Andina

Faena colectiva Yarqui Aspiy de Huancavelica ya es Patrimonio de la Nación

Manifestación cultural se escenifica en centro poblado Carcosi, en Angaraes

Faena colectiva Yarqui Aspiy de Carcosi, en Huancavelica ya es Patrimonio Cultural de la Nación.

Faena colectiva Yarqui Aspiy de Carcosi, en Huancavelica ya es Patrimonio Cultural de la Nación.

09:42 | Lima, jun. 27.

El Ministerio de Cultura declaró hoy Patrimonio Cultural de la Nación a la faena colectiva ritual Yarqa Aspiy de Carcosi, del centro poblado de Carcosi, ubicado en el distrito de Congalla, provincia de Angaraes, región Huancavelica.


Así lo precisa la Resolución Viceministerial N° 104-2019-VMPCIC-MC que afirma que la faena colectiva Yarqa Aspiy es una ancestral forma de organización del trabajo comunal, cuyo ordenamiento basado en el principio de dualidad y ritualidad no solo refleja una concepción del mundo, sino que se mantiene como forma eficiente y sostenible del manejo del agua.

La manifestación cultural se desarrolla durante la Festividad Yarqa Aspiy, un ritual del canal de riego de época colonial del centro poblado de Carcosi.

La Resolución se sustenta en el informe elaborado por la Dirección General de Patrimonio Cultural que recomendó declarar como Patrimonio Cultural de la Nación a la faena colectiva ritual Yarqa Aspiy de Carcosi.

Trabajo colectivo por la conservación del agua


Que, el Yarqa aspiy, o limpia de acequia en quechua, es una de las actividades centrales de la vida productiva de los pueblos andinos y tiene sus antecedentes en los sistemas de regadío que fueron una de las bases de la civilización andina, a la que fue consustancial una estructura política y social que fue clave en su consolidación y expansión.

Ante la escasez estacional del recurso del agua, la respuesta fue la creación de sistemas de aprovisionamiento y almacenamiento de este recurso, para lo cual fue necesario un trabajo colectivo organizado que lo administrara de modo equitativo para toda la sociedad local, lo que requiere a su vez de un cumplimiento estricto de normas establecidas por la comunidad, como la participación en la faena colectiva y las normas rituales de respeto a una geografía local deificada, de la cual la comunidad se considera tributaria.


En su aspecto práctico, el Yarqa aspiy consiste en la limpieza y reparación del sistema de regadío para permitir y facilitar el flujo natural del agua para regar los campos y, como ocurre con las actividades económicas del ciclo productivo andino, esta tiene también una dimensión ritual y festiva.

Carcosi es un centro poblado que se ubica en la zona occidental de la provincia de Angaraes, Huancavelica, región en la que han confluido la población anqara original y la ocupación chanka, antes de la conquista Inca, historia de la que son testigo las numerosas estructuras antiguas que subsisten en la zona. Este centro poblado está ubicado al pie de los cerros Uncapapata, Pirwapata y Marcapata, siendo este último el espacio original de sus ancestros directos.

Orígenes del ritual


La historia local relata que la acequia que es limpiada durante esta costumbre, que canaliza las aguas del río Maray, nació por iniciativa de la dueña de antigua hacienda Pampahuasi, la señora Bernarda Bejarano, a inicios del siglo XVIII. Con el tiempo las necesidades de una población creciente obligaron a ampliar la extensión del canal, el mismo que se ha prolongado a lo largo de la historia de Carcosi.

La parte más reciente del tramo se levantó entre los años 1995 y 1996 con apoyo de la fundación Caritas de Huancavelica, alcanzando en la actualidad aproximadamente 3,300 metros de longitud.

El Yarqa aspiy de Carcosi es presidido por dos mayordomos, llamados vara mayor y vara menor, aunque estos nombres no implican necesariamente una jerarquía de mando, pues actúan como dos entidades equivalentes. Los que asumen estos cargos se han ofrecido voluntariamente el año anterior a encabezar la faena comunal con una organización similar a las de las fiestas religiosas o patronales, contratando los servicios de músicos y bailarines, y de peones para el llantakuy (corte de leña) que se hace en junio o julio.


También hacen uso de las redes familiares para la obtención de los insumos, desde la siembra y cosecha de maíz, kiwicha y alverja que son base de las bebidas y comidas que se preparan para esta actividad, y contratan a los despenseros, usualmente mujeres, para la preparación de los alimentos que se servirán durante los días que dure la faena. Aparte de contratar a bailarines y músicos, los mayordomos les proporcionan la indumentaria en un acto ritual en que las prendas son colocadas en mantos, con una ofrenda ritual con coca y cigarros, para pedir permiso para la realización de la costumbre.

