Caficultores de Junín, Puno, Cusco, Ayacucho y Huánuco, que optaron por los cultivos alternativos como medio de vida, se encuentran en Lima participando de la feria: Yo tomo café peruano, la cual finaliza hoy domingo y estará desde las 11.00 hasta 21.00 horas en la espalda de La Rambla San Borja.
Conozcamos aquí la historia de cuatro caficultores que gracias al apoyo de la Comisión Nacional para el Desarrollo y Vida sin Drogas (Devida) y la cooperación internacional se asociaron y mejoraron sus procesos de producción para lograr un café especial, cuya demanda en el mercado nacional e internacional es una oportunidad de desarrollo para ellos.
Reynaldo Flores
Fundador de la asociación de productores Sumaq Café en Pangoa-Satipo (Junín) desde 2012, cuenta que ese año la roya amarilla del café hizo que muchos agricultores abandonaran este cultivo. Sin embargo, destaca que "los valientes" permanecieron firmes y el 2015, gracias a un proyecto financiado por la Unión Europea empezaron a ver la diferencia entre el café convencional (a granel, combinado y sin selección) que hasta el momento vendían y los cafés con perfiles, valorados por su aroma, acidez, sabor, cuerpo.
Dos años después, en el 2017, los 120 asociados de Sumaq Café enviaron un microlote de su café a un concurso en Francia, donde alcanzaron el tercer lugar. "Fue allí que nos dimos cuenta que nuestro café era sorprendente y debíamos aprovecharlo como la apuesta por nuestro futuro".
Para Reynaldo es un aliciente también que cada día más peruanos aprecien el buen café. En Pangoa en la actualidad existan 20 cafeterías, cuando hace 11 años, solo había una. "Eso demuestra que más agricultores han visto los beneficios de optar por la ruta alternativa". En el caso de Sumac Café cuentan con dos cafeterías en Pangoa y la proyección es abrir una cafetería el próximo en Lima. "Yo tomo café peruano, que viva el Perú", es nuestro lema, concluye.
Roxana Chimanga
De la Cooperativa Agraría Indígena Ashaninka y Nomatsigenga Asi Omagaro Kanuja de distrito de Pangoa, provincia Satipo (Junín). Esta asociación, cuenta Roxana, produce café y cacao bajo la denominación Kanuja. Por ahora solo venden su café en Pangoa pero su objetivo es llegar a Lima y por qué no a un concurso internacional que pueda abrirles el camino de la exportación.
Refiere que la cooperativa agraria, que vela por 54 comunidades nativas indígenas Asháninka y Nomatsigenga, cultiva su el grano sobre 1400 metros sobre el nivel sobre el mar. "Es la primera que estamos promocionando nuestro producto en una feria en Lima, nosotros venimos articulados hace tres o cuatros con Devida, pero hace 2 años recién con el tema de café", explica.
Roxana destaca los beneficios que ha significado para las comunidades optar por el cultivo de un café especial porque les ha permitido a las mujeres una oportunidad de desarrollo y generar ingresos económicos que cubren gastos de educación, salud y alimentación de su familia.
Pedro Ñahui
Cafetalero de segunda generación, cultiva el grano aromático desdelos 8 años de edad. Actualmente gerencia una asociación de 50 familias, cuya marca es café Ayacuchano. "Nuestro objetivo principal es generar consumo local, regional y nacional. Nuestro café en Lima puede encontrar en Cafetería Punto.pe y también tenemos un presentante y el apoyo de Devida", señala.
Pedro cuenta que su visión del café cambió el 2011 gracias a la ayuda de la cooperación internacional y dos años después optó por este cultivo como medio de vida y desarrollo de toda su familia. "Desde setiembre del 2013 hasta la fecha pienso día y noche, y vivo del café", afirma.
Este año Café Ayacuchano ganó el tercer puesto en un concurso de café tostado en París. Ñahui refiere que en la actualidad su asociación produce cada mes mil kilos de café tostado, molido y envasado, con lo cual avanzan es su objetivo de vivir de un producto con valor agregado. Su asociación cuenta con cafeterías en Ayacucho y también apuntan a contar con un local en Lima. "Para mí es un producto bandera del Perú, es una esperanza, gracias al café cada vez conocemos más gente y la marca llega a más paladares aquí y fuera del país", destaca.
Mariluz Salazar
Cultiva el café del tipo arábico Caturra desde hace 20 años cuando conoció a su esposo, quien viene de una familia de caficultores. La roya también significó una antes y un después para ella. Sin embargo, hace 6 años reciben asistencia de Devida para tecnificar su cultivos.
Mariluz representa a una cooperativa de 184 socios, mujeres y hombres, del Valle de Santa Cruz, distrito del Río Tambo, provincia de Satipo (Junín). Actualmente, su producto se vende en los valles cercanos de su región porque su producción se vio afectada por la plaga, pero confía en recuperar el prestigio que tenían antes.
"Hace 20 años este café Caturra era el primer del café, cuando lo atacó la roya lo desapareció prácticamente porque es muy frágil, pero nos estamos recuperando", afirma la caficultura, cuyo objetivo principal es que más peruanos conozcan y consuman los cafés especiales que se producen en la zona del Vraem. De esa manera, sostiene, se ayudará al sostenimiento de muchas familias que apuesta por la ruta alternativa.
(FIN) RMCH
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Publicado: 27/8/2023