Juliana Milagritos Rafael Reynoso pertenece a la nueva generación de mujeres policías, tiene 29 años y es suboficial de Tercera de la Policía Nacional (S3 PNP). Trabaja desde hace cuatro años en la sección de investigaciones de la comisaría de Familia de Villa El Salvador. Está convencida de que cuando la mujer pasa a denunciar cierra el círculo de violencia del que es víctima.
Le dicen Rafita en el trabajo y Milagritos en sus días de franco, cuando está en confianza con sus compañeras de labor. Fue alumna aplicada y por sus habilidades para la investigación y capacidad para hacer empatía con las personas en estado de crisis la destacaron a la División de Protección contra la Violencia Familiar de la PNP.
La instancia policial consideró que la
comisaría de Familia de Villa El Salvador era el mejor lugar para que desarrollara sus virtudes y ofrezca sus mejores oficios. Allí trabaja desde hace cuatro años, en un distrito en donde los casos de maltrato físico y psicológico son frecuentes.
En la comisaría atienden aproximadamente entre 8 y 10 casos diariamente, en turnos de 24 x 24. “Rafita” forma parte del equipo de mujeres policías que investiga esos temas. Ella asienta las denuncias de las víctimas, en su mayoría de mujeres, también de niños, niñas adolescentes, hombres adultos o personas adultas mayores.
Identifica a la persona que denuncia, le toma su manifestación, le aplica una ficha de evaluación para saber cuál es el grado de violencia del que es víctima y tiene la potestad de resolver el problema en 24 horas.
Claro, esta labor no la realiza sola. El Centro de Emergencia Mujer
(CEM), que funciona allí, recibe el oficio que ella elabora para que apoye a la víctima de manera multidisciplinaria. La mayoría solicita soporte psicológico y legal, cuenta.
“Es bueno que los CEM se ubiquen en las comisarías porque facilitan el acceso de las mujeres a la justicia, y como parte del equipo de investigación me sumo a ese esfuerzo. Aparte, cumplo con hacerle seguimiento a cada caso. Mi responsabilidad es darle contención emocional a cada una, tenerle paciencia, escucharla porque muchas veces llegan llorando, temblando, nerviosas. Ellas esperan de nosotros mucha protección”.
Mujer policía
Milagritos quiso ser policía desde pequeña, sus tíos compartían con ella sus historias de lucha contra el crimen, y esa emoción que ellos le trasmitían alimentaron sus sueños de ser una heroína capaz de enfrentar la adversidad.
Confiesa que siente satisfacción de retar a la violencia que se gesta en el seno de los hogares peruanos. Es la primera
mujer policía en su familia, y está muy agradecida con su madre, una comerciante trabajadora, y su padre, taxista a tiempo completo, que le permitieron hacer realidad su sueño de niña. “Valoro mucho lo que hicieron por mí”, comenta.
El afecto parental acunó sanos sentimientos en Milagritos. La vocación de servicio que manifiesta tiene sin duda esos orígenes. Por eso le preocupa el incremento de parejas jóvenes, entre 17 y 18 años, convivientes, con problemas de violencia.
“Estamos preparadas para apoyar a las víctimas, a seguir cada caso para asegurarnos cómo se encuentran, si mejoraron o no. Por experiencia sé que las mujeres son las que tienen que poner el alto denunciando, solo así se corta el círculo de violencia. Aquí les aseguramos apoyo emocional, estamos capacitadas para hacerlo”. Milagritos dedica su trabajo a las peruanas.
Hoja de vida
Se formó en la Escuela Técnica de Formación Profesional de la PNP en San Bartolo (2012- 2014).
Ha recibido entrenamiento para resolver situaciones de crisis de víctimas de violencia, y capacitación sobre normativa legal acerca de violencia contra la mujer.
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(FIN) DOP/ SMS
Publicado: 28/11/2018