Los mayordomos también han de hacer visitas a familiares, amigos y colaboradores en general, quienes aportarán la mano de obra, o hayan contribuido con productos y dinero en efectivo, y a las autoridades locales comunales y municipales para la celebración del Yarqa Aspiy en fecha señalada.

El ritual


El Yarqa aspiy se realiza en octubre, el lunes y el martes de una semana escogida por los organizadores, y está precedido por una secuencia de actividades ritualizadas; meses antes se siembran diversas variedades de maíz -blanco, almidón, morocho y turbante-, trigo y alverja blanca, en las chacras locales.

Una parte de esta cosecha se destina a la elaboración de comidas y bebidas que se expenderán durante la siguiente limpia de acequia. Entre los meses de junio y julio los mayordomos convocan a sendos grupos de faeneros al llantakuy o corte de leña, actividad que es acompañada con música interpretada por dos conjuntos de arpa y violín, y que tras el rajado de leña o astay, termina con una invitación de comida y bebida ofrecida igualmente por los dos mayordomos.

La faena principal de la limpia de acequia inicia el día lunes. Los comuneros asisten provistos de herramientas como picos y palas, y con vestimenta de trabajo, llevando mantos atados a la espalda, a veces con chumpis o cinturones de lana a la cintura y tocados con chullos. Es indispensable que porten chuspas o taleguillas de lana tejida para las hojas de coca, las mismas que se emplearán para los rituales que se sucederán en los momentos de descanso. También pueden llevar cigarrillos, toqra (llipta) hecha de ceniza compactada, y si se dispone, de hojas deshidratadas de estevia para endulzar la coca.

Los faeneros se dirigen en las primeras horas del día a la bocatoma del río Maray, en el sitio de Mayhuacucho, donde se encuentra una compuerta que deja pasar el agua al ser despejada la acequia. La faena se inicia con un akuy u ofrenda a los cerros cercanos, con el reparto de hoja de coca entre los presentes para el chacchado o mishkipada, acompañando su consumo con cigarrillos.

La labor inicia con las palabras del Presidente de la comunidad, de agradecimiento y saludo a los apus y a los faeneros por su labor en beneficio de toda la comunidad. Distribuidos por la acequia, los faeneros proceden a su limpieza, retirando piedras, lodo y maleza, y a la reparación en los sitios donde se requiera. Llegando al sitio de Huaychao, a media mañana, la actividad se interrumpe para un descanso, haciendo un segundo ritual de akuy.

La limpieza se reanuda al mediodía, en que se da la invitación de chicha de jora hecha con mashka (harina tostada) de maíz morocho o de kiwicha, bebida conocida como upito, y que los mayordomos han de servir en una vasija de cerámica llama maqtacha. Esta invitación sustituye al refrigerio, considerándose que la bebida dará la energía necesaria para seguir con el trabajo el resto del día. En este momento los conjuntos de música y danza de las dos mayordomías inician el hapinakuy, que es una competencia en forma de contrapunteo, alternando sus interpretaciones respectivas.

La faena del día debe terminar en el tramo de la acequia ubicado a la altura de Muruchupata, hacia las tres de la tarde por lo que el trabajo debe hacerse en forma rápida y organizada; se finaliza con el último akuy del día.

Al terminar esta labor los participantes van al sitio de Pampahuasi para el mesamastay, almuerzo comunal para el cual se extiende una hilera de mantas, con los faeneros y las autoridades sentadas a ambos lados de la hilera, y sus esposas detrás de éstos.

En ambos extremos de esta hilera los mantos se colocan en cruz, ubicándose los dos mayordomos en su extremo respectivo. Al inicio un poblador especialmente invitado da un discurso invocando a Dios para la bendición de las viandas. Se sirve la comida preparada por las mujeres, que suele ser picante de cuy y otros platos hechos a base de trigo y de arveja, y cancha preparada con pachas, un mineral blanco muy abundante en la zona, usado también para el enlucido de las casas. También se expenden bebidas como chicha de jora y licor de caña.

Cada mayordomo ha contribuido colocando doce platos de viandas, aparte de los muchos que aportan los colaboradores al convite. Estos platos para el convite son de arcilla y más bien pequeños, y los pobladores los degustan en un acto de intercambio mutuo de comidas, práctica conocida como jaywako, y que es iniciada por los mayordomos con las autoridades y luego con los faeneros, luego se extiende a las mujeres y a los asistentes en general.

