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Peruanos en Estados Unidos: historias de sueños y triunfos que nos enorgullecen

Los une el amor por la familia, su patria y su inquebrantable perseverancia

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09:45 | Lima, may. 8.

Por Valery Díaz Vásquez

Esta es la recopilación de la historia de seis peruanos que ante la adversidad supieron hacerle frente y hoy son un ejemplo y brillan en Estados Unidos. No ha sido fácil, y cada uno de nuestros compatriotas narra a través de sus vivencias los diversos obstáculos que se les han presentado en el camino y sobre todo de donde sacaron la fortaleza para lograr destacarse en un país ajeno al suyo.

1.Orlando Miranda: Liderazgo peruano 





Orlando Miranda viajó a Estados Unidos a los 11 años. Una vez allá supo que no sería nada sencillo, así que labró su propio camino. Primero como ayudante en hoteles y luego en las Fuerzas Armadas de esa nación. Es presidente de Peruvian Civic Association Inc, una organización representativa de la comunidad peruana.

Nació en el distrito de La Victoria, aunque pasó la mayor parte de su infancia en Jesús María, en una casa que hasta hoy su familia conserva. “Vivíamos en una quinta, en la calle Garzón”, señala con mucho orgullo e inocultable nostalgia. 

Recuerda los días en los que acudía al Campo de Marte con sus familiares. “Es uno de los recuerdos más felices que tengo de cuando era pequeño”, añade.

“Pero si tuviera que referirme al recuerdo más triste, fue el de haberme mudado al extranjero”, dijo con gran sinceridad. No quería dejar los lazos que forjó en la escuela y en el barrio.

En 1979, su padre fue el primero en viajar a Estados Unidos y, como miles de peruanos, emigró con la meta de juntar el dinero suficiente para llevar a su familia y ofrecerles un mejor futuro. De esta forma, en 1981, Orlando, sus cinco hermanos y su madre llegaron al gigante norteamericano.

"Llegamos a Kearny, en Nueva Jersey, donde mis padres todavía viven. Llegar a Estados Unidos no fue difícil, contábamos con tías y tíos que nos ayudaron bastante en esta transición”, afirma.

Y si bien tenían el apoyo de la familia, sería el idioma uno de sus primeros retos y barreras, ya que por esos años no vivían muchos latinoamericanos en Kearny, lo que hizo que su etapa de adaptación fuera bastante dura.

Nos cuenta que se pudieron adaptar mejor cuando fueron a la escuela. Tuvo clases de inglés para aprender el idioma, su objetivo era aprender lo más pronto posible para comunicarse con sus compañeros. Y lo logró atravesando los diversos obstáculos académicos hasta culminar el nivel escolar.

Ni bien salió del colegio, trabajó un buen tiempo en un hotel. Sin embargo, el dinero no le era suficiente y quería ascender laboralmente. Para eso necesitaba estudios universitarios que en ese momento no tenía.

Frente a este panorama,  tomó la decisión de ingresar a la Armada de Estados Unidos. Esto significó alejarse por buen tiempo de su familia, una situación que le afectó mucho. “Me dolía, pero tenía que hacerlo”, nos confiesa.

Su edad para ingresar a las Fuerzas Armadas (26 años) era poco común porque la media para enlistarse es de 17 a 18 años. Afirma que al inicio se le complicó porque no estaba acostumbrado a la disciplina militar.

Indica que durante sus servicios en el Ejército de Estados Unidos estuvo dos veces en área de combate.

“Estuve en Bosnia en 1996, era nuevo. Fue la primera vez que me encontraba en una zona de combate en un lugar del mundo muy frío. Mi segunda experiencia fue en Irak en el 2003. Fue muy difícil porque estuve al comienzo de la guerra”, manifiesta.

Han pasado ya 26 años desde que Orlando está en servicio, y piensa retirarse en junio del 2023, cuando cumpla 27. Tiene el rango de sargento de primera clase, el cual se asocia con responsabilidades y autoridad adicionales en la gestión de personal y la supervisión de misiones militares, así como un mayor conocimiento y experiencia en tácticas y estrategias militares.

