Las áreas naturales protegidas se consolidan cada vez más como principales destinos turísticos del Perú, muchos de ellos reconocidos mundialmente. A falta de cuatro meses para que culmine este año, vale la pena considerar una visita a alguno de estos lugares que garantizan una experiencia inolvidable.
A continuación, una selección de áreas naturales protegidas ideales para los viajeros amantes de la naturaleza, la aventura y apasionados por la historia y la cultura.
Ubicado en la cordillera tropical más alta del mundo, la Cordillera Blanca, el Parque Nacional Huascarán sobresale por sus montañas nevadas y lagunas altoandinas, que lo posicionan como un atractivo internacional ideal para el turismo de aventura.
Debe su nombre al célebre nevado Huascarán, el más alto del Perú y el quinto más alto del hemisferio occidental, con una altura de 6,768 metros. El impresionante paisaje montañoso es el atractivo central del Parque, donde crece la imponente Puya Raimondi, descubierta y bautizada por el célebre botánico italiano Antonio Raimondi. Esta especie puede llegar a crecer hasta 12 metros de altura y produce racimos de hasta 8,000 flores y 6 millones de semillas por planta.
Y si de deportes se trata, se puede dar rienda suelta a la adrenalina visitando los circuitos de aventura más importantes: trekking, bicicleta de montaña, escalada en hielo y roca, práctica de esquí en Vallunaraju Rurec y Copa, la zona de recreación del nevado Pastoruri. De lo contrario, puede relajarse con un apacible paseo en bote en la Laguna Chinancocha (Quebrada de Llanganuco-Yungay) y en la Laguna Purhuay (Huari).
El Parque Nacional Huascarán fue declarado Reserva de Biósfera e incluido en la lista de Patrimonio Natural de la Humanidad de la Unesco y Área Importante para la Conservación de Aves, reconocimiento otorgado por la BirdLife International y Conservation International.
A cuatro horas al sur de Lima por vía terrestre, se encuentra la Reserva Nacional de Paracas, donde se conservan y anidan numerosas especies de aves residentes y migratorias, tortugas marinas, lobos marinos y delfines.
Experimente el placer de caminar por la orilla de sus playas cubiertas con fina arena y sentir el sonido y la fuerza de los vientos Paracas. Este desierto, que aparenta quietud y calma, esconde vida que habita entre el mar y la arena, como las colonias de pingüinos, coloridas bandadas de parihuanas o flamencos, las bulliciosas gaviotas, entre otras especies.
Al igual que el Santuario Lagunas de Mejía, la Reserva Nacional de Paracas es un sitio Ramsar por ser un lugar clave de descanso y alimentación para especies migratorias. No deje de enriquecerse con esta experiencia ecológica degustando deliciosos platos marinos, como las emblemáticas conchas de abanico y el cebiche, cuyos ingredientes básicos se obtienen en la Reserva Nacional de Paracas: otra razón más para conservar su mar y desierto.
Se trata de un bosque seco biodiverso, cuna de historia preinca y naturaleza viva hasta nuestros tiempos. La cultura Sicán dejó en Pómac una huella imborrable de su riqueza cultural.
Esta área protegida alberga casi 6,000 hectáreas de bosques de algarrobos, especie endémica de la costa norte peruana. Durante el recorrido podemos conocer el lazo existente entre esta cultura y su entorno natural, dos elementos que se unen para crear un paisaje cultural único, que comprende, además, diversas especies de aves endémicas y la mayor cantidad de pirámides prehispánicas de Sudamérica.
Según la lengua muchik, Sicán significa “casa o templo de la luna” y fue una cultura de la costa norte del Perú, que se desarrolló entre el 900 y 1,100 d.C. cuya capital se estableció en la zona de Pómac.
Al ingresar a la zona arqueológica, se puede apreciar a más de veinte pirámides de adobe distribuidas en un área de 45 kilómetros cuadrados, así como las tumbas de la élite Sicán, la mayor parte de ellas enterradas al pie de las pirámides.
