Andina

Familiares de personas desaparecidas: "nuestra búsqueda no está en cuarentena"

Hoy se conmemora el Día Internacional de Personas Desaparecidas

Hoy se conmemora el Día Internacional de Personas Desaparecidas.  Foto CICR.

Hoy se conmemora el Día Internacional de Personas Desaparecidas. Foto CICR.

10:40 | Lima, ago. 30.

Karina Garay Rojas

A los 14 años de edad, Willy Castañeda desapareció de su natal Huánuco. Sendero Luminoso se cruzó en su camino y lo arrancó de su hogar, dejando una grieta de dolor y angustia en su familia, la cual nunca dejó de buscarlo. Y la vida hizo el milagro. En julio de este año, Willy fue encontrado tras 34 años de búsqueda incansable.

“Muchos dicen ¿para qué remover el pasado? Y yo les digo porque justamente podemos tener más historias así. Hoy esta familia inicia una nueva etapa en su vida y creo que todos, en estos difíciles momentos de pandemia, somos un poco más felices por ello”, comentó el viceministro de Derechos Humanos, Daniel Sánchez, en sus redes sociales cuando dio a conocer esta fantástica historia. 

Hoy se celebra el Día Internacional de las Personas Desaparecidas, en medio de una emergencia sanitaria por el coronavirus, con tragedias marcadas por la distancia y el alejamiento físico, con cuerpos que no terminan de despedirse o llorarse, tal como aún lo padecen miles de familias en el país, desde hace décadas.  

Las muertes por desaparición forzada y las ocasionadas por el covid-19 comparten algunos efectos: un impacto traumático entre los deudos, la soledad de sus familiares, la ausencia de un cuerpo para velar, así como la falta de ritos que cierren el ciclo de esa vida, comenta Eva Esteban Finck, psicóloga del Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR). 

“En el trabajo que desarrollo con el Minsa sobre el impacto del covid en los familiares de personas desaparecidas, busco explicar que, ahora mismo, todos estamos viviendo de cierta manera las mismas sensaciones que pueden llegar a tener la familia de un desaparecido. Hay ambivalencia, miedo, ansiedad, situaciones que no controlamos y que nos afectan mucho”. 

A esto se suma el estigma por la enfermedad o la desconfianza. “Hablamos de personas que llevan viviendo por 35 años las mismas sensaciones que nosotros padecemos desde hace cinco meses”. 

De acuerdo con el Registro Nacional de Personas Desaparecidas y Sitios de Entierro (Renade) del Ministerio de Justicia y Derechos Humanos, entre los años 1980 y 2000 desaparecieron 21, 793 peruanos a causa de la violencia política, todos con nombre y apellido. 

Sin cuerpo no hay duelo 


Eva Esteban destaca que, si bien estas personas exhiben una gran resiliencia y fortaleza para seguir la búsqueda permanente de sus familiares, este proceso les ha generado un sufrimiento y daño emocional enormes, que pueden verse acrecentados por la pandemia.  

“Somos seres biopsicosociales. Cuando uno pierde a alguien de forma natural, lo que te permite iniciar un duelo es que hay un cuerpo físico y hay una sociedad que reconoce el fallecimiento, te da el pésame y participa en ciertos rituales, como un velorio, un entierro. Pero si una persona desaparece, primero no hay cuerpo y por tanto no se puede hablar de muerte y eso genera una incertidumbre tremenda, no hay un ritual que te diga en qué condición está”. 

Lo que pasó en esas comunidades en los años mencionados, agrega, es la instalación del silencio sin ningún rito que otorgue sentido a lo que estaba pasando, lo cual abre espacio a la ambivalencia y la desazón.

“Eso generó una desconfianza tremenda, depresión, culpa porque 'no hice lo suficiente por ese familiar que desapareció', se generaron pensamientos repetitivos, irritabilidad y algo que es clave: la incertidumbre angustiosa, pues tienes la esperanza de encontrarlo, pero no sabes dónde ni cómo. Eso es muy deteriorante”. 


