las Líneas y geoglifos de Nasca en un paisaje cultural con profundo significado y simbolismo pues expresan el mundo mágico y religioso de las sociedades prehispánicas Paracas y Nasca, quienes durante más de 1,500 años las dibujaron sobre las arenas del desierto y las montañas. Hoy son testimonio del genio creativo de los antiguos pobladores americanos, y de los singulares conceptos y formas de expresión religiosa que desarrollaron a lo largo de su historia. Este patrimonio mundial es una de las más extraordinarias e inigualables obras del ser humano”.
Las Líneas y geoglifos de Nasca agrupan a cientos de figuras geométricas, de animales, plantas y antropomorfas. Las imágenes más representativas son conocidas como el colibrí, el ave fragata, la araña, el mono, el cóndor, el pelícano, la gaviota, el caracol, la ballena, la serpiente y la llama, entre otras. Algunas superan los 100 metros de longitud y solo se pueden apreciar desde cierta altura.
La autoría de estos geoglifos se atribuye a la sociedad Nasca, que se desarrolló en la región Ica entre los años 200 a.C. y 750 d.C. Su función y significado han sido objeto de varias hipótesis de investigaciones que plantean que son un gran calendario astronómico, mientras que otras sugieren que son figuras religiosas y ciertos ufólogos consideran que fueron pistas de aterrizaje de naves extraterrestres.
Las Líneas de Nasca constituyen uno de los mayores enigmas de la arqueología peruana y global por su significado, dimensiones, variedad, número y existencia de más de 2,000 años.
Estudiadas desde inicios del siglo XX por diversos arqueólogos peruanos y extranjeros, las Líneas y geoglifos de Nasca tienen en la matemática alemana
María Reiche (15 de mayo de 1903 - 2 de junio de 1986) a su mayor investigadora y quien dejó un gran legado en la conservación y estudio de este importante patrimonio cultural.
Entre 2019 y 2020, un equipo de investigadores japoneses identificó
168 nuevos geoglifos, los cuales datan de entre el año 100 a. C. y el 300 d. C y que corresponden a la transición de la cultura Nasca inicial a Nasca temprano.
El Candelabro
Es un famoso geoglifo ubicado en la costa norte de la península de Paracas, en la provincia de Pisco del departamento de Ica. Sus grandes dimensiones y su diseño sobre la arena permiten distinguir una relación con las líneas, geoglifos de Nasca y las pampas de Jumaná. El Candelabro mide 180 metros de largo y se calcula que tiene 2,500 años de antigüedad.
El trabajo de hacer este geoglifo en la arena fue muy preciso considerando que la zona es de mucho viento. La dirección que presenta El Candelabro, junto con el viento y el agua marina han formado una gruesa capa cristalina que lo mantiene intacto desde su creación.
Su significado sigue siendo un misterio. Estudiosos de este geoglifo plantean que su ejecución estuvo a cargo de astrónomos de la cultura Nasca y su diseño se asocia al geoglifo de la constelación de la Cruz del Sur, conocida también como “Cruz de los navegantes”, por indicar a los marineros del hemisferio Sur la ubicación del polo Austral por medio de su eje principal que les sirve de guía y orientación en sus viajes.
Geoglifos en El Ingenio y Changuillo
Un total de 29 nuevos geoglifos fueron descubiertos por un equipo integrado por 20 estudiantes y un arqueólogo de la Universidad Nacional San Luis Gonzaga de Ica en los distritos de El Ingenio y Changuillo, ubicados en la provincia de Nasca, departamento de Ica.
Los 29 geoglifos hallados representan figuras de felinos y personajes antropomorfos, fueron descubiertos durante un trabajo de investigación que se desarrolló durante cuatro meses y que fue autorizado por el Ministerio de Cultura.
El equipo fue liderado por el arqueólogo y docente de la escuela de arqueología de la Unica, Omar Bendezú De la Cruz, quien informó a la Agencia Andina que los geoglifos hallados datan de entre el año 300 a.C. y el 100 d.C. y comprenden desde Paracas tardío hasta Nasca inicial.
El investigador detalló que las figuras halladas se encuentran en la ladera de los cerros en el centro poblado de San Francisco en el distrito El Ingenio y en el sector de San Juan en Changuillo.
