Los arqueólogos peruanos celebran este 11 de abril su efeméride profesional conmemorando el nacimiento de Julio César Tello, reconocido mundialmente como el “Padre de la arqueología peruana”, cuyos formidables hallazgos y legado intelectual consolidaron las bases nacionales de esta disciplina científica que contribuye al estudio, comprensión, recuperación y revaloración de nuestro patrimonio cultural, ponderando los valores que identificaron a las sociedades del antiguo Perú.
La arqueología como disciplina científica se aproxima a la cultura material de las sociedades del pasado a través de distintos métodos y técnicas de otras ciencias auxiliares, como la geología, antropología, ciencias biológicas (botánica, zoología, genética molecular, entre otras), así como ciencias físicas, químicas, entre otras.
El conocimiento científico que brinda la arqueología contemporánea requiere de una aproximación, multidisciplinaria e interdisciplinaria, a la realidad social del pasado.
Julio César Tello
Considerado el “Padre de la arqueología peruana” y descubridor de las culturas Chavín y Paracas, Julio César Tello Rojas nació en la provincia limeña de Huarochirí el 11 de abril de 1880. Hijo de una modesta familia, destacó desde niño por ser muy inteligente.
En 1900 ingresó a la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, donde fue condiscípulo de un hijo del ilustre tradicionista Ricardo Palma, por lo que frecuentó su casa, ganándose el afecto del escritor, quien, en su condición de director de la Biblioteca Nacional del Perú, le consiguió un puesto como conservador.
Fue allí donde le nació a Tello la inquietud por la ciencia y la investigación, especialmente la arqueología y la antropología. Su acercamiento al mundo prehispánico se produjo a partir de la lectura de un estudio de las lenguas indígenas de Sebastián Barranca.
En 1906 ofreció su primera conferencia en torno a unos cráneos prehistóricos desenterrados en tumbas prehispánicas de la provincia de Yauyos. Gracias a una beca concedida por el primer gobierno de Augusto B. Leguía viajó a los Estados Unidos para realizar estudios de postgrado en la Universidad de Harvard, donde permaneció tres años.
Tuvo por maestros a celebridades del mundo científico, como Alex Hrdlicka y Franz Boas. Obtuvo su maestría en Artes (1909) y en Antropología (1911), siendo el primer peruano en alcanzar tal grado académico en la prestigiosa universidad estadounidense.
En mérito de sus estudios, obtuvo una nueva beca que le permitió concurrir en Londres, capital del Reino Unido, al XVIII Congreso Internacional de Americanistas (1911) y seguir estudios de especialización en el Seminario de Antropología de la Universidad de Berlín (1912).
A su retorno al Perú, en 1913, comenzó su labor arqueológica acompañando a su maestro Alex Hrdlicka en sus investigaciones por los valles de la costa central. Luego recorrió muchas regiones del país con el fin de realizar trabajos de campo, haciendo valiosas investigaciones en torno a las culturas precolombinas.
Hallazgos arqueológicos
A Julio César Tello debemos la identificación de la antigüedad y difusión de la Cultura Chavín (1919) y el descubrimiento de la necrópolis de Paracas (1925). Asimismo, las excavaciones en el extenso valle del Santa (1926 y 1934) y en el alto valle del Marañón (1934 y 1937).
También exploró en Huánuco Viejo y Kotosh (1935), en el valle del Urubamba (1942) y en sitios diversos de los departamentos de Lima, Arequipa, Cuzco y Puno, que le permitieron formular su propia apreciación sobre el proceso civilizatorio del Perú antiguo.
Los grandes descubrimientos arqueológicos de Julio César Tello cambiaron la imagen del Perú en el siglo XX. Gracias a sus hallazgos y estudios de sitios históricos prehispánicos se inició un proceso por conocer el pasado diverso del Perú y su valiosa cultura.
Julio César Tello fue catedrático de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos y allí fundó el Museo de Arqueología y Etnología, el 21 de octubre de 1919. Cinco años después, en 1924, formó el Museo de Arqueología Peruana. Entre 1931 y 1938 dirigió el Instituto de Investigaciones Antropológicas dependiente de dicho museo, instituto que por iniciativa suya se convirtió en el Museo Nacional de Antropología.
La fructífera existencia de Julio César Tello culminó el 3 de junio de 1947, cuando falleció víctima del cáncer a la edad de 67 años. Respetando su voluntad, fue sepultado en los jardines del Museo Nacional de Arqueología, Antropología e Historia, ubicado en el distrito de Pueblo Libre.
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