Los robos y asaltos son el pan de cada día en el país pero, al margen de las pérdidas materiales que acarrean, la salud mental de las víctimas de estos actos delictivos también se ve perjudicada con sentimientos de zozobra, miedo y angustia que podrían perjudicar su estado emocional y el de toda su familia.
Así lo advierte Josué Martínez Díaz, psicólogo del Centro de Salud Mental Comunitario de Castilla-Piura, al señalar que el grado de inseguridad ciudadana en el que vivimos ocasiona que estemos en una alerta perenne, creyendo que en cualquier momento podemos ser víctimas de los delincuentes, algo que no es saludable mentalmente.
“El hecho de estar constantemente mirando hacia atrás cuando vas caminando, la desconfianza de entrar a una entidad bancaria pensando que te están vigilando para robarte o el que no puedas salir con la familia tranquilamente a comer porque te pueden asaltar. Todas estas situaciones generan zozobra en las personas y en algunos puede desencadenar en una ansiedad o estados de depresión”, señala en el programa Saludable Mente.
Existen personas, apunta, que tienen la capacidad de ser más resilientes frente a los problemas que se suscitan en la vida pero hay otro grupo que no supera de forma rápida ciertos eventos, como haber sido víctima de los delincuentes, y corre el riesgo de sufrir de estrés postraumático y requerir una atención psicológica.
Los síntomas que frecuentemente manifiestan las personas son dificultad para conciliar el sueño, aislamiento, aumento o disminución del apetito, dolores de cabeza y sentimientos de culpa por el robo, refiere.
“Hay personas que cuando les ocurre este tipo de situaciones (robos) tienden a aislarse, pierden la motivación, el apetito, la energía para realizar sus actividades cotidianas y hasta descuidan su aspecto físico porque mantienen el temor de que les vuelva a ocurrir”, agrega.
Apoyo familiar
Estos actos delictivos no solo perjudican psicológicamente a la persona sino a todo su entorno familiar y son los niños los más afectados por dicha situación que afronta el padre, la madre o algún pariente cercano, alterándose su comportamiento dentro del hogar con actitudes de tristeza o miedo.
El psicólogo precisa que muchas veces la familia no sabe darle el soporte emocional a la víctima y, por el contrario, minimiza sus síntomas emocionales creyendo que pronto desaparecerán y volverá a su estado habitual. En estos casos, subraya, lo más aconsejable es acudir a un especialista de la salud mental para iniciar una terapia que permita superar el problema.
Claves para superarlo
Una de las recomendaciones del psicólogo es que la persona afectada no debe reprimir sus emociones sino, al contrario, expresarlo o conversarlo con su familia y decir sin tapujos lo que siente realmente, a fin de que su entorno se involucre también en su recuperación.
“La persona afectada no debe reprimir sus emociones por temor sino más bien conversar con la esposa, el esposo o los hijos. Es importante hablar de sus miedos, frustraciones, impotencia y dolor con los miembros de la familia para que también se involucren en su recuperación”, añade.
Martínez también expresa que es fundamental trabajar en la resiliencia desde la infancia porque ello permitirá afrontar mejor los problemas de la vida y recuperar el equilibrio emocional que se pierde ante circunstancias traumáticas como robos, accidentes, problemas de salud, etc., de manera asertiva.
Otra de las recomendaciones del licenciado es evitar ver los noticieros que difunden información de robos y delincuencia porque suele provocar mayores angustias y miedos. De igual forma, procurar no transmitirles a los niños nuestros temores exagerados sobre los asaltos o alguna otra preocupación.