Bendezú explicó que con vuelos planificados con drones se realizó el registro de los geoglifos en los citados lugares y con el uso de software especializado permitieron analizar las imágenes para poder identificar la forma de las figuras.
“Hasta el momento en el distrito de El Ingenio hemos identificado 10 figuras que tienen formas de felinos, tienen una medida variada que van desde los 17 metros de largo por 12 metros de alto hasta los 42 metros de largo por 43 metros de alto aproximadamente”, aseveró.
Y en el centro poblado de San Juan en Changuillo, se hallaron ocho geoglifos con formas de felinos también con medidas que varían de 11.30 metros de largo por 9.53 metros de alto hasta 37.31 metros de largo por 13.70 metros de alto aproximadamente.
“Los geoglifos hallados miran al sur, hacía las Líneas de Nasca. Los habitantes de esa época al parecer tenían como deidad al felino o tenía un significado muy especial para ellos”, manifestó.
En diálogo con la Agencia Andina, el especialista sostuvo que los estudios continuarán de estos nuevos hallazgos para así tratar de conocer que significó el felino para la sociedad de ese tiempo.
Los felinos son una representación recurrente en la cultura Paracas, en la cerámica y en los textiles, que algunos investigadores consideran que está vinculado a la fertilidad y como deidad del agua.
Bendezú De la Cruz precisó que también se registró en la ladera del cerro en el centro poblado San Francisco de El Ingenio a diez geoglifos que tienen forma antropomorfa y en San Juan una figura antropomorfa.
“El descubrimiento de estos nuevos geoglifos en El Ingenio y Changuillo en la provincia de Nasca, es un importante hallazgo para la arqueología peruana”, manifestó.
El equipo liderado por el arqueólogo, Omar Bendezú, continúan con el proceso para identificar más geoglifos en los lugares que se realizó el trabajo durante cuatro meses.
Geoglifos Paracas de la costa sur
Tradicionalmente, la manufactura de figuras de grandes dimensiones en llanuras y laderas desérticas de la costa sur era atribuida a la sociedad Nasca. Sin embargo, a partir de la década de los años 1980, se sabe que esta manifestación cultural es una tradición que se habría iniciado hacia los 750 a.C. durante la parte temprana del desarrollo de la denominada cultura Paracas.
El arqueólogo
Rubén García Soto, de la Universidad Nacional San Luis Gonzaga de Ica, en su investigación titulada
“Geoglifos Paracas de la costa sur: cerro Lechuza y cerro Pico”, registró e identificó grupos de figuras en
cerro Lechuza, en la provincia de Pisco, y en el
cerro Pico, en el valle del río Ica, los cuales muestran rasgos estilísticos de varias fases de la
cultura Paracas.
Cerro Lechuza se localiza aproximadamente siete kilómetros al sur del paraje conocido como Pozo Santo, inmediatamente al sur del polígono de Tiro Aéreo de la Fuerza Aérea Peruana, en el distrito de Paracas, provincia de Pisco. El cerro tiene una elevación máxima de 266 metros sobre el nivel del mar. Allí se han identificado diez geoglifos emplazados de sureste a noroeste en la parte alta y media de la ladera oeste del cerro sobre una extensión estimada de 45 hectáreas. Se trata de figuras representativas de rostros antropomorfos, camélidos, mono, ave em actitud de vuelo y ave con alas extendidas y cabeza de perfil.
Por su parte, el cerro Pico es un espolón rocoso localizado en el kilómetro 17 de la carretera Ica-Córdoba, en el distrito de Yauca del Rosario, provincia y departamento de Ica. Allí se han identificado ocho geoglifos localizados en las partes media y baja de la ladera en donde se presentan de forma individual o en grupo.
Se trata de figuras antropomorfas de cuerpo cuadrangular, brazos elevados, cabeza en forma de corazón, con tamaños que fluctúan entre seis y quince metros de longitud. También hay imágenes de felino con cuerpo de perfil, cola en forma de espiral, cola recogida hacia arriba, con dimensiones que van desde 10 hasta 20 metros de largo; y un cóndor con alas extendidas que mide alrededor de 30 metros de largo.
(FIN) LZD/MAO
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