18:05 | Lima, may. 10 (ANDINA).
Por Susana MendozaEl destacado charanguista de nuestra país, Jaime Guardia, no sólo conserva las tradiciones melódicas del nuestro instrumento andino sino su creatividad compositora y su buena memoria.
Tiene 77 años, ¿han pasado rápido los años?
-Siento que hubiera sido recién, se han pasado rápido y no los he sentido. Este año cumplo justo 65 años de artista.
Empezó a los 8 añitos…
-Si muy chiquito, los juegos no me gustaban mucho, prefería cantar y aprender a tocar el charango. No me nacía el juego, era tranquilo, más paraba en la chacra con los animales. Yo los cuidaba.
¿Es el único músico de su familia?
-Sí, pero mi hijo mayor me sigue los pasos, José Guardia, y tiene su grupo Los heraldos negros. No necesité enseñarle. A mi nadie me enseñó, a él tampoco. Aprendió como yo, escuchando y mirando. El ahorita tiene 45 años. Tengo cuatro hijos, dos hombres y dos mujeres. Sólo el mayor es el músico.
¿Usted fue un hombre galante o tímido?
-Ni muy galante, ni muy tímido.
¿Qué José María Arguedas le dedicara su libro “Todas las sangres”, le cambió la vida?
-Me sentí orgulloso, contento. Con José María fuimos muy amigos. No cambió mi vida, porque mi vida ya estaba hecha. Para mi fue grandioso y me llenó de satisfacción que me dedicara su libro.
¿Usted colaboró con él en la recopilación de canciones andinas?
-En realidad con él no he trabajado mucho porque fue director de la Casa de la Cultura poco tiempo. Él me brindó su amistad.
¿Cómo lo conoció?
-Yo bajaba del escenario del Coliseo Lima, luego de mi actuación, y emocionado, se me acerca un señor blanco de bigote, me abrazó todo emocionado, contento, me felicitó y me hizo unas recomendaciones…
¿Cuáles?
-Que cantara y tocara el charango, tal como lo estaba haciendo esa noche. Que conservara las melodías, que no me dejara llevar por otros músicos o empresarios porque ellos malogran nuestra música, me dijo; que cantara y tocara tal como lo había aprendido de niño.
Fue una especie de mandato…
-Tenía 18 años, y ya estaba tocando en los coliseos. Yo me inicié en 1945, en mi tierra, en Pausa, Ayacucho…
¿Qué recuerda de esos años?
-Uno va recordando conforme pasan los años. La mayoría de los temas que tengo, que son recopilaciones y también muchas composiciones, fueron de lo que capté durante mi niñez, mientras se jaraneaban los viejos, porque donde había música me metía donde sea.
¿Y quién lo orientó de pequeño?
-Nadie, nadie. Al contrario, la familia en esa época no quería que los hijos aprendan a tocar porque decían que los músicos eran pervertidos. Era prohibido hacer música. No era como ahora que los papás apoyan.
¿Qué fue lo que más le agrado de la amistad de José María Arguedas?
-Nosotros hablábamos en quechua, eso le gustaba a él. Cantaba en quechua, contaba sus chistes también, y yo también los contaba.
¿Se sintió discriminado por hablar quechua?
-En mi tierra yo no hablaba bien el quechua, en donde me perfeccioné fue en Lima, y hablando con mis paisanos.
¿Su lengua materna fue el quechua?
-No, fue el castellano. Ni la familia ni la escuela querían que habláramos quechua. No nos dejaban hablar, sólo castellano querían. Yo lo hablaba a escondidas, con temor. Así también aprendí el charango, nadie sabía que yo aprendía a tocar. Se enteraron cuando salí al escenario.
(FIN) Variedades
Publicado: 10/5/2010