Además, está por culminar sus estudios de bachillerato en Administración de Negocios en Edison State University, un título que necesitará en su actual puesto como gerente de restaurantes para una cadena deThomas  hoteles y para otras oportunidades laborales.

También acaba de asumir la presidencia de Peruvian Civic Association Inc. (PCANJ).

“Tengo ideas de cómo ayudar a la comunidad, pero también quiero escuchar a las personas para ver lo que necesitan. Mi meta final sería continuar la legalidad de esta linda institución, participando, no solo culturalmente, sino también con más integración en las comunidades”, anotó.

Otro aspecto importante es extender el apoyo a los peruanos en Nueva Jersey y aumentar el número de miembros.

Finalmente, señala que está viviendo su sueño más grande. Y razón no le falta para decir eso, tiene una hermosa familia. Agradece a la vida tener a sus padres junto a él.

“Para mí ser peruano, es un orgullo porque tenemos la mejor comida del mundo. Nuestro país es muy rico en cultura, tenemos una de las maravillas del mundo [Machu Picchu]. Es nuestra responsabilidad como peruanos hacer sonar el nombre de nuestro país y dejarlo en lo más alto”, recalca.


2.El coraje de Carlos Serván





Primero de abril de 1986, imposible olvidar esa fecha. “El día se convirtió en una noche eterna, la luz se extinguió”, nos dice Carlos, al recordar que la última imagen que sus ojos pudieron ver ese día quedó atrapada en los cerros del Fundo Barbadillo en Ate. Tenía apenas 20 años, era cadete del cuarto año de la Escuela de Oficiales de la Policía de Investigaciones del Perú.

En uno de los habituales ejercicios de campo, Carlos tuvo el infortunio de tropezar con una granada. La explosión le arrebató la visión y la mano derecha. Todo sucedió en un abrir y cerrar de ojos, su cuerpo sangraba, mientras él maldecía su destino. En ese trágico momento, y como un inesperado flashback, por su mente pasaron los rostros de sus padres, dos esforzados provincianos que sacaron adelante a su familia a punta de esfuerzo. También la de sus queridos hermanos.

“Me resistía a morir, sería una tragedia para mi madre”, se dijo al evocar que su padre había fallecido un año atrás y su progenitora sufrió demasiado por esa perdida. 

Aún recuerda a Jesús Sedano, su compañero de promoción, gritando desesperado por auxilio. Carlos sobrevivió, pero sus sueños, y la de su familia, fueron despedazados.

¿Y ahora qué será de mí?, fue una de las preguntas sin respuesta que martillaban su cabeza. Sentía que lo había perdido todo.

“Todos me hablaban de prótesis y que me llevarían a Estados Unidos. Sentía que me trataban diferente, con condescendencia y eso no me gustaba”, señaló.

El primer año del accidente, intentó todo para recuperar la vista. Y los siguientes dos años hacía una y otra cosa para ganar dinero. Nada fue suficiente, a pesar de que había podido enfrentar con entereza a la depresión.

Tres años le bastaron para darse cuenta de que no había oportunidades en el país para personas en su condición. Así, con 23 años, llegó a Estados Unidos con la esperanza de rehabilitarse y salir adelante. Empezaría de cero.

Comenzó un riguroso entrenamiento en ceguera, aprendió palabras en código Braille, se convirtió en zurdo a la fuerza y aprendió inglés, carpintería y computación. Si algo quedaba claro, era que no iba a permitirse quedarse postrado.

No solo fue eso. Ingresó a estudiar derecho en la Universidad de Nuevo México. Su desenvolvimiento académico lo llevó a ganar la principal beca NFB Ezra Davis Memorial en 1992, un logró que resalta con suma emoción y orgullo. Más adelante, obtuvo el título de doctor en jurisprudencia y una maestría en administración pública en la misma casa de estudios.

“Pude salir adelante gracias a mi capacidad de resiliencia y superación, todo depende de uno mismo”, remarcó.

Mientras estudiaba, Carlos fue mentor de estudiantes ciegos y con problemas de la vista. Su historia podría servir como un combustible, un bálsamo de fe y esperanza, a quienes pasaban por los mismos problemas que él afrontó.

“Me chocó quedarme ciego, y sobre todo creía que no sería productivo y luché para serlo. Por eso intenté involucrarme con gente ciega, quería ayudar”, refirió.

