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Unesco: estas son las expresiones culturales peruanas declaradas Patrimonio Inmaterial

Se trata de 12 expresiones, entre danzas, festividades religiosas, arte textil y cánticos ancestrales

Doce expresiones culturales peruanas forman parte de la Lista de Patrimonio Inmaterial de la Humanidad de la Unesco. ANDINA/Carlos Lezama

09:28 | Lima, ago. 19.

El Perú cuenta hasta ahora con 12 expresiones culturales, entre danzas, festividades religiosas, arte textil y cánticos ancestrales, declaradas Patrimonio Inmaterial de la Humanidad por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco).

Estas expresiones peruanas que integran la Lista de Patrimonio Cultural de la Humanidad evidencian la enorme riqueza y herencia cultural ancestral y producto del mestizaje que ostenta el Perú y que lo convierten en uno de los países de Latinoamérica con mayor número de reconocimientos por parte de la Unesco.

A continuación, conozca los doce reconocimientos mundiales obtenidos hasta ahora por el Perú.


Estas danzas afroperuanas constituyen la expresión cultural de más reciente reconocimiento por la Unesco y que ingresaron a la Lista de Patrimonio Cultural de la Humanidad, el 12 de diciembre de 2019.


El Hatajo de Negritos y Las Pallitas son dos expresiones musicales y dancísticas de la costa centro-sur del Perú que consisten en la ejecución de diversas danzas en base a zapateo, canto y ejecución de instrumentos de cuerda, violín y guitarra, respectivamente.

Estas expresiones culturales tienen como antecedente histórico una larga tradición de danzas y cantos de villancicos frente a los nacimientos, de procedencia española, pero fuertemente asentadas en Perú desde el siglo XVII.


Testimonios locales ubican el origen del hatajo de negritos y las pallas hacia 1761; otros dan cuenta de que ya se bailaban de la forma actual en la década de los veinte del siglo pasado.


El Hatajo de Negritos ­compuesto tradicionalmente por varones, y últimamente también por mujeres­, y las Pallitas­ compuestas exclusivamente por mujeres­ se bailan juntos como parte de las celebraciones de Navidad. Ambas expresiones están particularmente asociadas a la identidad de las poblaciones rurales afroperuanas y mestizas de la costa central sur del Perú, con especial incidencia en la provincia de Chincha, departamento de Ica.


El Hatajo de Negritos es una danza que es dirigido por un caporal que dirige al conjunto e inicia con jolgorio la marcha por calles y caseríos. Un personaje se encarga de “bautizar” con agua bendita a los nuevos integrantes. Todos vestidos de blanco, representan a esclavos y antiguos pobladores afrodescendientes, transitan a ritmo de zapateo, soltando versos y cargando campanillas adornadas con cintas. Durante los festejos, los varones visten también coloridas bandas y contrabandas, y portan una campana y un vistoso chicotillo con cascabeles.

Por su parte, las Pallitas, palabra quechua que alude a doncellas o pastoras, lucen bastones llamados “azucenas” y alternan su recorrido también con zapateo y villancicos. Ellas llevan vestidos de color claro y velos de tul, así como bastones multicolores.


En la actualidad, la danza se repite en Huaral y varios distritos limeños con grupos que utilizan vestuario de colores, bandas de seda ornamentadas y con lentejuelas, además de turbantes y gorritos emplumados.

El único instrumento que acompaña la comparsa de varones es el violín y en las mujeres la guitarra, con la finalidad de transmitir alegría y ternura a su paso. Los negritos zapatean al ritmo del violín y las pallas, al compás de la guitarra. En resumen, los danzantes representan a los pastores que visitan a Jesús al nacer.


En estas visitas presentan sus danzas y cánticos al niño Jesús de los nacimientos de los hogares y los anfitriones los agasajan con comida y bebida. También ejecutan sus danzas en calles y plazas.


Los Jueces de Agua de Corongo forman parte de la cultura de la región Áncash y lideran la fiesta de San Pedro, patrón de la ciudad de Corongo. Esta festividad fue declarada en 2017 como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, durante la 12° reunión del Comité Intergubernamental para la Salvaguardia del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Unesco, realizada en la isla de Jeju, Corea del Sur.


El Sistema Tradicional de Jueces de Agua de Corongo forma parte de la historia de Áncash y es herencia del manejo ancestral de recursos naturales adaptado al mundo moderno. Es parte de las prácticas vivas heredadas de nuestros antepasados y transmitidas de generación en generación.