Acompañar
Eva Esteban acompaña a uno de los deudos de Ayacucho

Los buscadores en todos los casos, detalla la psicóloga, se encuentran atrapados por la alternancia: entre la desesperanza porque ya han buscado y no tienes más pistas para seguir y luego la necesidad de continuar porque se piensa “dónde estará, a lo mejor está vivo y debo continuar esforzándome". 

Esto es algo muy similar a lo que sentimos con la pandemia del coronavirus: nos tranquiliza saber que nuestras familias se cuidan en casa, pero sentimos una gran urgencia por verlas, abrazarlos y pero no se puede ni se debe.  

“Nada nos detendrá” 


“Nuestra búsqueda no está en cuarentena, ellos siempre están en nuestra mente. Si se busca a una mascota que se te ha perdido, quieres saber cómo y dónde ha muerto, cómo no vas a buscar a una persona que tenía su familia, sus hijos. Queremos darles una cristiana sepultura, saber la verdad, lo que ha pasado con ellos, por qué los mataron”, comenta Adelina García Mendoza, 57 años, al otro lado del teléfono desde Ayacucho.

Ella perdió a Zósimo Tenorio, su esposo, un primero de diciembre de 1983. “Entraron a mi casa a las 12.30 de la noche, unos militares encapuchados. Lo levantaron de su cama y se lo llevaron a viva fuerza y hasta el momento está desaparecido. En mi caso, yo sé que él era totalmente inocente. No éramos terrucos. Ese año yo quería estudiar, pero como tuve a mi hijita me quedé en la casa. Mi esposo estudiaba agronomía en la universidad San Cristóbal de Huamanga, pero se lo llevaron”.

En ese entonces su niña tenía 11 meses de edad. Desde ese momento se instaló un vacío que -afirma- no llenará hasta encontrarlo. 

“Hoy es el Día Internacional de las Personas Desaparecidas, pero nosotros lo recordamos en su cumpleaños, en el día de los muertos, en el día del padre. Antes, cada 30 de agosto se organizaban diversas actividades para honrar a nuestros seres queridos, pero por la pandemia solo podremos hacerles una misa virtual. Allí también vamos a pedir por las mamás que buscaban a sus hijos y que están partiendo también al lado del Señor”.

Comenta que el coronavirus está rememorando el miedo y aislamiento que generó la desaparición de sus seres queridos. 

“Mi socio que buscaba a su esposa y a su hermano menor murió hace unos días por el covid-19. No pudimos acudir a su entierro, ni darle su último adiós. Se lo llevaron al hospital y nunca más lo hemos visto. Lo entregaron en una caja y no se ha podido ver ni su cara. Es similar a lo que pasó con las personas desaparecidas, cuando se los llevaron vivos y nunca más sabemos dónde están”. 

Pese a las limitaciones que impone la emergencia sanitaria, aclara, nada los detendrá en su búsqueda. “Seguimos enviando documentos, firmando convenios para trabajar de la mano del Estado y encontrar a nuestros miles de desaparecidos hasta donde tengamos la fuerza y la vida. Para que nos digan dónde están sus restos, nos digan la verdad y tal vez así se pueda sanar tanto daño que llevamos dentro de nosotros”, dijo apenada.


Salud mental reforzada 


El esfuerzo redoblado que se impone Adelina y los otros familiares en búsqueda requiere ser acompañado para evitar que el daño emocional se agudice, comenta la psicóloga del CICR.

Por esa razón, dijo, se está trabajando desde la salud mental para “atemperar” las emociones. Es decir, darles esperanza, pero cuidando las expectativas, porque en muchos casos no se encontrará nunca a sus familiares, pero deberán aprender a vivir con eso, sin sufrimiento. 

“Eso lo han conseguido los familiares de una y otra manera, pero no dejarán de llorarlos. El otro día una señora me dijo que se ha dedicado a llamar a cada una de las mamitas de su asociación para ver cómo están. Eso es resiliencia. Ya no solo estás mirando por ti, sino por los demás”. 