Su fuerza e ímpetu le permitió ser presidente de la Asociación Nacional de Estudiantes Ciegos (NABS) y líder en la Federación Nacional de Ciegos.

En la actualidad, tiene 57 años, lleva 34 viviendo en Estados Unidos. Ha sacado adelante a su esposa e hijos, que son una piedra angular en este difícil proceso de superación. 

Es director ejecutivo de la Comisión de Nebraska para Ciegos y Discapacitados Visuales, también forma parte del comité ejecutivo del Consejo Nacional de Agencias Estatales para Ciegos y participa activamente en la Asociación Nacional de Rehabilitación y en el Consejo Nacional de Administradores Estatales para la Rehabilitación Vocacional.

Carlos es un testimonio de vida que nos demuestra que las situaciones difíciles también pueden ser un nuevo punto de partida, y que, a pesar de que sobrevenga en la oscuridad, somos capaces de restablecer la luz con nuestros actos. 
Además de ser un abogado y ferviente defensor de los derechos de las personas con discapacidad, es escritor.

Motivado por sus colegas y por las personas a las que les brinda charlas, se metió de lleno en la escritura. De esta forma, lanzó “Running Dreams", traducido al inglés y publicado en EE. UU., así como “Aprendizaje de la oscuridad”, el último libro de memorias que acaba de publicar y presentar en Lima.

Es un peruano que inspira fortaleza a cualquier persona que se cruce con su historia. Y si bien se define como una persona perseverante y trabajadora, él representa mucho más que eso.


3.Carlos Bustamante, el gran maestro de científicos



Carlos Bustamante Monteverde es un prestigioso investigador del Instituto Médico Howard Hughes (HHMI), profesor principal en la Universidad de California Berkeley, y miembro de la Academia Nacional de Ciencias de Estados Unidos. A sus 72 años, es un referente para los profesionales que buscan triunfar internacionalmente.

Y por si esto fuera poco, ha recibido diversas condecoraciones internacionales que confirman que es uno de los científicos con mayor reconocimiento en el mundo.  

¿Cuál es su historia? En 1975 se llenó de determinación y empacó sus maletas para ir tras sus sueños: cursar un Ph.D. en Biofísica en la Universidad de California, Berkeley y hacerse de un nombre en el campo de la investigación.

Pero su camino profesional no fue tan sencillo, estuvo caracterizado por cambios repentinos. Empezó estudiando Medicina en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos.

Sin embargo, terminó estudiando Biología en la Universidad Peruana Cayetano Heredia. 

Abandonar la carrera de Medicina en San Marcos era una locura académica, pero yo sabía que estaba haciendo lo correcto, remarcó al evocar ese momento decisivo de su vida.

“Mi formación universitaria fue dispersa, ya que tenía muchas opciones y quería hacer todo a la vez. Pero cuando llevé bioquímica me di cuenta de que lo que realmente quería hacer era dedicarme a la biofísica”, subrayó.

Tras obtener el magíster en bioquímica en San Marcos, postuló a una beca para ingresar a Berkeley, una universidad que se adapta perfecto a sus necesidades académicas. 

De esta forma, cursó su doctorado en Berkeley. El estar en una universidad de tanto prestigio lo hizo sentirse en su plenitud profesional.

Sin embargo, dejar a su familia fue una de las cosas más difíciles y fuertes que enfrentó en sus primeros años. Además de que el idioma, estaba lejos de ser una de sus principales fortalezas. 

Bustamante, en un inicio, fue a Estados Unidos, con la idea de retornar al país para continuar su carrera profesional y crear un instituto de biofísica. La difícil situación política, social y económica del Perú en la década del 80’ hizo que cambie sus planes y prolongue su estadía en el gigante norteamericano.

En 1982, consiguió el puesto de profesor asistente en el departamento de Química en la Universidad de Nuevo México. Luego se desempeñó como catedrático e investigador. 

Trabajó en esta universidad durante ocho años, hasta que la Universidad de Oregón lo contactó y no dudó en aceptar esta oferta. Allí le propusieron como investigador en el Instituto Médico Howard Hughes (HHMI), uno de las mayores organizaciones filantrópicas de investigación científica del mundo. 