La danza


La danza que acompaña el Yarqa aspiy de Carcosi es uno de los rasgos que le da especial valor a esta variante local de la limpia de acequia. La protagoniza el conjunto conocido como negritos, conformado por seis a ocho bailarines, la mitad de los cuales representa a los razus o peones, y la otra mitad a los llamados caporales.

Los bailarines son del pueblo de Carcosi, o de los vecinos Julcamarca y Seclla, y son contratados por los mayordomos previo adelanto según una tarifa negociada. Los caporales son, según cuentan, representación del capataz de las antiguas haciendas. Su vestimenta consiste en un saco oscuro, ajustado a la cintura con un chumpi o cinturón de tejido, atado por la espalda, dejando que los extremos caigan por atrás.

Lleva usualmente una máscara de lana blanca, con rasgos sumarios como cejas y bigotes bordados en la prenda, que le cubre la cabeza a modo de pasamontaña, acompañada por una capucha que cubre también los hombros, hecha de lana blanca tejida a crochet. Una pañoleta al cuello, usualmente roja, deja caer dos de sus puntas sobre el pecho. Lleva sobre las mangas del saco los típicos makitos o “manguitos” de lana, bien conocidos en el traje tradicional de Huancavelica. También lleva medias largas que llegan a la rodilla, sujetas a la pierna con cordeles de lana rematados con borlas.

El pantalón de vestir debe dejar ver las medias, por lo que suele ser corto o en su defecto es cubierto en su parte inferior por aquellas. El calzado es cerrado y suele ser zapatillas que permiten el paso rápido de esta danza. El tocado es un sombrero de paja de ala ancha, decorado en su copa con una cinta rojiblanca y unas borlas de lana de colores. Como principal atributo portan un látigo.

Los razus representan por su lado a los peones y, al parecer, resumen en su caracterización a diversos sectores dominados de tiempos pretéritos, como el poblador andino de la época de las haciendas. Su peculiar traje consiste en un conjunto blanco compuesto por una camisa de manga larga, un fustán de encaje, llevado a modo de falda sobre unos pantalones largos de vestir, y un manto, también de encaje, sobre la espalda.

En el pecho llevan un pañuelo de seda roja que, sujetado con prendedores al manto, ayuda a sostenerlo. Como tocado llevan un chullo de lana y, en la mano derecha, llevan una matraca que marca el ritmo durante su performance, y un pañuelo rojo atado en el pulgar de la mano izquierda.

La danza de estos personajes forma parte de los momentos rituales de esta costumbre, y su coreografía varía según el momento del día en que se presenta. En la víspera y luego de los akuy o rituales, los bailarines bailan en círculo dando diversos pasos de salto y zapateo, similares a los de un baile cortesano como la contradanza, aunque ejecutados con particular energía.

Esta secuencia de pasos sigue con precisión las tonadas interpretadas por los músicos; resultando en una complejidad que sólo puede ser entendida por bailarines especializados en esta danza.

El momento central de esta competencia se da al terminar los mesamastay, en que los capataces realizan una competencia por parejas que, en su primera parte, consiste en una competencia de pasos con reminiscencias del atipanakuy de la Danza de tijeras, y, en su segunda parte es una prueba de resistencia, en que un capataz lanza un golpe de látigo al torso del oponente, quien debe permanecer inalterable. Esta competencia también se da entre los razus, que se valen para ello de los látigos de sus capataces. Otro paso representado al ? nal de la competencia adopta la forma de una marcha militar.

Música


La música de arpa y violín delata, por otro lado, el origen colonial de las tonadas, aún si su participación viene como parte de un ritual de veneración a los cerros, de claro antecedente prehispánico. Esta expresión musical consta de una serie de tonadas que varían según el momento de la faena en que se esté haciendo el ritual.

Por último, la norma encarga a la Dirección de Patrimonio Inmaterial, en coordinación con la Dirección Desconcentrada de Cultura de Huancavelica y la comunidad de portadores, la elaboración cada cinco años de un informe detallado sobre el estado de la expresión declarada, de modo que el registro institucional pueda ser actualizado en cuanto a los cambios producidos en la manifestación, los riesgos que pudiesen surgir en su vigencia, y otros aspectos relevantes, a efectos de realizar el seguimiento institucional de su desenvolvimiento y salvaguardia, de ser el caso.

La resolución lleva la firma del viceministro de Patrimonio Cultural e Industrias Culturales, Luis Guillermo Cortés Carcelén.

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(FIN) MAO



Publicado: 27/6/2019