Margaret Luz Manayay Huamán nació en un caserío norteño rodeado de pinos. Cofundó un emprendimiento que vio en las setas que crecen alrededor de esos árboles una oportunidad para salir de la pobreza. Es el hongo comestible boletus luteaus, que saldrá por primera vez al mercado europeo en un contenedor en mayo del 2022.
Doña Ignacia tuvo el cuidado de elegir el nombre de su hija apenas la amamantó. Quería que fuera una mujer de “hierro”, pero, sobre todo, inteligente y trabajadora. Margaret Luz fueron los nombres que escogió para su niña, como faros para encaminarla hacia una vida sin complejos.
Margaret nació hace 29 años en el caserío de Piedra Parada, una comunidad altoandina ubicada en el distrito de Incahuasi, en Ferreñafe, Lambayeque. Como muchos jóvenes que nacieron en las zonas rurales del país, vivió rodeada de árboles y de las aguas cristalinas de los ríos.
Conoció la pobreza en carne propia y no la recuerda con tristeza porque creció rodeada de pinos, comiendo los nísperos y las guayabas que le ofrecía la naturaleza a más de 3,000 metros sobre el nivel del mar, donde quedaba el hogar que compartía con su familia.
Motivada por sus progenitores, se presentó a la universidad e ingresó a la nacional de Lambayeque para ser ingeniera agrícola. Margaret quiso consagrar su vida al cuidado de los ríos, lagos o aguas subterráneas de la serranía peruana, pero lo vivido en su niñez y adolescencia la llevaron a tomar otras decisiones.
“Cuando uno nace en el campo, ama los bosques, la naturaleza; crecí rodeada de pinos, y si bien estudié para ser una profesional en el manejo del agua, me fui inclinando por lo forestal poco a poco. Comencé a darle otro valor a los árboles y en hacer algo por mi gente”, rememora.
Entre pinos y cepas
Fue así como empezó a concebir Simbiosis, un emprendimiento inspirado en sacar de la pobreza a “las mamitas”, como le dice Margaret a las madres de familia que viven en el caserío Piedra Parada y en otros centros poblados aledaños.
Estas mujeres se dedicaban a secar un hongo comestible que crecía alrededor de los árboles de pino, en los bosques de Incahuasi, y los vendían a restaurantes. Junto a amigos universitarios que habían nacido en el mismo caserío que ella, se dieron cuenta de la necesidad de potenciar ese negocio.
Le puso punche a
Simbiosis como cofundadora, y los integrantes del equipo hicieron lo mismo porque compartían el deseo de ayudar a las familias pobres de su caserío. Su pasión por la investigación los llevó a conocer el nombre de la cepa que los ayudaría a hacer realidad ese sueño: boletus luteaus, consumida por paladares finos en el mundo y poco apreciada en el Perú, porque se usa comúnmente para aderezos de comidas acompañados de laurel.
Bosques benditos
Ya pasaron 10 años de persistencias y pasiones, de temores y retrocesos. Simbiosis ganó premios y recursos económicos gracias a convocatorias públicas y privadas que lo ayudaron a fortalecerse. Continuó ayudando a “las mamitas” que mejoraron la tecnología de secado de hongos y aprendieron los protocolos de recolección.
“Nos daba una alegría inmensa entregarles en sus manos las ganancias de su trabajo, pero nos dábamos cuenta que faltaba desarrollar la línea de comercialización”. Se presentaron a una convocatoria de
Concytec y ganaron un financiamiento que les ha permitido formar en el 2019 la empresa ID Bioforest Perú S.A.C y contratar a una CEO para emprender el camino hacia expansión.
En mayo del 2022 saldrá del puerto de Paita el primer contenedor de 6 toneladas de hongos deshidratados boletus luteaus hacia mercados europeos. “Ahora sabemos dónde estamos parados, vamos a producir nuevas variedades de hongos y eso nos permitirá revalorizar los bosques de pino que existen en 19 regiones del país”.
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(FIN) DOP/SMS
Publicado: 4/11/2021