En 1997 se le presentó la oportunidad de laborar en la Universidad de California Berkeley, donde actualmente ejerce como investigador y profesor principal de biología molecular y biofísica.

El hecho de vivir fuera del Perú y sus éxitos profesionales no ha significado que le haya dado la espalda al país que lo vio nacer. 

El 2002, decidió promover la ciencia a través de la propuesta de “Laboratorios gemelos”, el cual consiste en replicar los conocimientos científicos, como el de manipular mecánicamente una molécula de ADN.

Esto con el apoyo de universidades peruanas y científicos peruanos en el exterior, que aportan con el conocimiento y sus contactos.

“Este es un paso para que nuestro país pueda tener lugares de investigación de primera. La Universidad Cayetano fue la primera en apostar por esta propuesta, hay muchos estudiantes que están al mando de laboratorios de primera que pueden ser replicados”, explicó.

Cuando propuse este proyecto tenía muchas esperanzas, espero que en algún momento exista financiamiento respecto a este tipo de ciencia en el Perú, añadió.

Ese mismo año fue elegido miembro de la Academia Nacional de Ciencias de los Estados Unidos,  una corporación científica honorífica y asesora del gobierno estadounidense. Sus miembros son elegidos anualmente en base a sus logros en la investigación. Un logro que sin duda lo llena de emoción.

En 2002, recibió prestigiosos premios de Biological Physics Prize, otorgado por la American Physical Society y el Hans Neurath Prize, de la Protein Society.

Además, obtuvo el premio Vilcek 2012, un reconocimiento otorgado a personas nacidas en el extranjero por logros extraordinarios en las artes y las ciencias. 

En la actualidad,  lleva ocho proyectos de investigación, actividad que se suma a las diversas conferencias y ponencias que ofrece por sus importantes aportes en el mundo científico. 

“Si quieres ser científico, créeme cuando te digo que es posible. Si optas por este camino haz realidad tus sueños”, puntualizó.

H recibido distinciones como doctor honoris de la Universidad Mayor de San Marcos; la Universidad de Chicago y la Universidad de Chile, entre otros importantes centros de estudios. Se destaca su sobresaliente contribución al desarrollo de la ciencia en su más alto nivel, y su trabajo pionero en el estudio de las propiedades moleculares biológicas mediante métodos de manipulación de moléculas individuales. Sin lugar a dudas, un orgullo para el Perú.


4.Jorge Macedo, premiado por la Fundación Nacional de Ciencias



Jorge Macedo Escudero es ingeniero civil egresado de la Universidad Nacional de Ingeniería. Se desempeña como docente en el prestigioso Instituto de Tecnología de Georgia, Georgia Tech, en Atlanta. “Lo más importante es el esfuerzo”, nos dice este exitoso profesional.

El vínculo entre la ingeniería civil y Jorge empezó cuando apenas era un niño de 8 años. Acompañaba y observaba trabajar a su hermano, también ingeniero civil, en las obras. Esa experiencia le despertó una inmensa curiosidad por la carrera.

Creció en la ciudad ancashina de Huaraz. Jorge recuerda que desde muy niño su padre, pedagogo de profesión, le daba lecciones en su casa. 

A los 15 años culminó la etapa escolar y se mudó a Lima para continuar con sus estudios superiores.

Su historial escolar, lleno de concursos matemáticos, fue el preludio de su ingreso a la facultad de Ingeniería Civil de la UNI. La disciplina y dedicación que mostró le permitió graduarse con honores.

"Me ayudó a no sentir ninguna diferencia al pasar de mi provincia a la capital. Además de darme una educación muy buena, me pusieron al frente a profesores que, además de brindarme conocimientos, me motivaron a superarme”, manifestó agradecido a su alma máter.

El 2006 fue pasante en el Centro Peruano de Investigaciones Sísmicas y luego se desempeñó como ingeniero consultor geotécnico en una empresa transnacional. 

Esta última experiencia laboral, que duró seis años, le permitió trabajar con profesionales de Chile, Brasil y Argentina. Paralelamente, cursaba una maestría en la UNI.

“Esta experiencia me ayudó a replantear mi situación y me convenció de que debía salir del país si quería mejores oportunidades”, afirma Jorge al recordar cómo muchos colegas, lo ayudaron y guiaron en este camino trazado.

