Los indicadores de salud mental del país reflejan un incremento sostenido y preocupante de trastornos mentales en todos los grupos etarios, de los que no escapan los niños y adolescentes. ¿Cómo cuidar la salud mental de los hijos y cuándo pedir ayuda?
Diversos estudios demostraron que muchos menores de edad se vieron tremendamente afectados a nivel emocional durante la pandemia del covid-19, situación que se ha agudizado en la pospandemia por diversos motivos, entre ellos el desamparo, la inseguridad, la violencia y la ausencia de los padres.
¿La salud mental de los hijos es un reflejo de la buenas o malas relaciones de los padres? ¿Cuáles son las principales causas de trastornos en los menores? ¿Qué síntomas reflejan un deterioro de su salud mental?
“Ante la pregunta de que si el trastorno mental de un niño es reflejo de lo que sucede con los padres, la respuesta es que se trata de un factor, pero no es el único”, sostuvo la psiquiatra July Caballero, directora ejecutiva de Salud Mental del Ministerio de Salud (Minsa), en entrevista con el programa Saludable Mente de la Agencia Andina.
Pidió tener muy presente que somos seres sociales y por tanto nos afecta, y afectará siempre, lo que ocurre alrededor nuestro.
“Para que uno desarrolle un problema de salud mental hay una conjunción de varios factores de riesgo, entre los que se incluyen los determinantes sociales. Una persona que vive en una situación de pobreza o precariedad va a tener mayor riesgo de tener un problema de salud mental, así como quienes experimentan violencia, riesgo o peligro”.
También existe el factor genético, donde el componente de heredabilidad incrementa el riesgo de padecer un problema de salud mental.
Otras causas son los hábitos: si no hay espacios de descanso, alimentación balanceada o actividad física habrá mayores posibilidades de un deterioro mental.
La experta explicó que, así como debemos revisar nuestros factores de riesgo, debemos cuidar también nuestros factores protectores, como el temperamento, que es el factor biológico de lo que será nuestra personalidad.
A este suman las redes de apoyo familiar, social y comunitario. Si estas funcionan en armonía habrá mayor protección emocional y mental.
Aunque no siempre se coloca entre la lista de factores protectores, considera que poner límites es también una demostración de amor hacia nuestros hijos.
“Los límites no significan castigo, porque el castigo solo genera temor y la creación de adultos sumisos que no tendrán la capacidad de defenderse ante agresiones futuras o, por el contrario, crearán personas contestatarias sin razón alguna. Los límites tienen que ver con las consecuencias previamente anunciadas. Si quieres hacer esto, antes debes cumplir 1, 2, 3, 4 cosas y si no lo cumples habrá una consecuencia. Todo debe estar muy claro”.
Un aspecto fundamental para que esto funcione es que los padres cumplan siempre lo que advierten. Debe notarse firmeza, de lo contrario se creará un ambiente de inestabilidad para todos.
Señales de alerta
Si bien todos somos diversos y distintos, la psiquiatra manifiesta que existen señales que pueden alertarnos sobre situaciones que requieren atención profesional, ya sea en adultos, adolescentes o niños.
“Por ejemplo, hay algunas pautas que nos guían respecto a las emociones, para ver si son muy intensas y desproporcionadas. Hay que evaluar si la hija o el hijo está muy triste, angustiado la mayor parte del tiempo, si esos cambios van acompañados de otros como problema de sueño, terrores nocturnos, pesadillas, alteraciones del apetito”.
Hay que analizar si ya no disfrutan lo que antes les encantaba. Esto podría ser señal de que algo les ocurre, no necesariamente un trastorno mental, pero sí algo que merece atención.
Otras posibles señales de alerta son mostrar apatía prolongada. Por ejemplo, antes disfrutaba salir, jugar, conversar, reunirse con los amigos y ahora ya no lo desea y, por el contrario, busca estar siempre solo, encerrarse en su cuarto, no relacionarse con nadie o muy pocas personas. Hay que indagar qué es lo que está pasando.
El rendimiento escolar o universitario es otro indicador por evaluar. Los padres deben averiguar qué está ocurriendo en el fuero interno, familiar, social y también educativo de los hijos.
¿Qué hacer primero y cómo hacerlo?
La experta sugiere hablar, dialogar con los menores y, para hacerlo de forma más efectiva, pide tener en cuenta las siguientes recomendaciones.
En primer lugar, desarrollar la escucha empática que se ofrece sin juzgar.
“A veces los hijos nos cuentan cosas y algunos padres lo primero que les dicen es ‘ya ves, yo te dije’. Hay que hacer de la casa un lugar seguro, de confianza para ellos, donde sepan que si van a contarnos sus problemas podremos contenerlos, apoyarlos, ayudarlos a encontrar soluciones, a sentirse consolados y a desarrollar lo que se conoce como habilidades socioemocionales”.
Se sugiere que el diálogo se desarrolle con preguntas abiertas, como ¿Qué otra cosa podrías haber hecho o hacer tu ante tal situación? ¿Qué ventajas y desventajas hay en esta opción? ¿Cómo crees que se puede resolver este problema? La conversación que se tenga con los hijos debe ayudarlos en su proceso de reflexión y a dar espacio a lo que piensan, a lo que sienten.
Si los padres por diversas razones no están muy presentes en la vida de sus hijos, debe buscarse que sus cuidadores, que pueden ser sus abuelos, tíos o quienes pasan mayor tiempo con ellos, dediquen tiempo a conocer que les está pasando, los tiene preocupados o inestables.
Si se trata de una familia separada, la especialista pidió que ambos padres coloquen a sus hijos en el centro de todo vínculo y busquen adecuar sus relaciones pensando siempre en su protección física y emocional por sobre todas las cosas.
¿Qué terapias recibir?
La directora ejecutiva de Salud Mental del Ministerio de Salud comentó que, en todos los casos, hay que tener una mirada integral de lo que está sucediendo con los menores.
“En los niños muy pequeños suele haber una relación muy cercana con el estado emocional de los padres. Entonces, hay necesidad de trabajar con los niños y los padres, y tener como aliados a los docentes”.
La intervención dependerá de la necesidad del paciente y la severidad del caso. En algunas situaciones se podría requerir medicación.
“Una cosa muy importante es la psicoterapia, que puede ser individual o grupal, dependiendo de la condición y edad de los menores. Hay que tener en cuenta también que en los primeros 5 años de vida de los niños puede haber necesidades relacionadas al neurodesarrollo: niños con problemas de comunicación, lenguaje o en el espectro autista y, parte de la atención, puede ser terapia del lenguaje, ocupacional, entre otras”, detalló la especialista.
Indicó que la atención dependerá del diagnóstico. La buena noticia es que hay tratamientos y terapias para todas las edades y cada vez más descentralizadas gracias a los esfuerzos del Ministerio de Salud.
“La salud mental debe verse como una oportunidad de crecimiento personal y desarrollo familiar comunitario. Todos debemos trabajar en la prevención de problemas de este tipo, adquiriendo habilidades socio emocionales y competencias para la vida. Es importante aprender a reconocer nuestras emociones y comunicarlas de forma responsable”, indicó.
Quienes tienen dudas al respecto y necesitan asesoría en este campo pueden comunicarse con la línea gratuita 113 del Ministerio de Salud y marcar la opción 5, dedicada a la atención de problemas de salud mental.
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(FIN) KGR/LIT
JRA
Publicado: 15/10/2023