Según la tradición oral tiene orígenes prehispánicos, dado que proviene de la figura del yacucamayoc, autoridad comunal encargada de la distribución del agua. Esta tradición tiene un impacto positivo en el manejo responsable de la agricultura y el riego.


Los Jueces de Agua lideran la fiesta de San Pedro de Corongo, patrón de la ciudad, lo que los convierte en eje fundamental de la espiritualidad de sus pobladores.


El rol del Juez de Agua consiste en gestionar la fuente de vida y organizar las principales festividades de Corongo. El sistema observa tres principios fundamentales: la solidaridad, equidad y el respeto a la naturaleza. 

Patrimonio cultural de las comunidades aimaras


Esta expresión cultural, que abarca a las comunidades aimaras de Bolivia y Chile, fue declarada por la Unesco como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad en 2009. 


Este reconocimiento salvaguarda las expresiones orales, la música y los conocimientos tradicionales (arte textil y tecnologías agrícolas) de las comunidades aimaras de Perú (Tacna-Puno-Moquegua), de Bolivia (La Paz-Oruro-Potosí) y de Chile (Tarapacá- Arica-Parinacota-Antofagasta). 

De esta manera se identificó e inventarió los conocimientos tradicionales y tradiciones orales de las comunidades aimaras en las áreas seleccionadas; se fortaleció el lenguaje como vehículo de transmisión del patrimonio cultural inmaterial a través de la educación formal y no formal.


Asimismo, se promovió y difundió las expresiones orales y musicales aimaras; y se reforzaron los conocimientos tradicionales relacionados con la producción de artes textiles y técnicas agrícolas tradicionales. 

Estas cuatro líneas de acción fueron establecidas como prioritarias por las comunidades aimaras en las diferentes fases de consulta y preparación del expediente de postulación ante la Unesco y fueron implementadas con la plena participación de las comunidades, guiadas por los principios de la Convención del año 2003


El reconocimiento pretende adoptar como estrategia de trabajo la creación de una red subregional e internacional integrada por personas, comunidades, grupos, gestores culturales, especialistas, organizaciones indígenas, centros de investigación, ONG y gobiernos, para promover el intercambio de experiencias, información y capacitación en con el fin de fortalecer capacidades en las comunidades aimaras.

Arte textil Taquile


La primera expresión cultural reconocida por la Unesco fue el arte textil de Taquile, que se practica en la región Puno. En 2005 la Unesco proclamó a este arte textil como "Obra maestra del patrimonio oral e intangible de la Humanidad". Tres años después, en 2008, pasó a formar parte de la Lista Representativa del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad de la Unesco.


El arte textil de Taquile es una de las manifestaciones culturales de la población que habita en la isla de Taquile, en el sector peruano del lago Titicaca, perteneciente a la región Puno. Este arte tiene sus orígenes en las antiguas civilizaciones que habitaron la isla, especialmente las culturas Pucará, Tiahuanaco, Colla e Inca. El aislamiento natural de la isla durante la época colonial mantuvo la tradición en los diseños, aunque el elemento español del tejido a pedal se integró en la elaboración de las prendas.

Todos los taquileños desde su infancia aprenden el arte del tejido, aunque se puede diferenciar que las mujeres prefieren los colores negro y rojo, mientras que los varones eligen negro y blanco.

Una de las prendas más características de este arte textil es el “chullo”, un gorro de punto con orejeras que lleva el varón y que éste aprende a tejer desde muy joven, haciendo su propio diseño. Los colores y diseños del chullo taquileño varían según la edad de la persona que lo utiliza, además de indicar el status social del individuo.

Otra prenda característica de los taquileños es el “cinturón calendario”, una faja en la cual se representan ciclos agrícolas, rituales e incluso eventos de la vida personal o comunal, lo que constituye un elemento importante en la tradición oral de los taquileños.


Asimismo, el “chuku” es una pieza textil a manera de bufanda de color negro o azul que las mujeres suelen llevar en la cabeza y los hombros. La vestimenta femenina se complementa con una blusa almilla y varias faldas llamadas polleras. La vestimenta se remata con una faja a la altura de la cintura a la cual se le denomina “chumpi” que, por lo general, es de color rojo.

