El Instituto Geofísico del Perú (IGP) explicó que el
no ayuda a liberar la energía sísmica suficiente para reducir la agresividad de un eventual sismo grande.
“
El sismo de Pisco en el 2007 produjo una ruptura del orden de 270 kilómetros; el sismo de hoy solo ha ocasionado una ruptura de milímetros. Por eso debemos entender que estos sismos no ayudan mucho a
liberar la energía que está acumulada para dar origen a grandes sismos”, explicó a la
Agencia Andina Hernando Tavera, presidente ejecutivo del IGP.
En ese sentido, señaló que la experiencia en este campo ha llevado a entender que los sismos de magnitud 8 o más son los que sí ayudan a liberar importante energía acumulada bajo tierra, reduciendo así la magnitud de un evento de mayor nivel.
“Los sismos grandes ayudan a liberar la energía de los grandes sismos; en cambio, los sismos pequeños como el ocurrido hoy en realidad no ayudan mucho a liberar esta energía”, puntualizó.
Sin embargo, rescató que este evento sísmico permite a los residentes de Lima recordar que viven en un país altamente sísmico y deben organizarse para tener una buena respuesta, calmada y segura, en el mismo momento del temblor.
Asimismo, consideró importante revisar cómo respondió la infraestructura de la vivienda, cómo reaccionó cada persona y qué cosas se cayeron, a fin de que no vuelvan a ocurrir cuando se produzca un evento sísmico similar o de mayor magnitud.
Al referirse a las familias que habitan edificios o estructuras muy grandes, señaló que es probable que el temblor se haya sentido de forma más intensa, pero las respuestas de las estructuras varían según la geometría y la forma de construcción.
En dichos casos se deben identificar las zonas seguras, que suelen ser las columnas de la casa, también la zona del ascensor, que tiene estructuras de concreto armado; de esa manera, las personas tendrán mayor seguridad hasta que el sacudimiento del suelo pase y puedan comenzar a evacuar.
El sismo de magnitud 5.6 ocurrió a las 05:27 horas de hoy y su epicentro se ubicó a 19 kilómetros al noreste de Lima; en tanto, la profundidad fue de 116 kilómetros bajo tierra.
Tavera explicó que probablemente las personas más observadoras han podido percibir que el sacudimiento del suelo fue vertical, es decir, de abajo hacia arriba, lo que aumentó la sensación de sorpresa y miedo entre la ciudadanía.