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La historia de Fernando Torres: De controlar maletas a consultor de inmigración

"No sabía inglés ni tenía un plan, pero sí poseía una actitud muy sólida"

El peruano Fernando Torres dejó todo en el Perú para iniciar desde cero una nueva vida en Canadá. Hoy es consultor de inmigración y dirige su propia agencia especializada.

El peruano Fernando Torres dejó todo en el Perú para iniciar desde cero una nueva vida en Canadá. Hoy es consultor de inmigración y dirige su propia agencia especializada.

08:43 | Lima, ene. 16.

Por Cecilia Fernández

Hay un dicho popular que señala que detrás de un gran hombre siempre hay una grandiosa mujer, pero en el caso del peruano Fernando Torres hay dos damas que lo impulsaron a viajar a Canadá para construir sus sueños y alcanzar la vida con la que siempre había soñado.


Hoy es un respetado consultor de inmigración con una agencia que lleva su propio nombre, graduado en la Universidad de British Columbia y que se ha desempeñado como oficial de currícula internacional para la organización Justice Education Society de BC, Canadá, trabajando con jueces, fiscales y organizaciones civiles para mejorar los sistemas judiciales en Panamá, Honduras, Guatemala y Guyana. Trabajó incluso en la Junta de Inmigración y Refugiados de Canadá, ocupándose de las solicitudes de refugiados.

Para muchos pudo, en su momento, resultar incomprensible que Fernando se marchase del Perú. Graduado de la Pontificia Universidad Católica, el derecho lo llevó a recorrer parte de interior del país con el sueño de progreso para todos.
Recordó el esfuerzo que realizó su madre, quien trabajando sin descanso le procuró no solo formación académica de calidad, sino que también le nutrió el alma con valores, pero sobre todo con un espíritu a prueba de balas, que fue su mejor escudo cuando migró a Canadá y donde en sus inicios los días fueron oscuros.



“Jamás en mi vida pensé ser inmigrante; creía que era para perdedores. Con toda honestidad, no hice una inmigración como tal, hice una evacuación. Salí desesperado, lo bueno fue que, ahí está otra vez el mérito de las mujeres, fue mi novia la que me impulsó a ir a Canadá”, recuerda.

Yo no sabía inglés ni tenía un plan, pero sí tenía una actitud muy sólida. Este es un requisito fundamental para todo proyecto de inmigración, tener confianza en que a uno le va a ir bien”, explica sobre la decisión de partir, quizá una de las más importantes que un ser humano toma en su vida.

En busca de un futuro


A Fernando le tomó cinco años de estudios de inglés, “hay gente que le toma seis meses”, dice hoy sonriente. “El primer trabajo más o menos formal que tuve fue en el aeropuerto controlando las máquinas que mueven todo el sistema operativo de las maletas. Un sitio oscuro, bullicioso, lleno de polvo y ruido. Estábamos en una salita, muy pequeña, mi compañero de trabajo se ponía a ver películas. Fíjate, de las circunstancias más complejas uno puede sacar lo mejor. Ellos me decían para qué estudias si todos te entendemos, pero ellos no tenían los objetivos que tenía yo”.

Hoy, en su tarea como consultor de migraciones, aconseja a quienes tomen la decisión de partir en busca de un futuro que “no se puede vivir en un país del primer mundo con un chip de tercero. Te lo tienes que sacar”.

“Te hace mal que tengas una inmigración de 50% con un pie en tu país, y el otro con un pie en el país que te acoge. Eso es como si manejaras un carro mirando siempre el espejo retrovisor. Y me fue bien porque me dio paz. Una inmigración sin paz no es posible”.




El poder reinsertarse profesionalmente con la carrera profesional fue toda una aventura para Fernando, debido a que el derecho requiere una alta capacidad de comunicación.
Sin embargo, lo logró y así pudo no solo trabajar con minorías justamente en estos procesos, sino también facilitar a otros peruanos que puedan cumplir sus objetivos de una manera ordenada, pero, sobre todo, legal a Canadá.

“Canadá tiene un sistema de inmigración, a diferencia de otros países, ordenado, eficiente, predecible. No es como sucede con EE. UU., que uno se va de cualquier manera y le puede ir bien. Eso sería muy difícil en Canadá”, advierte.

“En Canadá tienes que escoger un programa específico que se ajuste a tu perfil para que puedas tener éxito. Entonces, desde nuestra experiencia, el grupo prioritario son familias latinas de entre 35 y 50 años. Los dos pueden o no ser profesionales y la vía más utilizada es ir a estudiar. Es una llave para después obtener residencia y luego ciudadanía”, explica sosteniendo que en ese país aún todo está por hacer.

Gran recompensa




Para Fernando Torres no todo el camino fue fácil y hoy, ya establecido y como cabeza de familia, nos confiesa que fuera de tu zona de confort los sentimientos pueden tornarse confusos y hacer desistir hasta al más valiente.

“Los primeros años estás de luna de miel, todo te parece lindo. El cielo lo ves más azul, las nubes son más blancas, los edificios son más bonitos. A mí me duró muy poquito, porque sabía que tenía que esforzarme mucho. Y al octavo año fue cuando me vino un bajón emocional feo. Seguía trabajando en el aeropuerto, buscando ahora las bombas en las mochilas y me vino la bajada”.

Amor de madre



Pero eso también le duró poco y decidió seguir. Hoy, la gran recompensa es volver al Perú tras más de 15 años fuera y que su madre de 90 años pueda verlo ya consolidado en su rubro y ayudando a otros a cumplir sus sueños.

“Mi mamá me ha acompañado en todos mis pasos. Hace unos días tuve un evento muy importante y ella se conmovió y me dijo: ‘Estoy feliz, hijo, por todo lo que has logrado’. Para mí eso es mi mejor regalo”.

Para Fernando, el factor femenino es medular en su vida, “la mujer tiene más empuje. Es más inteligente porque aprende más rápido el idioma, porque está dispuesta a socializar y conseguir mejores oportunidades a diferencia de los varones. No se cansa nunca y en un país como Canadá va a tener todas las posibilidades”, explica.


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(FIN) CFS/CFS

Publicado: 16/1/2024