Esas ganas de superación tuvieron sus frutos cuando fue aceptado el 2014 para realizar una segunda maestría en la Universidad de Berkeley en California. Superó el proceso de adaptación, pues sabía bien lo que quería lograr.

“Muchos de mis compañeros estaban acostumbrados a la mecánica de trabajo que se llevaba en Berkeley. El idioma tuve que trabajarlo unos años, pero en definitiva fue una experiencia enriquecedora; lo volvería a hacer. Empecé siendo una persona y terminé siendo otra”, añadió satisfecho.

También hizo un doctorado en la Universidad de Berkeley. Fue una de las etapas más bonitas de su vida, pero fundamentalmente le abrió muchas puertas.

Con toda esa experiencia y bagaje profesional, Jorge se presentó a un concurso para docente en el Instituto de Tecnología de Georgia, Georgia Tech.

“Fue probablemente lo más difícil que he hecho en la vida”, resaltó al recordar a los más de 100 académicos que postularon al puesto.  Fue elegido y ahora tiene alumnos del pregrado y el doctorado.

“La función  que tiene un profesor en Georgia Tech, es el de escribir propuestas, traer proyectos a la universidad y supervisar a los estudiantes, pero lo que más me gusta de esto es que puedes proponer proyectos innovadores, además de influir en la vida de ingenieros jóvenes, y eso es lo que me causa más satisfacción”, manifestó con un entusiasmo que contagia.

Además, tiene más de 10 proyectos de investigación, relacionados a eventos naturales extremos como terremotos, así como manejo de residuos mineros, entre otros temas.
 
Su trabajo, dedicación y esfuerzo no pasó desapercibido. Ganó el Premio de Desarrollo de Carrera Temprana de la Facultad (CAREER) 2022 de la Fundación Nacional de Ciencias, el galardón más prestigioso de este centro para profesores que inician su carrera.

La Fundación Nacional de Ciencias es una agencia gubernamental de los Estados Unidos que impulsa investigación y educación fundamental en todos los campos no médicos de la Ciencia y la Ingeniería.

Esta distinción se otorga a quienes presenten potencial para guiar y liderar avances en sus áreas, así como servir como modelos a seguir en la línea académica y pedagógica. 

“El ser merecedor de este premio me hace entender que voy por la dirección correcta. Me entusiasma saber que indirectamente seguí los pasos de mi padre, que fue, como yo ahora, fue docente. Mi prioridad es seguir dando lo mejor de mí en todos los ámbitos posibles”, recalcó.

Si bien Jorge aún es relativamente nuevo en e.l área de la pedagogía, tiene muchos proyectos y uno de ellos es revolucionar la educación en ingeniería civil.

“Lo más importante es esforzarse, lo que llegue al final solo será la consecuencia. He tenido que conseguir las cosas con esfuerzo y es posible salir adelante con la educación. Los jóvenes deben creer que es posible alcanzar todo lo que se propongan”,  enfatiza a modo de despedida.

5.El triunfo de Juan Carlos Rojas 



Juan Carlos Rojas Sanchez es un físico peruano, natural de Chepén y licenciado por la Universidad Nacional de Ingeniería (UNI). Es investigador del Centro Nacional de Investigaciones Científicas (CNRS) en el Instituto Jean Lamour, considerado entre los más importantes de Francia y uno de los mejores del mundo.

Me asombra la sencillez de Juan Carlos al admitir que se siente nervioso al ofrecer esta entrevista.

Y claro que sorprende, si proviene de un investigador que ha realizado  más de 50 publicaciones en revistas internacionales.

Además, se ha desempeñado como presidente de sesión en diversas conferencias internacionales y ha obtenido una medalla de bronce en la ceremonia de Talentos del CNRS.

“Nunca es tarde para aprender algo nuevo”, comenta al contarnos que estaba aprendiendo a manejar. “Podré haberme desarrollado en el ámbito académico, pero aún hay cosas que aprender”, añadió con una inocente pero sincera sonrisa. 

Su sencillez simplemente impresiona. Su historia nos dice el origen de esa humildad que lo engrandece aún más como ser humano y profesional de éxito.

