El 22 de octubre de 2001, el entonces Instituto Nacional de Cultura (hoy Ministerio de Cultura) oficializó la declaratoria que reconoce al perro sin pelo peruano como Patrimonio Cultural de la Nación.
En enero de ese año, el Instituto Nacional de Cultura (actual Ministerio de Cultura) estableció una medida de protección, mediante la Resolución Directoral N°001-INC, en la que se dispone que el perro peruano sea incluido en los museos de sitio y zonas arqueológicas del Sistema Nacional de Museos y Zonas Arqueológicas de la costa peruana que presenten condiciones para asegurar la crianza, cuidado y desarrollo normal de este inteligente y simpático compañero.
Pastor Chiribaya
El descubrimiento de esta raza se debe a la arqueóloga y exministra de Cultura, Sonia Guillén, mientras hacía sus investigaciones sobre la cultura Chiribaya en el año 2006, en la antigua hacienda Chiribaya, ubicada en la cuenca del río Osmore, del distrito de El Algarrobal, en la provincia de Ilo, departamento de Moquegua.

Durante sus excavaciones, Guillén y su equipo descubrieron los cuerpos momificados de 42 perros pastores Chiribaya. Estos animales fueron enterrados con ofrendas como alimentos y textiles finos, siendo considerados miembros importantes de la comunidad y recibían un trato funerario especial. Este hallazgo reveló la importancia cultural y económica de estos animales en la vida cotidiana de la población Chiribaya al ser utilizados para conducir o pastorear camélidos sudamericanos como llamas o alpacas. Las momias de estos canes pueden apreciarse en el Museo Chiribaya, del distrito de El Algarrobal.
Características
El
pastor Chiribaya, según sus descubridores, poseía características físicas que lo hacían único y adaptado a las exigencias de su entorno. Uno de sus rasgos distintivos son sus “
patas de liebre”, que le permitían desplazarse con agilidad por las arenosas tierras del desierto costero en las que habitaba.

Su cabeza, similar a la del perro pastor alemán, con un hocico fuerte, orejas semi caídas y ojos redondos, le daba una expresión amigable y confiable. A pesar de su apariencia no era un perro robusto, sino más bien ágil, con patas cortas y una estructura más larga que alta, lo que le proporcionaba la capacidad de moverse eficientemente en su labor de pastoreo.
Los estudios genéticos realizados en el ADN mitocondrial de los pastores de Chiribaya momificados encontró tres haplotipos, dos de ellos nunca hallados antes y ausentes en las muestras de perros actuales, y el otro encontrado también en perros de otros continentes. Por ello, los investigadores plantearon una hipótesis según la cual los descendientes de los pastores Chiribaya permanecen hasta nuestros días, y esto lo confirma la similitud entre los restos conservados y muchos de los canes que viven en el puerto de Ilo, el valle del Tambo y en la ciudad arequipeña de Mollendo.
Reconocimiento internacional
El 28 de marzo de este año la Federación Canina Americana, en la asamblea general que realizó en Sorocaba, Brasil, aceptó reconocer la raza del pastor Chiribaya como propia del Perú. El pedido fue planteado por la Asociación Canófila Peruana y la Unión Canófila Peruana.

Dicho reconocimiento internacional implica que las características físicas de los perros pastores Chiribaya estén plenamente definidas, permitiéndose así que los ejemplares de esta raza pueden ser registrados oficialmente. Una oportunidad para ello se dará el 18 de mayo, cuando se realice en el Circuito Mágico del Agua, en Lima, el Circuito Internacional de Exposiciones Caninas.
Además, se encuentra en marcha una campaña para consolidar el reconocimiento de esta raza canina como originaria del Perú. Muestra de ello es un proyecto de ley mediante el cual se busca declarar al perro pastor Chiribaya como Patrimonio Natural y Cultural de la Nación. Esta iniciativa legislativa está planteada por la congresista Magaly Ruiz, en base a los hallazgos arqueológicos en la cuenca del río Osmore.
Otras posibles razas autóctonas
A las razas mencionadas hay que considerar también otras dos posibles razas nativas, aunque en la actualidad no se registran ejemplares que puedan considerarse descendientes de estos fenotipos.
Una de ellas identificada como alco, el perro de pelo negro que los conquistadores españoles encontraron como mascotas de los incas, al parecer oriundo de la sierra peruana, según documentó el científico y médico Hipólito Unánue en el siglo XIX.

"De estatura mediana, con el cuerpo cubierto de lana negra, menos entre el pecho y la cola en que es parda. Estos perros son muy sentidos y avisan con sus ladridos cualquier novedad que ocurra alrededor de la casa, o del hato, y también embisten con fiereza a las personas que no conocen”, afirmó entonces Unanue en su investigación titulada Observaciones sobre el clima de Lima y su influencia en los seres humanos, en especial el hombre.
En ese documento, que data de 1806, Unanue precisó que estos canes habitaban en la sierra y descendían a la costa acompañando a sus amos pero que se regresaban a sus lugares porque ninguno de ellos soportaba el calor y “a causa de la caracha o sarna que les acomete y mata, efecto del mayor aumento de la circulación en la superficie, y falta de transpiración por la densidad de su cutis”.
“Entre las familias de cuadrúpedos que se encontraron en el Perú al tiempo de su descubrimiento y conquista se encuentra el alco (canis americanus. Lin. Kiltho, Thegua. Mol)”, y lo comparó con “los perritos semejantes a los nuestros de faldas”, es decir con los perritos falderos.
Otra posible raza genuina peruana es el perro manchado, un can de talla mediana con pelaje blanco o crema y que presenta manchas oscuras alrededor de los ojos y otras partes del cuerpo, representada en iconografías de la cultura Mochica, surgida y desarrollada entre los años 400 y 800 de nuestra era.

En dichas iconografías el can está representado acompañando a personajes principales y/o sobrenaturales en eventos de tránsito a la muerte o en escenas de cacería.
La información que se conoce sobre esta posible raza autóctona es solo gráfica, dado que hasta el momento no se ha descubierto restos óseos o momificados de este animal.
Motivo de orgullo nacional
Tanto el perro sin pelo como el pastor Chiribaya son motivo de orgullo nacional dada su importancia histórica y cultural desde tiempos ancestrales y también porque ambas razas representan un componente valioso de la biodiversidad canina en el Perú.
(FIN) LZD/MAO
JRA