En los alrededores de la montaña Vinicunca, conocida como la montaña Arco Iris, a 3,800 metros sobre el nivel del mar en la región Cusco, una comunidad ha recuperado del olvido cinco variedades de mashua, un superalimento con propiedades nutritivas y medicinales muy valoradas desde tiempos ancestrales.
Se trata de la comunidad de Chillihuani, en el distrito de Cusipata, uno de los doce distritos de la provincia de Quispicanchi, que está apostando por la
agricultura sostenible, el uso de
compostaje y biol orgánico, entre otras estrategias para recuperar este emblemático cultivo altoandino.
En la comunidad viven Rosaurelia Yupanqui y Jesús Melo, dos jóvenes líderes que buscan integrar la agricultura orgánica al mercado turístico generado tras el descubrimiento de la
montaña Vinicunca.
Cuando eran niños no se conocían, pero solían ayudar en sus chacras familiares. En aquel tiempo había bastante producción de papa, mashua y otros tubérculos. Pero las cosas cambiaron. El
cambio climático, la degradación de la tierra y la migración a la ciudad hicieron que muchas de esas semillas desaparezcan.
Asociatividad
Preocupados por la pérdida de sus cultivos, decidieron conformar la Asociación Ccapac Ñac para recuperarlos. A partir del soporte técnico y financiero del Programa de Pequeñas Donaciones del Fondo para el Medio Ambiente Mundial (PPD), que implementa el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) con el respaldo del Ministerio del Ambiente (Minam), llevaron adelante una iniciativa con la cual recuperaron la mashua y crearon productos con valor agregado, como mermeladas, vinos y harinas.
Banco de germoplasma
Además, la asociación obtuvo el apoyo del
Instituto de Innovación Agraria (INIA) para implementar un banco de germoplasma, una especie de almacén que atesora las semillas para evitar que desaparezcan. Por su parte, la Municipalidad Distrital de Cusipata está tomando este ejemplo para inspirar a las demás comunidades de la zona.
Modelo sostenible
La experiencia de Jesús y Rosaurelia ayudó a construir un
modelo sostenible de recuperación de tubérculos andinos, que puede replicarse en diversas zonas similares para contribuir con la seguridad y soberanía alimentaria.
Para un país como el Perú, que registra
más de 3,000 variedades de papa y alberga una gran diversidad de tubérculos, dicho modelo representa, en palabras de Rosaurelia, una oportunidad para “que estos beneficios no sean solo de una comunidad, sino que también lleguen a otras personas y mejoren su calidad de vida”.
(FIN) NDP/LZD