La angustia y desesperación terminó para Enrique Bueno (de 55 años), quien mientras esperaba que su hijo, infectado con el coronavirus covid-19, sea atendido en el Hospital Nacional Arzobispo Loayza, fue socorrido por el ministro de Salud, Víctor Zamora, durante una visita inopinada que ejecutaba en este nosocomio en el marco del Operativo Protección.
El padre de este paciente recuerda, todavía emocionado, que el pasado 18 de junio, a la 01:30 horas, vio al titular de Salud llegar al hospital. Sin pensarlo dos veces regresó unos segundos a su viejo auto solo para pedirle a Dios que le dé las fuerzas y palabras exactas para contarle al ministro el cuadro médico de su hijo Reyser que, con 30 años y 3 hijos, padecía ante sus ojos por la insuficiencia respiratoria.
"El ministro me escuchó y cuando me quebré me dijo que no tenía que suplicarle nada y que todos los pacientes, incluido mi hijo, serían derivados a otros hospitales con espacios disponibles. Es un hombre sensible que supo entender mi situación", relata el señor Bueno, quien nunca más pensó volver a ver al titular de Salud.
Esa noche,
Reyser fue referido al
hospital Hipólito Unanue junto con otros pacientes y en el segundo día de hospitalización en este nosocomio su padre recibió otra grata sorpresa.
Zamora Mesía había acudido al hospital, ubicado en
El Agustino, para inaugurar el Centro de Atención y Aislamiento Covid-19 en sus áreas de expansión y, antes de retirarse, fue a visitar al hijo del señor Bueno. Al verlo todavía delicado ordenó su traslado en ambulancia al
Hospital Emergencia Ate Vitarte.
En este centro de referencia para la atención de pacientes covid-19, Reyser recibió oxigenoterapia con máscara de reservorio y cánula binasal y tratamiento con antibióticos de alto espectro. "Soy un hombre muy creyente y creo que el ministro se convirtió en el 'ángel de mi hijo', porque se puso en nuestro camino para ayudarnos; mi esposa y nuera también están muy agradecidas".
Al tanto de este caso, la doctora
Sayuri Enríquez, jefa del Departamento Médico Quirúrgico del
Hospital Emergencia Ate Vitarte, enfatizó que el éxito de las altas médicas se debe al trabajo en equipo de doctores, enfermeras y técnicos. "Nos llena de orgullo ver cómo más personas logran salir del hospital con una nueva perspectiva de la vida”, remarcó.
Hoy,
Reyser ya regresó a su casa en el distrito de
Santa Anita. No le interesa saber si se contagió en el área de distribución de la empresa de alimentos donde laboraba o en algún vehículo de transporte público, la única certeza que tiene hoy es que la vida le ha dado una nueva oportunidad para pasarla al lado de su esposa,
Joselyn Acosta, sus tres pequeños y, por supuesto, sus dedicados padres.
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(FIN) NDP/JAM