En el bosque es imperdible la visita al mirador Las Salinas, desde donde se tiene una vista panorámica del bosque seco, las pirámides e incluso el curso del río La Leche. También conocer la casa de Karl Weiss (pionero de la actividad apícola en la región), el algarrobo con más de 500 años de antigüedad y de forma caprichosa, al que los lugareños atribuyen milagros y leyendas. También puede apreciarse la huaca Las Ventanas, una pirámide trunca de adobe con más de 10 metros de altura y que forma parte del Complejo Arqueológico Sicán, en donde se descubrió el famoso “Tumi” o cuchillo ceremonial de oro puro.
Ubicado a 12 horas desde Lima, esta área protegida alberga una hermosa cadena de montañas conocida como la Bella Durmiente, que asemeja la silueta de una joven doncella que descansa sobre la hierba.
Este impresionante destino nos invita a ingresar en su frondosa vegetación selvática con su complejo sistema de cavernas subterráneas, en que la más famosa es la “Cueva de las Lechuzas”, habitada mayormente por murciélagos y guácharos, uno de los mayores atractivos del Parque Nacional Tingo María.
En el recorrido podremos deslumbrarnos con las enigmáticas formaciones rocosas, grutas, galerías y los diversos arroyos de agua dulce en relajantes caminatas bajo un cielo tropical de color azul intenso y el cautivante verdor de los bosques amazónicos.
Esta área protegida se extiende sobre la cordillera Yanachaga, en la vertiente oriental de los Andes. Sus ecosistemas de Selva Baja, Selva Alta y Puna Húmeda, albergan más de 5,000 especies de plantas que representa al 25% de la diversidad de flora del Perú, de las cuales aproximadamente unas 600 son orquídeas. Asimismo, existen árboles amazónicos emblemáticos como el cedro, ulcumanu, tornillo, nogal y shihuahuaco.
En cuanto a fauna destacan el oso de anteojos, la nutria de río, el jaguar u otorongo, la sachavaca o tapir, el venado rojo, el venado enano, el mono choro, el gallito de las rocas o tunqui, el relojero, el quetzal de cabeza dorada, el paujil y el águila harpía.
En el lado occidental del área protegida se cuenta con tres lugares para disfrutar de la naturaleza. El sector Huampal, donde se encuentra el cañón más profundo de Selva Central, ideal para observar la maravillosa danza de los gallitos de las rocas.
También está el sector de San Alberto, caracterizado por su bosque de neblina, excelente lugar para el avistamiento de aves como el quetzal de cabeza dorada, el tucán andino y diversas especies de colibrís.
Otro sector es San Daniel, caracterizado por tener una laguna rodeada de orquídeas, un bosque achaparrado y un pajonal, especial para la observación de aves, ubicado a 2400 msnm. En el sector Paujil, ubicado en el lado oriental donde predomina el bosque amazónico, es perfecto para la observación de fauna como tapir o sachavaca, venado rojo, nutria de río, mono choro, el coatí, el lagarto enano y diversas especies de aves.
En las zonas aledañas al Parque Nacional Yanachaga Chemillén se puede apreciar costumbres y tradiciones de la etnia Yánesha y de los colonos descendientes de pioneros austroalemanes.
Turismo en áreas protegidas
El Sernanp sostiene que el turismo es un medio para alcanzar los objetivos primarios de conservación, recreación y educación, y para promover el desarrollo sostenible de las poblaciones locales.
Indicó que, por ello, el impulso al turismo en las áreas protegidas se ha convertido en una de las mejores estrategias de conservación por su bajo impacto en el medio y por crear un efecto multiplicador en las economías locales. Asimismo, el turismo genera mayor conocimiento del valor de las áreas protegidas en la ciudadanía mediante la sensibilización en el destino visitado.
Desde su creación en el 2009, el Sernanp logró incrementar el número de ingreso de visitantes. Destacó que la fórmula ideal para conseguir este gran avance ha sido la suma de esfuerzos entre el Estado, la población local y la empresa privada, consiguiendo la mejora de infraestructuras, servicios y promoción para garantizarle al visitante una estadía y experiencia óptimas.
(FIN) LZD/MAO