La vestimenta en Taquile también sirve para distinguir a las autoridades tradicionales de las autoridades políticas nacionales. De esta manera, el alcalde, el jefe del registro civil, el capitán del puerto y el gobernador utilizan un poncho característico, además de sombrero y chaqueta de color negro. Mientras que los “jilakatas”, quienes son la autoridad autóctona y tradicional, llevan usualmente un cetro de madera.


El 16 de noviembre de 2010 esta danza fue reconocida por la Unesco como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, en virtud a su antigüedad y valor simbólico. Cinco años antes, el Ministerio de Cultura la declaró como Patrimonio Cultural de la Nación.


La danza de tijeras tiene raíces indígenas y se originó en la región de Ayacucho. Posteriormente se difundió en las regiones de Huancavelica y Apurímac. En Apurímac la danza es denominada “gala” y la pareja de bailarines que realizan el contrapunto se llama “danzaq”. Mientras que en Huancavelica al danzante de tijeras se le denomina “tusuq”.

Los campesinos llamaban a los danzantes “Supaypa Wasin Tusuq”, que en castellano significa “el danzante en la casa del diablo”. Se atribuye al destacado escritor José María Arguedas la generalización del término “danzante de tijeras” por las tijeras con hojas separadas que los danzantes llevan en la mano derecha y que las entrechocan mientras bailan.

Según los sacerdotes de la época colonial, su lado mágico obedece a un supuesto pacto con el diablo, debido a las sorprendentes pruebas de valor que ejecutan en esta danza. Estas pruebas se denominan “Atipanakuy”.


El instrumento central de esta danza son las tijeras elaboradas con dos placas independientes de metal, de aproximadamente 25 centímetros de largo, y que juntas tienen la forma de un par de tijeras de punta roma. Actualmente, las regiones de mayor difusión de esta danza son Huancavelica, Ayacucho, Junín, Apurímac y Lima.


La Huaconada es una danza ritual ejecutada en la localidad de Mito, provincia de Concepción, en la región Junín. El 16 de noviembre de 2010 fue declarada por la Unesco como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, en la quinta sesión del Comité Intergubernamental realizada en la ciudad de Nairobi, Kenia.


Los tres primeros días de enero de cada año, grupos de hombres enmascarados, denominados “huacones”, realizan en el centro del pueblo de Mito una serie de danzas coreografiadas. Estos personajes representan el antiguo consejo de ancianos y se convierten en la máxima autoridad del pueblo mientras dura la huaconada. Ponen de relieve esta función tanto sus látigos, llamados “tronadores”, como sus máscaras de narices prominentes que evocan el pico del cóndor, criatura que representa el espíritu de las montañas sagradas.

En la danza intervienen dos clases de “huacones”: los ancianos, vestidos con atuendos tradicionales y portadores de máscaras toscamente esculpidas que infunden respeto y miedo; y los más jóvenes, engalanados con indumentarias de colores y portadores de máscaras más trabajadas que expresan terror, tristeza o burla. Durante la huaconada, estos últimos realizan una serie de pasos de danza estrictamente limitados en torno a los ancianos que, debido a su edad, gozan de una mayor libertad para improvisar movimientos.


Una orquesta toca diversos ritmos al compás de la “tinya”, un tamboril indígena. La huaconada, que es una síntesis de diversos elementos andinos y españoles, integra también nuevos elementos modernos. Solo pueden ser “huacones” los hombres de buena conducta y gran integridad moral. La danza se transmite tradicionalmente de padres a hijos y los vestidos y las máscaras se heredan.


La eshuva es el nombre que se le da a un conjunto de rezos cantados propios de la etnia Huachipaeri, en lengua Harakmbut, y que tienen como objetivo la invocación de los espíritus de la naturaleza, tanto plantas, animales, así como seres sobrenaturales de la selva. Esta invocación se realiza para la obtención de favores positivos o negativos.


El eshuva, fue proclamada por la Unesco como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, el 22 de noviembre del 2011. Un año antes, el Ministerio de Cultura reconoció a esta manifestación oriunda como Patrimonio Cultural de la Nación, el 11 de marzo del 2010. Si bien integra la Lista del Patrimonio Cultural Inmaterial, esta expresión requiere medidas urgentes de salvaguardia.

El eshuva es un canto que no es instrumentado y se realiza exclusivamente en lengua Harakmbut. Hacia el 2010, se conocían a 12 intérpretes del eshuva, todos correspondientes al subgrupo Huachipaire. La enseñanza del eshuva se realiza de manera oral, y el número de aprendices del eshuva continúa disminuyendo drásticamente, por lo que corre el peligro de extinguirse.

