Su especial interés por la arqueología, que en aquellos años empezaba a desarrollarse con rigor científico en el Perú, la llevó a conocer a Julio César Tello y empezar a colaborar con el “Padre de la Arqueología peruana” en sus investigaciones y en la publicación de la revista “Inca” dedicada a divulgar sobre los hallazgos arqueológicos en el territorio nacional.
En 1928, Rebeca Carrión Cachot ocupó el cargo de conservadora del Museo de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. También se desempeñó al lado del sabio Tello como funcionaria en el Museo de Arqueología Peruana hasta 1930, cuando renunció solidarizándose con su maestro tras su destitución por parte del gobierno de Luis Sánchez Cerro.
En mérito a su tesis titulada “La indumentaria en la antigua Paracas”, que fue aprobada y felicitada por aclamación por el jurado académico, Rebeca Carrión Cachot obtiene el grado académico de doctora en Historia y Letras.
La colaboración con el maestro Tello se prolongó hasta 1947, cuando el erudito pereció cimentando las bases de la arqueología nacional y dejando un inmenso desafío en la investigación para sus alumnos, colaboradores y futuras generaciones de arqueólogos.
Otro de los retos de la primera arqueóloga del Perú fue asumir las direcciones del Museo Nacional de Antropología y Arqueología, ubicado en Pueblo Libre, y del Museo de Arqueología y Antropología de la Decana de América, entre los años 1947 y 1955. También fue asesora, en 1952, en el área de arqueología en el entonces Senado de la República.
Trayectoria profesional
En el área de la investigación, Rebeca Carrión Cachot desarrolló estudios de campo en diversas zonas arqueológicas del país, entre ellas Ancón (Lima) y Paracas (Ica), cuyos resultados se publicaron en diversos artículos periodísticos, revistas y libros.
Sus obras más importantes son “El culto al agua en el antiguo Perú” (1955) y “La religión en el antiguo Perú” (1959). Asimismo, es autora de las obras “La mujer y el niño en el antiguo Perú” (1923), “La indumentaria en la antigua cultura de Paracas” (1931), “La cultura Chavín. Dos nuevas colonias: Kuntur Wasi y Ancón (1948)” y “Paracas: cultural elements (1949)”.
Rebeca Carrión Cachot dejó inéditos los estudios titulados “Civilización Chavín”, “La Navegación en el litoral del antiguo Perú”, “La agricultura en el periodo Chavín” y generalidades sobre el ambiente forestal.
Estudios suyos fueron publicados en las revistas Inca (1923-1924), Wirakocha (1931), Chaski (1940-1941) y en la revista del Museo Nacional de Antropología y Arqueología (1948 y 1955).
Rebeca Carrión Cachot viaja al Museo de Nueva York en 1949 para participar en el primer desenfardelamiento o retiro de los formidables mantos que cubren a una momia de la cultura Paracas. Estos restos fueron analizados, por primera vez, con Carbono 14 para precisar su antigüedad.
Una de las primeras catedráticas del Perú
Rebeca Carrión Cachot fue, además de la primera arqueóloga, una de las primeras mujeres peruanas en ocupar una cátedra universitaria. En la Universidad Nacional Mayor de San Marcos dictó el curso “Arte Precolombino” en 1931, “Arqueología”, entre 1945 y 1955, y participó en la Escuela de Verano, de 1942 a 1945. En la Pontificia Universidad Católica del Perú impartió el curso “Historia del Arte Peruano”.
Miembro de sociedades científicas y distinciones
Por su permanente actividad intelectual en el campo de la Arqueología, Rebeca Carrión Cachot fue incorporada a muchas sociedades científicas nacionales e internacionales. Entre ellas destacan la neoyorquina Anthropological Association for Advancement of Science, el Instituto Histórico del Perú, así como la Sociedad de Antropología de Guatemala. También recibió diversas distinciones como las Palmas Académicas del gobierno de Francia.
Tras contraer nupcias con el etnólogo suizo Rafael Girard, la primera arqueóloga peruana se fue a radicar con él a Guatemala, país donde continuó su destacada trayectoria profesional y donde falleció el 6 de abril de 1960, a la edad de 53 años. Sus restos fueron repatriados posteriormente para ser sepultados de forma definitiva en el cementerio El Ángel.
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