A pocos días del inicio de las clases presenciales, los padres de familia deben entender que, tras una situación tan inusual como la pandemia, que originó el ausentismo por dos años de las aulas, este anunciado retorno puede estar cargado de diferentes problemas de salud mental, como la ansiedad.
Este trastorno, que origina síntomas tan preocupantes como la irritabilidad, llanto, mala conducta o bajo rendimiento académico, puede esconder uno o varios motivos dolorosos que los padres de familia deben aprender a identificar y tratar. En ese contexto, el castigo verbal o físico es un camino por el que de ninguna manera y bajo ninguna circunstancia se debe transitar.
Así refirió el médico Juan Carlos Ocampo, psiquiatra del niño y el adolescente de EsSalud quien, en entrevista para el programa Andina al Día, sostuvo que la ansiedad se puede presentar de diferentes modos, de acuerdo con la edad del menor.
“La ansiedad que los niños experimentan se debe a que tienen mucha dependencia emocional hacia sus figuras de apego, como son los padres. Cuando ellos se sienten desprotegidos, aparece una reacción de temor que puede tener manifestaciones incluso físicas, como el dolor de cabeza, ganas frecuentes de ir a orinar o estreñimiento”.
Si el padre asume que es una situación normal y que el niño debe acostumbrarse, añadió el especialista, es que no está entendiendo a su hijo.
“Cada niño es distinto y tiene una expectativa propia en cuanto al retorno a clases. Validar sus emociones, escucharlo, brindarle un espacio para que exprese sus temores y aclarárselos, desde nuestra posición de padres de familia, permitirá que el niño vaya con una mayor paz, ya que con ese diálogo el niño se sentirá más seguro”.
Castigos físicos o verbales
Frente a una situación de estrés producida por el llanto del niño, muchos padres pueden tener reacciones violentas que se traducen en castigos verbales o hasta físicos, lo que agravará el motivo de fondo que ha ocasionado la conducta de este niño: la ansiedad.
“La ansiedad no solo es temor, sino que también se manifiesta en la conducta del menor. Estos cambios de la conducta son reactivas frente al temor que tienen frente a esta nueva situación. Por lo tanto es importante ponernos en la situación del niño, escucharlos y orientarlos, pero, sobre todo, ser lo que ellos buscan de nosotros: una figura de apoyo”.
Es en ese momento, cuando le brindemos esa seguridad que requiere el menor, cuando escuchamos sus problemas, dudas o preocupaciones es allí que ellos hablarán abiertamente. “El castigo físico o verbal a un niño no resolverá el problema, todo lo contrario, lo aumentará”, aclara Ocampo, para luego advertir que ese no es el camino a seguir.
Retorno con retos
Con el prolongado alejamiento de las aulas no solo se han perdido algunos elementos académicos que solo se pueden obtener con la presencialidad, sino que los niños no han tenido la oportunidad de socializar con sus pares y, así, avanzar en su formación social.
“El retorno a clases significa que ese niño necesita la presencia de otro para socializar, para un crecimiento y desarrollo saludable, ya que con ese otro niño el va a compartir, va a jugar, va a hablar, va a aprender… por lo tanto, las partes positivas del retorno a clases superan a lo negativo, que puede ser la exposición a un ambiente no controlado”.
Sin embargo, aclaró el psiquiatra, para un grupo importante de ellos, que ya pasaron por esa etapa de presencialidad y que han visto una pausa en su educación, será volver a los problemas que experimentaron antes de su salida, como por ejemplo el bullying. Ante ello, Ocampo sugiere la conversación y la acción rápida de los progenitores.
Adolescencia, un punto aparte
Preocuparse por su apariencia, la necesidad de hacer grupos de amigos, la preocupación de cómo los demás los perciben y un cambio hormonal importante serán los hitos en que los adolescentes tendrán que actuar, además de la lógica ansiedad que ya de por sí se verá incrementada por estas normales preocupaciones.
“Los adolescentes viven un momento distinto, ellos son más críticos, más analíticos. En el colegio ellos tienen tendencia al grupo. Por ello, debemos cuidar su intimidad sin dejar de lado nuestra presencia”.
Recordemos, añade el galeno, que el grupo de adolescentes es un grupo de riesgo porque pueden exponerse a situaciones que los niños menores no, como el consumo de tabaco o de alcohol para reducir los cuadros de ansiedad.
“Más importante aquí es buscar espacios donde podamos recoger sus dificultades, sobre todo observar, ya que el adolescente suele cambiar conductas, retraerse, bajar su rendimiento académico y tener episodios irritables que esconden, en el fondo, un cuadro de ansiedad”.
El retorno del duelo
La pandemia de la covid-19 se ha llevado la vida de miles de peruanos. Ante ello, muchos niños o adolescentes que retornan a las aulas llegarán cargando un duelo sobre sus hombros, hecho que alimentará su cuadro de ansiedad.
“La pandemia no solo tendrá las olas de contagios sino las olas de salud mental. El duelo es uno de ellos y no será corto, ya que el duelo se perenniza en el tiempo”.
Por ende, aclara, el adolescente necesita un apoyo. “El niño o adolescente necesitará, en este caso, de su segunda familia, el colegio. Por ello, el colegio tiene una gran responsabilidad en mejorar su salud mental”.