¿Quieres visitar Vinicunca? Conoce dónde está y cómo llegar a la montaña arcoíris de Perú

Este formidable atractivo turístico es sensación en redes sociales y cautiva a viajeros y publicaciones de turismo

16:00 | Lima, nov. 8.

Posicionada desde hace algunos años como un atractivo turístico de obligada visita en Perú, la montaña Vinicunca, conocida también como montaña siete colores o arcoíris es la sensación en las redes sociales y cautiva a publicaciones internacionales de viajes y turismo. Por ello, es importante repasar información esencial sobre este espléndido escenario natural que todo visitante nacional y extranjero debería conocer.

Ubicación


La montaña Vinicunca se localiza en el distrito de Pitumarca y su cumbre alcanza los 5,200 metros sobre el nivel del mar. El ascenso demanda entre 90 y 120 minutos y su proximidad al Ausangate permite observar el nevado más alto del Cusco y uno de los más altos del Perú (6,384 metros de altitud). 


Descubierta al turismo en 2016, la montaña de siete colores sedujo a los visitantes de todo el Perú y del mundo, llegando a recibir hasta 2,000 visitantes por día. En agosto de 2017, Vinicunca apareció en la lista de 100 lugares para visitar antes de morir, recomendados por expertos en viajes en la página web Business Insider.



Origen de su nombre


El nombre Vinicunca proviene de dos voces quechuas: Wini, por las piedras negras redondeadas y pesadas que abundan en la zona, a las que les llamaban Wini rumi (piedra). La segunda es Kunka que significa cuello, porque la estrechez del cerro se asemeja a un cuello de paso. Inicialmente, los arrieros del altiplano y los pobladores lo conocían como Qolla Ñan o camino de los Qollas.


¿A qué se debe su gama de colores?


La variada gama de colores que cubre la superficie de la montaña Vinicunca se debe, según la Sociedad Geológica del Perú, a una compleja historia geológica de sedimentos marinos, lacustres y fluviales. Estos sedimentos, transportados por el agua que antes cubría la zona, datan de los periodos terciario y cuaternario, es decir, desde hace dos millones de años.


El movimiento de las placas tectónicas del área elevó estos sedimentos hasta que se convirtieron en montañas. Con el paso del tiempo, los sedimentos fueron formando capas que en la actualidad se ven como franjas y los colores llamativos se deben a la oxidación de los minerales, ejercida por la humedad de la zona, y a la erosión.


Los colores que se aprecian en estos cerros y su relación con los minerales son los siguientes: fucsia y rosado (mezcla de arcilla roja, fango y arena); morado o lavanda (una mezcla de arcilla y carbonato de calcio y silicatos); rojo (argilitas y arcillas); verde (mezcla de hierro, magnesio y óxido de cobre), mostaza o dorado (limonitas, areniscas calcáreas ricas en minerales sulfurados o combinados con azufre); blanco y crema (arenisca o arena de cuarzo y piedra caliza). Aunque se parecen por su cautivante belleza paisajística, estos cerros altoandinos presentan algunas diferencias que vale la pena recordar.



Mejor temporada para visitarla


La mejor temporada para visitar esta impactante montaña arco iris es de mayo a octubre, cuando hay ausencia de lluvias y se puede apreciar el magnífico contraste de las cumbres con el inmenso cielo azul.


En temporada de lluvias, de noviembre a abril, ambas montañas pueden estar cubiertas de nieve y ello, además de impedir apreciar la belleza de su superficie multicolor, también dificulta el acceso a sus cumbres.




¿Desde cuándo estas montañas son atractivos turísticos?


Aunque existen desde hace millones de años y son conocidas por la población de las comunidades cusqueñas altoandinas cercanas, la impactante belleza cromática de estas montañas empezó a notarse tras el progresivo derretimiento de la nieve que las cubría debido a los efectos del Cambio Climático en la Cordillera de los Andes.