Juan Carlos nació en un pueblo de la costa norte del Perú: Chepén, en La Libertad.  La describe como una infancia feliz en donde la casa y el cariño de sus abuelos eran su mejor refugio. 


En 1987 la familia se mudó a Lima debido a que su papá consiguió trabajo como mecánico.  Así, a una corta edad, 12 años, experimentó lo que significa pasar de un pueblo pequeño a una ciudad inmensa como la capital.

Al inició se instalaron, en la zona de Acho, en el Rímac. La casa de una tía los acogió. “Era muy incómodo, porque éramos seis, mis padres y mis tres hermanos menores, pero no había de otra. Yo no quería mudarme a Lima, quería seguir en mi pueblo”, recordó con nostalgia.

Posteriormente, se trasladaron a San Juan de Lurigancho. Era un terreno descampado, pero propio. Construyeron una humilde casa de esteras y edificaron sus sueños sobre la base de sus carencias.

Fue en el colegio donde conoció a la UNI. Fue a través de sus profesores y compañeros de clase. El nivel de exigencia que demanda esta universidad, lo cautivó de inmediato, y no tardó en hacer de ella su alma máter. Se preparó casi medio año para ingresar y en 1994 logró dicha meta.

“Estoy agradecido con la UNI por toda la enseñanza que me brindó. También con mis profesores y compañeros”, remarcó al indicar que en 1999 obtuvo su bachillerato en Física.

Entre el 2000 y el 2003 fue jefe de práctica en la UNI y en dos universidades particulares.  

Decidido a cambiar su destino,  postuló a una maestría en Física en el Instituto Balseiro, Bariloche, ubicado en Argentina. “Me becaron y cubrieron casi la totalidad de mis gastos”, dijo muy agradecido. 

Quedó tan impresionado por las oportunidades que se les abría, que postuló a un doctorado en ese centro de estudio, y lo consiguió, acompañado esta vez de su esposa e hijo.

Esta primera experiencia fue el inicio de su carrera como científico fuera del Perú. 

Luego, postuló al Centro Nacional para la Investigación Científica CNRS/Thales, ubicado en Francia para su posdoctorado. El idioma fue uno de sus problemas más complicados para la adaptación, pero nada fue realmente un obstáculo para detenerlo. 

“A pesar de pasar las cosas por las que pasé llegué, con mucho ímpetu y con muchas ganas de demostrar de qué podía aportar algo grande”, subrayó.

Desde el 2015 hasta la actualidad, es investigador permanente del CNRS, en el grupo de Espintrónica y Nanomagnetismo del Instituto Jean Lamour (IJL), en Nancy, Francia. 

Su creatividad, talento y compromiso con el trabajo permitió que el 2018 fuera designado director del Centro de Competencia de Micro y Nanotecnologías del IJL, MiNaLor.

“A veces no me doy cuenta de las cosas que voy logrando y tal vez está bien que sea así. No me gustaría llegar a perder la humildad”, remarcó al referirse a su trayectoria académica. 

Además de ser un reconocido investigador, Juan Carlos es docente de doctorado en el Instituto Jean Lamour. Se siente muy contento de ayudar a formar a jóvenes estudiantes, porque de ellos depende el futuro.


Finalmente, Juan Carlos reflexiona sobre los pasos dados y coincide en que la perseverancia fue la clave en su vida, el no rendirse cuando uno realmente sabe lo que quiere. 

“Uno puede tener errores y pérdidas, pero la perseverancia es lo que nos hace seguir detrás del sueño y es lo único que nos va a mantener motivados y vivos hacia todas nuestras metas”, se despide a modo de mensaje.


6.Alfredo Florez: El investigador de Berkeley



Alfredo Florez Ariza es un químico peruano que contra viento y marea estudió en la Universidad Nacional de Ingeniería (UNI). Su constancia y tenacidad lo llevó a especializarse con una maestría en la Universidad de Campinas en Brasil y hoy cursa el doctorado en la ilustre Universidad de Berkeley, en California, Estados Unidos.

Es un día lluvioso y la temperatura oscila entre los 8 y 12 grados, nos cuenta Alfredo desde California. Es un clima que no genera mucho entusiasmo, pero nuestro compatriota conserva una sonrisa que contagia y traspasa cualquier aparato tecnológico. Está listo para contarnos su historia. 