El Ministerio de Cultura registró en el año 2010 a diez rezos cantados de eshuva, pero se tiene conocimiento de que existen muchos más que se intentan documentar para su salvaguardia.  La etnia Harakmbut se encuentra subdividida en siete grupos étnicos que son: Amarakaeri, Arasaeri, Huachipaire, Kisamberi, Pukirieri, Sapiteri y Toyoeri. 
En la cosmovisión Harakmbut, el mundo que habitan se denomina “wandari”, existiendo también un mundo de arriba denominado “kurundari” y un mundo de abajo llamado “seronhaihue”. Además de estos mundos, existen también otros lugares míticos inalcanzables para los seres humanos. 

Asimismo, coexisten con los seres humanos varios espíritus de la selva como los “wuaneri” (espíritus del río) o los “numberi” (espíritus del bosque). Todos los seres sobrenaturales pueden ser buenos o malos a la vez, denominándose “oteri” cuando actúan con bien, y “asito” cuando actual con mal.  El mundo tiene una energía que envuelve a todos los seres y que están en equilibrio. Cuando este equilibrio se rompe es necesario restaurarlo y corresponde a los seres humanos intervenir con el “eshuva”.


El eshuva puede ser utilizado tanto positivamente como negativamente. En el caso del uso positivo, éste se usa frecuentemente para conocer la causa de las enfermedades o males de salud. En el caso del uso negativo, es utilizado para causar la muerte, aunque este último caso el rezo se hace secretamente. El eshuva es también utilizado en otras ceremonias como el “embatare” o los entierros. Durante el eshuva se invoca al espíritu para ingresar en un cuerpo humano y darle determinados atributos, impregnando un estado mental en los creyentes del eshuva que les da un sentimiento de invulnerabilidad. 


Es una festividad religiosa que se celebra entre mayo y junio de cada año, en las faldas del nevado Ausangate, en la provincia de Quispicanchi, región Cusco. Se trata de una de las mayores actividades religiosas de la sierra sur peruana y que congrega una gran cantidad de devotos y peregrinos que proceden de diversos pueblos y ciudades del Perú y otros países.


El 27 de noviembre de 2011 la Unesco inscribió a la peregrinación al santuario del Señor de Qoyllur Riti como integrante de la Lista Representativa del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad. Siete años antes, el 10 de agosto de 2004, esta festividad y el santuario del Qoyllur Riti fueron declarados Patrimonio Cultural de la Nación por el Ministerio de Cultura.


La festividad es organizada por la Hermandad del Señor de Qoyllur Riti, que también se encarga de mantener el orden durante la celebración. Los preparativos empiezan el Día de la Ascensión (40 días después de la conmemoración de la resurrección de Cristo) con la procesión del Señor de Qoyllur Riti desde su capilla en Mawallani hasta su santuario en Sinakara. El primer miércoles después de Pentecostés, una segunda procesión lleva una estatua de Nuestra Señora de Fátima desde el santuario de Sinakara hasta una gruta cuesta arriba. Estas delegaciones incluyen un gran elenco de danzantes y músicos vestidos en cuatro estilos principales.

La mayoría de los peregrinos llegan el llamado “domingo de Trinidad”, que es cuando la eucaristía sale en procesión por el santuario. Al siguiente, el Señor de Qoyllur Riti es llevado en procesión a la gruta de la virgen y traído de vuelta. En la noche de este segundo día los elencos de danzantes bailan por turnos en el santuario.


Al amanecer del tercer día, ukukus agrupados por naciones escalan los glaciares del monte Colquepunku para recoger cruces puestas en la cima, también traen consigo bloques de hielo que la creencia popular les atribuye propiedades medicinales.


La Unesco proclamó en 2013 a los conocimientos, técnicas y rituales vinculados a la renovación anual del puente Q'eswachaka como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad. Cuatro años antes, el 5 de agosto de 2009, el entonces Instituto Nacional de Cultura del Perú declaró a esta manifestación como Patrimonio Cultural de la Nación, así como los conocimientos asociados a su historia y construcción.


El ritual de renovación del puente Q'eswachaka, ubicado sobre el río Apurímac, en el distrito de Quehue, en la provincia cusqueña de Canas, se realiza mediante un modelo de trabajo que data de tiempos incaicos denominado “minka”. Este trabajo tiene diversas actividades rituales y festivas que duran cuatro días, y por lo general se inicia el segundo domingo de junio de cada año.