Si bien hubo muchos montañistas, aficionados al excursionismo y viajeros de aventura, peruanos y extranjeros, que habían tomado contacto con estas obras maestras de la naturaleza, su popularidad internacional se incrementó notablemente desde alrededor del año 2016 con la difusión de imágenes a través de las redes sociales de turistas y fotógrafos deslumbrados con su belleza paisajística.  



¿Cómo llegar a la montaña Vinicunca?


Para llegar a la montaña Vinicunca desde la de Cusco hay que pasar por las localidades de Andahuaylillas, Quiquijana y Checacupe. Luego de tres horas en auto o bus de turismo se llega a Pitumarca, lugar en el que se encuentra la comunidad de Qheshiuno, punto de inicio de la caminata.


El ascenso a pie dura alrededor de una hora hasta llegar a una estación de caballos donde los arrieros siempre están dispuestos a ayudar con el ascenso. Los caballos llevan al visitante hasta cierto punto en la subida. Luego hay que subir a pie hasta llegar a la cúspide, a 5,200 metros sobre el nivel del mar, donde se encuentra un mirador. Desde allí podemos observar en todo su esplendor las montañas en una vista en 360 grados. Son los dominios del gran nevado Ausangate, considerado un apu o deidad tutelar andina.



Admiración mundial


La admiración mundial que provoca la montaña Vinicunca o de siete colores se evidencia en numerosos reportajes y crónicas publicados en medios de comunicación de diversos países. Por ejemplo, la sección Viajes del diario La Razón de España, en su versión digital, destaca que son muchos los usuarios de redes sociales que se quedan estupefactos ante las imágenes de Vinicunca, convertida en una alternativa de visita que está compitiendo nada menos que con el aclamado Machu Picchu.


En el artículo titulado: “La montaña más colorida del mundo está en Perú y promete hacerle la competencia al Machu Picchu”, publicado el 6 de noviembre último, el prestigioso medio de comunicación español afirma que Vinicunca se ha convertido en un espejo del turismo moderno.


Por su parte, la sección Viajes & Gastro del medio digital español eldiario.es publicado el 1 de noviembre, señala que en la colorida montaña Vinicuncacada franja cuenta una historia geológica distinta: el rojo proviene de la arcilla ferruginosa, el verde de las arcillas ricas en cobre, el blanco de la arenisca y el cuarzo, y el amarillo de los compuestos de azufre. Es, en resumen, una paleta natural tallada por millones de años de transformaciones bajo tierra”.


Destaca que, hasta hace menos de una década, Vinicunca apenas figuraba en los mapas turísticos. Pero desde 2016, impulsada por las redes sociales y los influencers de viajes, la montaña pasó de recibir unos pocos excursionistas al día a más de mil visitantes diarios en temporada alta.  


El ascenso, que parte desde el distrito de Pitumarca, dura unas dos horas a pie a más de cinco mil metros de altitud. El aire es fino, el sol quema y las temperaturas pueden desplomarse en cuestión de minutos. Aun así, cada jornada llegan centenares de turistas dispuestos a tomarse la codiciada foto con el fondo multicolor”, resalta el medio de comunicación español.

Equilibrio entre conservación y popularidad 


Ambos medios de comunicación advierten también que el caso de Vinicunca ilustra un dilema cada vez más común: cómo equilibrar la popularidad turística con la conservación del paisaje. 


Refieren que las autoridades peruanas han intentado regular el acceso y fomentar prácticas sostenibles, pero el flujo de visitantes continúa creciendo. “Muchos llegan sin preparación física ni conocimiento del ecosistema, atraídos por la imagen digital más que por la experiencia real”, comenta el diario.es.


Agrega que, en este sentido, la montaña arcoíris se ha convertido en un símbolo doble: por un lado, es un emblema natural de Perú, una muestra asombrosa de la geología andina; por otro, representa los riesgos de un turismo guiado más por el algoritmo que por el respeto al entorno.


(FIN) LZD/MAO


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Publicado: 8/11/2025