“Pase mi infancia y un poco de mi juventud en el Cono Norte de Lima, entre Los Olivos y Comas. Al inicio vivía en un cuarto de la casa de mi abuela materna, y una vez que ella falleció, mis padres vendieron la casa y compraron un terreno que aún era pampa en Comas”, comentó con mucha sencillez.

Mientras construían su vivienda en Comas, su familia alquiló un garaje en San Martin de Porres para vivir.

“El espacio era pequeño, teníamos dos camarotes. Cuando regresaba de la academia hacia mis tareas sin incomodar a los demás, fue muy complejo. Económicamente no nos iba bien, pero hacíamos lo posible para que no nos faltara nada”, añadió

Alfredo ingresó a la Universidad de San Marcos, pero solo estudió un año la carrera de Matemáticas. Su familia se sorprendió cuando dejó ese prestigioso centro de estudios para prepararse e ingresar a la UNI, su gran meta.

El objetivo le significó paciencia, constancia y mucho esfuerzo.

Y es que se demoró tres años en lograr su admisión.  Así en el 2010 y con 20 años ya era cachimbo en la universidad de sus sueños. 

“La perseverancia fue clave. La UNI era una de las más grandes metas que tenía en ese momento, tardé en lograrlo, hasta me dijeron que dejara de intentarlo, pero eso me motivó a seguir haciéndolo”, manifestó orgulloso

Ingresó a Química. Su afinidad por las ciencias naturales fue determinante para escoger esa carrera.

Es impresionante ver cómo se ilumina el rostro de Alfredo cuando habla de su alma mater. 

“Hasta hoy, me llevo un gran recuerdo de mi universidad. He logrado forjar grandes lazos con compañeros y profesores que me han dejado grandes enseñanzas”, subrayó.

Al terminar la carrera el 2015, realizó prácticas profesionales en el laboratorio de la Universidad Cayetano Heredia.

Fue allí que se le presentó la oportunidad de hacer una pasantía en el Laboratorio Nacional de Nanotecnología, en el polo tecnológico de Campinas en Sao Paulo.

Esa experiencia, señaló, le cambió la vida, debido a que le permitió cursar una maestría en Física Biomolecular. 

Como el mundo de la investigación es pequeño, el 2019, Alfredo se contactó con Carlos Bustamante Monteverde, un destacado científico peruano, miembro de la Academia Nacional de Ciencias de Estados Unidos.

Bustamante le dijo para participar en un artículo que estaba trabajando, y quedó muy satisfecho con el aporte de su joven compatriota.

Poco tiempo después, Bustamante invitó a Alfredo para que se desempeñe como investigador visitante en su laboratorio ubicado en la Universidad de Berkeley.

Eso no fue todo. Meses después, Bustamante confirmó la gran capacidad de Florez como investigador, y le ofreció cursar un doctorado totalmente financiado.

“Todo pasó muy rápido, en menos de un año estoy trabajando con grandes referentes en el área y estoy muy agradecido por eso”, resaltó.

En la actualidad,  Alfredo tiene 33 años y cursa el tercer año de su doctorado en Biofísica y estima estar culminando ese gran paso profesional en dos años. 

Refirió que hasta el momento ha publicado tres investigaciones, además de estar involucrado en diversos proyectos científicos como colaborador.

“Me siento feliz y contento de alcanzar todo lo que en algún momento me propuse, lo cual fue investigar. Nunca imaginé llegar hasta Estados Unidos”, expresó emocionado.

Indicó que una de sus más grandes metas es apoyar en lograr un mayor desarrollo de la ciencia en el Perú, trasladar sus conocimientos a jóvenes que como él sueñan con el éxito profesional, y darles la posibilidad de salir adelante en la vida.

“Si tienen algunos objetivos o algunas metas en la vida ya sea en la parte profesional o personal no dejen de intentarlo hasta que consideren que ha sido suficiente. Hay que perseverar siempre, nunca dejen que los comentarios negativos los afecte”, remarcó como consejo final al recordar su travesía por todo este increíble mundo de la ciencia.

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Publicado: 8/5/2023