Las familias necesitan ver los cuerpos de sus desaparecidos para cerrar el círculo

CICR desarrolla este trabajo con apoyo de las Direcciones Regionales de Salud de las zonas más afectadas por la desaparición de personas, como Huánuco. Los Centros de Salud Mental Comunitarios del Ministerio de Salud son los garantes del proceso terapéutico.  

“Yo trabajo con la Dirección de Acompañamiento de la Dirección General de Búsqueda de Personas Desaparecidas (DGBPD) del Ministerio de Justicia y Derechos Humanos (Minjus). Si bien el proceso de investigación en campo y las exhumaciones está parado, el acompañamiento sigue”, comentó. Ahora mismo la DGBPD y el CICR están capacitando al personal del Minsa.

“La intervención busca fortalecer las redes de la comunidad para que no aparezca la desconfianza. Algunos Centro de Salud Mental han abierto sus áreas de afectados por el conflicto, como Huánuco, la segunda región con personas desaparecidas, después de Ayacucho. Pero no todos las tienen”. 

Atención virtual 


Sobre el tema, Mónica Barriga, jefa de la Dirección General de Búsqueda de Personas Desaparecidas (DGBPD) del Minjus, comenta que la pandemia los ha obligado a adaptarse para poder seguir con las actividades de búsqueda con enfoque humanitario.  

“Como dirección nos hemos rediseñado para brindar el acompañamiento psicosocial a través de llamadas telefónicas y virtuales, tanto en quechua como castellano”. 

A la fecha se han realizado unas 2,000 sesiones de acompañamientos psicosocial vía telefónica, con psicólogos de Ayacucho, Lima, Huánuco y Junín “para afrontar las situaciones de miedo, angustia que se genera por el estado de emergencia”.

La experta destaca que la búsqueda de personas tiene ahora un enfoque humanitario centrado en dar respuestas a las familiares sobre el destino y paradero final de las personas desaparecidas, determinando si están vivas o muertas, sin excluir un proceso penal para determinar quiénes fueron responsables de su desaparición. 

Así se ha logrado elaborar informes de búsqueda humanitaria de 116 personas desaparecidas, investigaciones que se han remitido el Ministerio Público, estableciéndose diversos sitios de entierro que luego serán intervenidos. 

De igual manera se han desarrollado 12 mesas de trabajo regionales en Ayacucho, Huánuco, Junín y dos sesiones en Lima para mantener informados a los familiares de lo que se está haciendo y mantener activa su participación en la  búsqueda. 

La funcionaria indica que son dos los convenios firmados con la Asociación Nacional de Familiares de Secuestrados, Detenidos y Desaparecidos del Perú (Ayacucho): uno para el intercambio de información que fortalezca el trabajo del Renade y otro para dar talleres a los familiares con el objetivo de convertirlos en promotores de acompañamiento de su propia organización. 

"De igual manera se ha firmado un acuerdo de colaboración interinstitucional con al gobierno regional de Huánuco para asegurar el apoyo material y logístico que permita la búsqueda de personas. Desde la Dirección General de Búsqueda venimos brindándolo y consiste en movilidad, alimentación y hospedaje para los familiares cuando vayan de un lugar a otro para la ceremonia de entrega y entierro de restos, cubrir los osarios y la construcción de nichos, aspectos básicos, pero necesarios para brindar un entierro digno a las personas desaparecidas ”, detalla. 

Un Adiós digno 


Barriga, quien fue testigo de primera mano del caso de Willy Castañeda, indica que lo más importante en todos los casos es aliviar el dolor y la incertidumbre de las familias. 

En algunos casos, dijo, el proceso de búsqueda puede terminar también con un cierre en el que no habrá ni cadáver ni huesos que despedir, pero sí un acompañamiento psicosocial para lograr un efecto reparador.

“Generalmente la búsqueda de familiares desaparecidos estuvo muy asociado a la recuperación de los cuerpos, porque nadie ha puesto el foco en la búsqueda de niños desaparecidos durante el periodo de violencia. Ahora es un reto como país empezar a hablar de encontrar personas con vida”, sostiene.

