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El celo tardío en el oso pardo, una novedad que plantea nuevas preguntas

AFP

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09:45 | Madrid, ene. 23.

El período de celo en los individuos de algunas poblaciones de oso pardo cantábricas se está alargando hasta principios de septiembre, un comportamiento novedoso en este animal que ha planteado nuevas cuestiones, aún sin resolver, sobre su porqué.

La Fundación Oso Pardo (FOP), encargada del cuidado y vigilancia de este mamífero en la Cordillera Cantábrica, ha descubierto este hecho y lo ha plasmado en un artículo firmado por su presidente Guillermo Palomero y publicado por la revista especializada 'Quercus'.

De esta forma podrían tener nuevos retoños en enero sin tener que esperar a la temporada de celo siguiente, que "en la Cordillera ocurre sobre todo en los meses de abril y mayo" en dos períodos diferenciados por una pausa de dos semanas o diez días, ha precisado.

"Hay veces que vemos que las osas copulan con diferentes machos" en la primera época de celo, comportamiento cuya razón se cree es la de evitar comportamientos infanticidas por parte de los machos en la siguiente temporada de cría, aunque este extremo no se puede ratificar de manera completa.

Durante el segundo período del celo, "las hembras están solamente con uno o dos machos grandes, los que verdaderamente copulan de una manera efectiva" para que luego las madres paran "de uno a tres oseznos, y muy excepcionalmente en nuestra cordillera, hasta cuatro oseznos".

Implantación diferida

La posibilidad de fecundación de la hembra de oso pardo queda "suspendida una vez se produce la cópula exitosa y no se reanuda la gestación hasta noviembre".

Así, el embarazo dura entre 6,5 y 8,5 meses, pero el período en el que las crías se desarrollan en el vientre de la madre solo ocupa los dos últimos.

El proceso recibe el nombre de "implantación diferida", apunta Palomero y se puede apreciar también en otra especies: "quirópteros, lagomorfos, algunos mustélidos o corzos, entre otras".

La principal ventaja de este tipo de gestación es la adaptación del parto a "los momentos óptimos en disponibilidad de comida".

En el caso del oso, al nacer en enero, las crías se alimentan de leche materna hasta primavera, momento en el que salen de la cueva en la que nacen debido a la mayor cantidad de alimento del que podrán disponer a partir de entonces.

La FOP todavía no ha podido verificar que las hembras que copulan en septiembre estén acompañadas de crías al año siguiente pero "sería muy bonito de confirmar", afirma su presidente.

Observación del animal

Tampoco se puede asegurar que este celo tardío sea un comportamiento exclusivo de los ejemplares de la Cordillera Cantábrica, pero Palomero ha destacado que ha sido posible detectarlo gracias a "la gran labor de vigilancia" que se hace en este entorno montañoso.

Esta capacidad de observación, sumada a las características del paisaje, permite "visualizar aspectos del comportamiento del oso que en otras poblaciones es más difícil de interpretar". 



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(FIN) EFE/VDV/MAO

Publicado: 23/1/2023