Un equipo de investigadores del Programa Arqueológico Chicama de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos (UNMSM) desarrolla un estudio sobre las tecnologías usadas por antiguos pobladores del valle de Chicama, región La Libertad.
El objetivo de esta investigación arqueológica es estudiar y comprender con mayor profundidad la ocupación, el desarrollo y la planificación de los campos de cultivo en el valle Chicama en más de 15,000 años de ocupación humana.
La Universidad de San Marcos destacó que la iniciativa científica del grupo de investigación “Arqueología de la Ciencias y las Tecnologías Andinas” de la Facultad de Ciencias Sociales de dicha casa de estudios es uno de los 151 proyectos ganadores del presente año del concurso Proyectos de investigación para grupos de investigación, a cargo del Vicerrectorado de Investigación y Posgrado (VRIP).
Con el nombre de “Proyecto Arqueológico Valle Chicama 2022: una investigación multidisciplinar de las tecnologías alimentarias y de la gestión de los recursos naturales en el mundo Moche, sitio Licapa II”, la investigación continúa con el liderazgo de arqueóloga Carito Tavera, junto al docente Henry Tantaleán, la tesista para licenciatura Estefany Campos y un grupo estudiantes y egresados sanmarquinos.
Etapas del proyecto
Desde sus inicios, el 2020, el proyecto ha pasado por una serie de etapas y concursa cada año para fondos que le permitan continuidad de las investigaciones. La primera etapa se dedicó al trabajo de prospección en el área de margen sur del valle medio y margen norte del valle bajo de Chicama.
Al año siguiente, se inició la temporada de excavación y prospección en cuatro asentamientos, resaltando los trabajos en el Templo de Malabrigo y el sitio Quebrada del Oso.
A inicios de diciembre del año pasado la Universidad de San Marcos informó del hallazgo de un nuevo paisaje arqueológico en la Quebrada del Oso, con una antigüedad de 500 a 600 años, de origen Chimú.
Este descubrimiento demostraría la orientación agrícola de la cultura Chimú. Según sus descubridores, lo que se plantea con dicho descubrimiento en el valle Chicama, tanto por investigaciones previas como por el equipo sanmarquino, es que este sitio estaba orientado sobre todo a la producción agrícola, lo que se infiere porque el canal de la cumbre que une las aguas del río Chicama y las diversas zonas del valle Moche pasan muy cerca del asentamiento.
Recientemente el arqueólogo Henry Tantaleán, en entrevista con la Agencia Andina afirmó que el sitio denominado Quebrada del Oso constituye una auténtica “joya arqueológica del valle de Chicama”, gracias a su notable nivel de conservación y porque revela su rol clave en la seguridad alimentaria y el desarrollo de la civilización Chimú, hace más de 600 años.
El investigador explicó que Quebrada del Oso funcionó exclusivamente como complejo de producción agrícola gestionado por funcionarios de la élite, enviados posiblemente desde Chan Chan, capital del imperio Chimú, con el propósito de gestionar este espacio de cultivos para garantizar la seguridad alimentaria de esa civilización precolombina.
Sociedad de Arqueología Americana
Este año, Carito Tavera y Estefany Campos se preparan para presentar los avances del proyecto en la 87ª Reunión Anual de la Sociedad de Arqueología Americana, que se realiza desde mañana miércoles 30 de marzo al domingo 3 de abril, en Chicago, Estados Unidos.
El proyecto del grupo está enfocado en el estudio de las sociedades prehispánicas del valle Chicama, que ha sido sujeto de múltiples investigaciones a lo largo de casi 150 años de arqueología de la costa norte, y es el hogar de las conocidas sociedades Moche y Chimú.
Se trata de un proyecto de larga duración, de la historia del valle, de trabajo en sitios nuevos, otros ya conocidos y, también, excavaciones en sitios puntuales que, a lo largo de la investigación, van dando a conocer temas muy relevantes en la discusión arqueología contemporánea. “Además de esas dos grandes sociedades, el proyecto investiga desde el poblamiento temprano de hace 14 mil años hasta la llegada de los incas y la caída del imperio incaico, un poco antes de la llegada de los españoles”, explica el docente sanmarquino Henry Tantaleán.
Nueva metodología
Por su parte, Carito Tavera afirma que al estar relacionado el proyecto con el estudio de las tecnologías y el vínculo del ser humano con el medio ambiente, es fundamental el estudio de los campos de cultivo para profundizar en el conocimiento de la zona y así contribuir en un tema tan importante y contemporáneo como es la alimentación y la agricultura.
Para ello, desde el año pasado han empezado a desarrollar una metodología acorde con el siglo XXI que responda a los cambios de la arqueología, la cual incluye la toma de muestras de suelo de los diferentes tipos de campo de cultivo y análisis isotrópicos, con el apoyo de especialistas y laboratorios de la Universidad de Santiago de Chile y de la Universidad de Oxford, Inglaterra.
La idea del trabajo que se extiende al sitio de Licapa, es conocer el tipo de nutrientes que se usaban en estos suelos, qué tipo de alimentos y cómo los preparaban los núcleos urbanos, qué tipo de animales convivían con estas personas, entre otros aspectos de la alimentación y vivencia de esta población.
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(FIN) NDP/MAO
JRA
Publicado: 30/3/2022