El primer día se celebra un rito al apu Quinsallallawi, el cual se realiza durante el amanecer; mientras esto sucede se acopia el “qoya ichu”, fibra vegetal con la que se fabrica el puente colgante, que luego se trenza en soguillas denominadas “qeswas”. La actividad del trenzado la realizan las mujeres bajo la supervisión de un “chakaruwak” o especialista.

Durante el segundo día se desarma la estructura de ichu del puente viejo, se sacan los clavos de piedra que sostienen el puente y se colocan sogas que son la base de la estructura del puente nuevo. El tercer día se terminan los pasamanos y la superficie por donde se caminará.


Finalmente, al cuarto día se festeja con danzas y mucha comida típica, dado que el trabajo comunal siempre fue considerado como día de fiesta por los ancestros peruanos.


El 27 de noviembre de 2014, esta danza originaria de la región Puno y que se ejecuta en febrero de cada año, fue declarada por la Unesco como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad. 


Representa la más grande manifestación cultural, musical, dancística y religiosa del Perú y de América, por la cantidad de símbolos y manifestaciones artístico-culturales propias de las culturas quechua, aimara y mestiza, la cual se realiza en el mes de febrero de cada año. 

Esta festividad en honor a la Virgen de la Candelaria, que se remonta a la época colonial, presenta los siguientes momentos: los ensayos, las novenas, albas de fiesta, entrada de cirios, entrada de k'apos, vísperas, octava, veneración, cacharpari.

La parte medular de la festividad es la expresión religiosa, festiva y cultural como danza, música y artes y diversas costumbres y expresiones, organizada por la Federación Regional de Folklore y Cultura de Puno, que convoca la presencia de más de 180 conjuntos, entre danzas  que proceden de las comunidades de Puno, y los conjuntos de danzas organizados en los distintos barrios de la ciudad capital de esa región.


Participan directamente alrededor de 100,000 danzantes y unos 10,000 músicos, a los que hay que añadir el concurso indirecto de otras 35,000 personas, entre autoridades, dirigentes barriales, turistas nacionales y extranjeros, así como artesanos en la confección de caretas, botas y zapatos, cascabeles y otros elementos utilizados por los danzantes.


Es la manifestación cultural reconocida por la Unesco como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad, el 2 de diciembre de 2015. Se trata de una danza originaria de la localidad de Tapay, en el Valle del Colca, región Arequipa. 


La danza, que tiene una connotación amorosa, es ejecutada por personajes denominados “wititis”. Los hombres llevan una indumentaria militar que consiste en una montera (casco de protección), camisa militar o polaca, llicllas entrecruzadas en el pecho, y una pollera femenina. 

Debido a que las autoridades en la época colonial prohibieron el uso de la vestimenta militar inca, la pollera reemplazó al “unko”, prenda parecida a la falda que usaban los guerreros de entonces.

Las mujeres llevan su vestimenta tradicional, diferenciándose las “collawas” de las “cabanas” por el tipo de sombrero. Las primeras usan sombrero blanco de paja que hace alegoría al nevado Collawata y bordados con tendencia a hilos de auquénidos coloridos; mientras que las Tapayeñas llevan un paño con finos hilos incrustados con rosarios e hilos de imitaciones de oro y plata.


Todo wititi varón lleva como seguro de las dos liccllas el “Chumpi” y opcionalmente la “huaraca”. Los capitanes se distinguen por llevar la “wifala”. El 14 de julio de 2009 fue declarada Patrimonio Cultural de la Nación por el Ministerio de Cultura.


El patrimonio oral y las manifestaciones culturales del pueblo indígena zápara, que habita a ambos lados de la frontera peruano-ecuatoriana fue declarado en 2001 como Patrimonio Cultural Inmaterial por la Unesco, convirtiéndose en uno de los pocos reconocimientos binacionales otorgados por dicha organización de las Naciones Unidas.


Las estimaciones de los especialistas difieren, pero todos coinciden en señalar el riesgo de extinción de esta cultura, dado que la población étnica estimada actualmente asciende a solo 400 personas. De ese total, alrededor de 200 indígenas habitan en la provincia de Maynas, región Loreto, mientras que una cantidad similar radica en la provincia ecuatoriana de Pastaza. La fonología de la lengua zápara es relativamente simple, con sólo cuatro vocales y 15 consonantes.

(FIN) LZD/MAO

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Publicado: 19/8/2021