Las relaciones de pareja han ido cambiando con el paso del tiempo, así como los conceptos del amor y familia, los cuales parecieran ya no despertar tanto interés o importancia entre los denominados millenials. Pero ¿qué tan real es su aparente aversión al compromiso, la familia propia y los hijos?
Para Rossana Mendoza, doctora en ciencias sociales, y especialista en niñez y juventud las nuevas generaciones están influenciadas por nuevos paradigmas en relación al amor, al ser mujer, al ser joven, al morir, entre otros, que terminan modificando también sus proyectos de vida.
“Estamos ante una generación distinta, con muchas más ventanas hacia el mundo, expuesta a medios de comunicación que les ofrecen otras perspectivas en la vida. Una generación que probablemente va a considerar la opción de vida en pareja, ya sea en matrimonio o convivencia, pero pueden vivir también solos o con amigos, con la idea clara de que el casamiento no es lo único en la vida”.
Reconoce que estos nuevos pensamientos también tienen que ver con una corriente ideológica neoliberal que se vive en todo el mundo, donde cada cual tiene que ver cómo sale adelante.
Una sexualidad diversa
La experta considera que los millenials, sobre todo los jóvenes urbanos, no tienen al matrimonio como el derrotero de sus vidas.
“Y esto porque hay muchas maneras de construir vínculos de pareja, consideremos también el escenario de las sexualidades, que ahora están presentes y ya no asustan tanto como antes. Ya hemos superado el tema binario en la vida sexual. Ellas y ellos son mucho más abiertos, porque han nacido reconociendo estas diversidades sexuales, entonces eso también coloca a los jóvenes en otras actitudes frente a la vida sexual”.
Los millenials, sostiene, viven en el paradigma de lo diverso, que es más valorado: la diversidad cultural, la diversidad sexual, la diversidad lingüística, lo cual abre muchas posibilidades a las maneras de vivir en pareja.
“Ahora hay muchas opciones para todo. No hay una sola manera de vivir la unidad familiar. Uno puede vivir con sus amigos, con su gato y su perro y es una familia. Otra opción es vivir en pareja, pero es una opción. Incluso se presentan otro tipo de relaciones amorosas que no solo componen a dos, a veces incluyen a más personas”.
Considera que binarismo, normativo y heterosexual, también ha caído como paradigma, y eso gracias a los movimientos feministas y LGTB. Donde, “la vida normada heterosexual que emula de alguna manera a la sagrada familia, con la cual todos hemos crecido y aprendido en la escuela, ya no es la única manera de construir y hacer una familia”.
Un amor real antes que idealizado
Mendoza sugiere que gracias al feminismo cada vez está más claro que las generaciones previas fueron criadas bajo la idealización o sublimación del amor y que ahora se requieren nuevas formas de vincularnos.
“Entonces no hay un amor, digamos, entregado, desprendido e idealizado, a tal punto que, sobre todo las mujeres, aceptamos cualquier tipo de sometimiento o formas de relacionamiento, inclusive la violencia. Los jóvenes buscan un amor que no los obligue a renunciar a sus intereses, ideales o proyectos de vida”.
Entonces hay una cierta pragmática, con nuevas generaciones, que están comprometidos en una relación amorosa, pero también ponen ciertos parámetros y ciertas normas, en el caso que esta relación no funcione.
“Ya no es esa promesa de amor eterno, es un compromiso mientras sientan que ese amor es suficiente para mantenerlos juntos, pero cuando ese amor no sea suficiente para mantenerse juntos, el compromiso puede romperse. Entonces esto es lo que los jóvenes están asumiendo, a mi juicio, con bastante conciencia y responsabilidad”.
¿Maternidad para cuándo?
La especialista destacó que así como han cambiado los conceptos del amor y la pareja, la paternidad y la maternidad también “se han deconstruido”, en relación a lo vivido por las generaciones anteriores.
“Yo creo que cada vez más se está aplazando la decisión de tener hijos porque se está privilegiando el tener un trabajo, el tener un lugar donde vivir con ciertas comodidades que se consideran indispensables, y luego, estudiar para calificarse y tener un mejor puesto de trabajo, y luego viene el poder tener hijos, que ahora es una opción ya no una obligación”.
Antes las parejas se unían y parte de su proyecto de unión era tener hijos juntos. Sin embargo, ahora hay parejas que deciden estar juntas, pero el compromiso es entre dos. Si más adelante comparten el deseo de tener un hijo, lo tendrán, pero si eso no llega, tampoco faltará nada. Eso es algo que se asume más naturalmente.
¿El matrimonio va a desaparecer?
Para Rossana Mendoza, el matrimonio, que también es un contrato con obligaciones legales, podrá ir disminuyendo, pero la vida en pareja continuará, junto a la opción de hacerlo junto a los amigos o volviendo a la familia original.
“El matrimonio como un contrato es una opción que los jóvenes se la piensan bien, o sea la deciden con mucho cuidado, porque saben que esto genera una serie de compromisos civiles, que tiene que ver con la economía, la propiedad y la tenencia de hijos en caso decidan tenerlos”.
Dijo preocuparle que de algún modo los nuevos proyectos de vida de los jóvenes sean muy individualistas.
“Eso es lo único que yo pondría como una alerta, el llevar el individualismo a rajatabla, donde nos olvidemos que somos parte de algo más, de que tenemos raíces familiares, que somos parte de una colectividad, que somos ciudadanos y también tenemos responsabilidades sociales”.
Destaca que en el ámbito rural esto puede ser un poco distinto, porque allí los jóvenes todavía mantienen la tradición de casarse y es la comunidad la que teje los ideales de familia y pareja.
“De alguna manera la pandemia ha sido aleccionadora porque ha obligado a muchos jóvenes a voltear la mirada a sus abuelitos, a sus hermanitos, a sus padres. Las pérdidas humanas han sido tan duras, que creo que de alguna manera han tocado fibras. Nos han permitido darnos cuenta que podemos tener proyectos de vida individuales, pero que seguimos siendo seres sociales, seres familiares, seres colectivos y no podemos olvidarnos de los nuestros. Creo que eso también hay que recalcar”.
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(FIN) KGR/LIT
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Publicado: 14/2/2022