La primera etapa de la misión Artemis ha sido completada luego de 25.5 días, pero aún sigue en marcha la investigación con el BioSentinel, un pequeño satélite CubeSat que se liberó del adaptador de la nave espacial Orión para iniciar su propia aventura cósmica en el espacio. El proyecto científico del Centro de Investigación Ames de la NASA es liderado por el biólogo peruano Sergio Santa María.
La misión BioSentinel de la NASA realizará el primer experimento de biología de larga duración en el espacio profundo, estudiando los efectos de la radiación espacial en las células de la levadura.
Los resultados de la investigación, a cargo del
biólogo peruano Sergio Santa María, podrían aportar soluciones para mantener sanos a los futuros astronautas durante misiones espaciales de larga duración más lejos de la Tierra.
Tal como se planeó, tras ser liberado, el satélite del tamaño de una caja de zapatos desplegó sus paneles solares para recargar las baterías, sobrevoló la Luna, y siguió de largo, informó la NASA. Ahora, BioSentinel se ha acomodado en una órbita alrededor del Sol para llevar a cabo su misión durante al menos seis meses.
Este satélite lleva dentro un complejo sistema para estudiar el impacto de la radiación de versátiles microorganismos: células de levadura.
Este experimento tiene como principal objetivo estudiar cómo la biología responde a nivel genético al impacto de la radiación presente en el espacio profundo, en preparación para misiones tripuladas a la Luna y, más adelante, a Marte.
¿Por qué era necesario enviar levadura al espacio?
La radiación espacial presenta riesgos para la salud de los astronautas ya que estar expuestos a partículas de alta energía puede dañar el ADN. Por ello, BioSentinel lleva a bordo levadura deshidratada, que posee un microorganismo que comparte muchas similitudes con las células humanas, incluyendo el proceso de daño y reparación del ADN.
El biólogo peruano tiene amplia experiencia en este campo puesto que siguió estudios de doctorado en Centro Médico de la Universidad de Texas en Galveston, Texas, centrándose en los efectos de la radiación ultravioleta sobre el ADN.
Con las misiones Artemis, la NASA y sus socios buscan establecer una presencia humana a largo plazo en la Luna, y sentar las bases para viajes tripulados a Marte más adelante.
Investigación apunta a nuevos viajes espaciales con tripulación
“La idea es siempre ir hacia el futuro”, explica Santa María. “Si queremos quedarnos en la Luna, tenemos que saber cómo vamos a responder no solamente a nivel humano, sino también cómo vamos, por ejemplo, a generar comida. Las plantas, ¿cómo van a crecer? Si queremos hacer yogurt, si queremos hacer cerveza en la Luna, ¿cómo va a funcionar?”.
“A nivel científico, el gran objetivo es entender cómo responde la biología en el espacio profundo, antes de tener que enviar a nuestros astronautas a viajes de muchos años”, dice Santa María. “No tenemos aún una buena idea de lo que pasa con la exposición de largo tiempo y crónica a la radiación ionizante, y eso es un problema.”
Santa María explica que no es posible replicar ese bombardeo constante de radiación en el espacio en un laboratorio en Tierra. El experimento cuenta con una unidad de control en la Estación Espacial Internacional, donde existe un ambiente de microgravedad, y otra unidad de control en tierra para comparar estas condiciones con el entorno del espacio profundo.
“A nivel tecnológico, el objetivo es desarrollar una nave espacial que permita hacer experimentos biológicos en el espacio profundo”, dice Santa María. Es ahí donde entra el pequeño satélite, que lleva dentro la levadura deshidratada, un sistema de fluidos para “activarlas”, y varios otros sistemas, como de navegación y comunicaciones. A través de la Red del espacio Profundo de la NASA, el equipo de BioSentinel envía comandos al satélite desde la Tierra, pero el experimento en sí tiene lugar de forma autónoma.
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Publicado: 12/12/2022