Hay un número importante de personas registradas en el Renade que desaparecieron cuando eran niños o adolescentes. “Estamos hablando de casi 3,000 personas, quienes tienen una alta probabilidad de ser hallados con vida”.

Comenta que en este momento tienen 12 casos en investigación similares al de Willy, al quien por ironías del destino “fue descubierto” por su cuñada Rosaura mientras navegaba por Facebook. 

El esposo de ella también fue desaparecido, pero su cuerpo logró ser recuperado. Como ya conocía el trabajo de la DGBPD, Rosaura se animó a reportarles que había visto a un joven idéntico a su esposo, pero que vivía en Brasil. 

Expertos de la DGBPD viajaron hasta dicho país para tomarle una muestra de sangre, que se comparó con la de sus familiares de Huánuco y las hermanas que tiene en Lima. El cotejo se realizó en el Banco de Datos Genéticos de la misma dependencia del Minjus. Los datos arrojaron 99.9% de compatibilidad. 

“La ceremonia de reencuentro (virtual) con sus hermanos fue muy emotivo. Nos tocó a todos porque era ver cómo se podía reconstruir una historia que había estado suspendida por 34 años. Cuando el desapareció era un niño y ahora es un hombre con su propia familia. Este caso renueva la esperanza de que sí se puede, y, como dijo Willy en esa reunión, nunca hay que perder la esperanza”, manifiesta la funcionaria, para agregar que noticias como esta renuevan el compromiso de su dependencia hacia las familias que aún no encuentran un final a su búsqueda. 

En estos tiempos de pandemia tan duros para miles de familias en el mundo y el Perú, el Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) ha reiterado la necesidad de no desatender la búsqueda de personas desaparecidas.

Dafne Martos, jefa de Comunicación del CICR, detalló que en alianza con Play for Change se ha lanzado un video grabado por cantantes de renombre internacional como León Gieco, Susana Baca, entre otros de América Latina, recordándonos la importancia de continuar con las búsquedas de personas desaparecidas.

El tema “Hasta la raíz”, compuesto por Natalia Lafourcade, quien ha cedido los derechos de la canción, habla de una vida que “sigue encendiendo sueños, para limpiar con el humo sagrado cada recuerdo” del ser querido que aún no regresa. Que aún no se encuentra. 

Cuando escribo tu nombre
En la arena blanca con fondo azul
Cuando miro al cielo
En la forma cruel de una nube gris
Aparezcas tú
Una tarde subo una alta loma
Mire el pasado
Sabrás que no te he olvidado

Yo te llevo dentro, hasta la raíz
Y por más que crezca, vas a estar aquí
Aunque yo me oculte tras la montaña
Y encuentre un campo lleno de caña
No habrá manera, mi rayo de luna
Que tú te vayas, que tú te vayas…




A esta se potente y sensible campaña regional se suma otra local, Toronjil, para no ahogarnos en el llanto, haciendo alusión a la tacita de Toronjil que calmaba las noches de angustia de Doris Caqui Calixto, presidenta de la Coordinadora Nacional de Familiares de Víctima de Desaparición Forzada (Favidefo), quien busca a su esposo Teófilo Rímac Capcha, padre de sus tres hijas y un hijo. Despareció hace 32 años. 

“El objetivo es vincular el dolor de las pérdidas ocurridas por el coronavirus y las generadas por la desaparición forzosa, a fin de crear lazos de solidaridad entre los dos grupos de familiares, reivindicando la necesidad de un adiós digno para todas las muertes”, comentó Martos, destacando que con pandemia o sin ella todos lo merecemos. 

Quienes creen conocer a una persona que podría estar siendo buscada por su familia de origen pueden comunicarse al teléfono (01) 204-8020, anexo 2029, 986-528983 (Huancayo) o escribir al correo dgbpd04@minjus.com.pe 


Más en Andina 

(FIN) KGR/RRC
JRA

Publicado: 30/8/2020