Como cuna de civilización en América, el Perú tiene no solo la urbe más remota del continente, que es la Ciudad Sagrada de Caral, con una antigüedad de 5,000 años, sino también la ciudad más antigua aún habitada, con más de 3,000 años de ocupación continua. ¿Cuál es esta localidad? A continuación, la respuesta.
Se trata de Cusco, una de las capitales históricas de Perú, capital arqueológica de América y Patrimonio de la Humanidad. Aunque es más conocida como la metrópoli del imperio incaico o Tahuantinsuyo, cuyo primer inca Manco Cápac fundó la ciudad en el siglo XIII, en realidad su ocupación se inició más de 1,000 años antes.
Primeros habitantes
Más allá de la mitología inca sobre la fundación de Cusco, que confiere a Manco Cápac y Mama Ocllo, el protagonismo de la creación de la ciudad, la arqueología señala que el territorio donde se encuentra actualmente Cusco empezó a ser habitado desde el valle de Huatanay o valle de Cusco en el periodo Formativo, comprendido entre los años 2000 y 200 a. C.
Allí surgió una aldea neolítica conocida como
Marcavalle, cuyas manifestaciones arquitectónicas, líticas, cerámicas y otras brindan testimonio de las primeras formas culturales cusqueñas que generaron los fundamentos de lo que después sería la colosal expresión del Tahuantinsuyo, según refieren los investigadores Alfredo Valencia Zegarra y Arminda Gibaja Oviedo, autores del libro
“Marcavalle: El rostro oculto del Cusco”, publicado en 1991.
Alrededor del año 800 a.C. se desarrolló la cultura
Chanapata y en el año 600 años d.C. se creó
Qotakalli, la primera región del sistema de Estados Regionales surgidos en el sur peruano. Posteriormente, con la invasión
Wari, el primer imperio surgido en Perú, fue creado el estado regional de Killki o Killke en el año 800 d.C, y el de Lucro hacia el año 1000 d.C.
El cronista español Pedro Sarmiento de Gamboa (1530-1592) da cuenta de la existencia de grupos étnicos en el valle de Cusco antes del surgimiento del imperio inca. Dicho autor menciona a los guallas, los sahuasiray y los antasayas como los pobladores más antiguos; en tanto que los alcavistas, copalimaytas y culunchimas son considerados moradores más recientes. También se sabe que los ayarmacas habitaban la región y fueron los únicos que no fueron doblegados por los incas, convirtiéndose en sus principales rivales en el dominio de la comarca hasta su desplazamiento fuera del valle de Cusco.
Presencia inca
El inicio de la civilización inca se dio con la fundación de la ciudad en el año 1200 d.C. y alcanzó su fase expansiva en el 1400 d.C. durante el gobierno del inca Pachacútec, quien convirtió a la urbe en el más importante centro político y espiritual del imperio cuya máxima extensión abarcó, además del territorio peruano, parte de Colombia, Ecuador, Bolivia, Argentina y Chile.
El diseño original de la ciudad de Cusco se atribuye al
inca Pachacútec, aunque existen hipótesis que le otorgan influencia
Wari, conocidos como los
“abuelos de los incas”, según afirma el arqueólogo
José Ochatoma. El plano del Cusco antiguo tiene forma de un
puma delineado, con la plaza central Haucaypata (convertida en Plaza de Armas con la conquista española) en la posición que ocuparía el pecho del felino andino. La cabeza del puma estaría ubicada en la colina donde está la fortaleza de Sacsayhuamán.
Sede del imperio incaico
Bajo el gobierno del inca Pachacútec, en el siglo XV, la ciudad de Cusco fue rediseñada y remodelada después de un proceso de ocupación preinca de más de 3,000 años, y se convirtió en la capital del Imperio Inca o Tahuantinsuyo, que cubría gran parte de Sudamérica, entre los siglos XV y XVI d.C.
La ciudad de Cusco se desarrolló como un complejo centro urbano con distintas funciones religiosas y administrativas perfectamente definidas, distribuidas y organizadas. Los edificios religiosos y gubernamentales estuvieron acompañados de las moradas exclusivas para familias reales, conformando un conjunto urbano simbólico sin precedentes, que muestra una tecnología de construcción en piedra con propiedades estéticas y estructurales excepcionales, como el Templo del Sol o Qoricancha, el Aqllahuasi, el Sunturcancha, el Kusicancha y una serie de edificaciones de muy fina terminación que configuran el recinto inca como una unidad indivisible del urbanismo inca.
La ciudad noble estaba claramente aislada de las áreas claramente delimitadas para la producción agrícola, artesanal e industrial, así como de los barrios circundantes.
Con la conquista española en el siglo XVI, se conservó la estructura urbana de Cusco y se construyeron templos, monasterios y casas señoriales sobre la ciudad Inca. En su mayoría fueron de estilo barroco con adaptaciones locales, que crearon una configuración mixta única y de alta calidad que representa la yuxtaposición y fusión inicial de diferentes períodos y culturas, así como la continuidad histórica de la urbe.
El notable sincretismo de la ciudad es evidente no solo en su estructura física sino también en la expresión artística del Virreinato. De esta manera, se convirtió en uno de los centros de creación y producción de arte religioso más importantes del continente. También es importante por las costumbres y tradiciones de su población, muchas de las cuales aún conservan sus orígenes ancestrales.
El Palacio Municipal del Cusco, la Casa del Inca Garcilaso de la Vega, el Teatro Municipal, entre otros recintos históricos, cuentan con el
Escudo Azul de la Unesco, emblema internacional que permite la protección y conservación del patrimonio monumental y arquitectónico de esta ciudad surandina.
Otras ciudades antiguas
Otras ciudades antiguas aún habitadas, creadas posteriormente a Cusco son Ollantaytambo, creada durante el gobierno del inca Pachacútec (siglo XV); Cajamarca, cuya fundación se estima aproximadamente en 1320; Jauja, fundada como Hatun Xauxa por Túpac Inca Yupanqui aproximadamente en 1465; y Lima, cuyo poblamiento empezó entre los siglos VI y VII d.C.
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