En cuanto a los lugares de compra, Quichiz señaló que deben ser en tiendas o locales formales donde se suele respetar las medidas de bioseguridad y además entregan comprobantes de pago, que es una garantía y permite reclamar si pasara algo con el producto.
“No recomendamos que compren de manera ambulatoria porque allí (el producto) es tocado por muchas personas y en la superficie de estos productos, que muchos ni siquiera tienen empaque, pueden quedar los virus. Eso puede ser transmitido a otras personas”.
El directivo de Digesa recomendó a los padres evitar exponer a sus hijos al coronavirus bajo el pretexto de esta celebración y aconsejó más bien a las familias quedarse en casa leyendo cuentos o historias de terror, jugando o quizá compartiendo los dulces o chocolates comprados para dicha ocasión.
¡Cuidado con el plomo!
“Cuando se desprende la pintura, queda impregnada en las manos de los niños, y como los pequeños no tienen la costumbre de lavarse las manos porque están jugando, esa pintura se la llevan a la boca; entonces van a ingerir también el plomo”, advierte.
El daño provocado en los niños puede ser inmediato y se manifiesta a través de una intoxicación si son alérgicos, o una reacción a la piel si son muy sensibles. De otro modo, se acumulará en el organismo afectando el sistema nervioso.
Según la OMS, la discapacidad intelectual también es ocasionada por el contacto con el plomo y, según explica Quichiz, esto se debe a que afecta el sistema nervioso, por lo que el niño puede presentar retardo en el aprendizaje y en el crecimiento.
“Muchas veces se piensa que el niño no aprende porque no quiere y no es así; si se le hace un estudio de sangre o búsqueda de plomo, puede que esté contaminado. Desde muy pequeños les damos juguetes o sonajas y el niño a esa edad tiende a llevarse todo a la boca”, sostiene.
Además, la exposición al plomo también puede causar anemia, hipertensión, disfunción renal, inmunotoxicidad y toxicidad reproductiva. Se cree que los efectos neurológicos y conductuales asociados al plomo son irreversibles.
Además de las pinturas usadas en los juguetes, el plomo también se puede ser encontrado en las baterías de los carros, en las pinturas de las paredes de las casas, colegios, nidos, o muchas veces de forma natural en el suelo.
¿Cómo reconocer el plomo?
Para reconocer la presencia del plomo en las pinturas de los juguetes, el biólogo establece cuatro indicadores a evaluar: el desprendimiento de la pintura, el olor fuerte, los colores brillantes y el precio de venta.
“Ni siquiera es necesario pasar el dedo (por el juguete), menos ahora que estamos en pandemia. Si hay desprendimiento de la pintura, ese ya es un indicador de que esa es una pintura industrial, barata, fabricada con plomo, cadmio omercurio”, advierte.
Sobre el precio, precisa que “un juguete que está creado con pinturas buenas, que no se desprenden, tienen un precio más elevado en el mercado”.