El buque Yavarí, una de las primeras máquinas de vapor del siglo XIX, es el testimonio viviente de la historia de la navegación en el lago Titicaca, el atractivo emblemático de Puno. Desde su botadura en 1862, este barco ha surcado las aguas del lago y hoy en día permanece intacto, anclado frente al hotel turístico Posada del Inca en el barrio San José de la Ciudad de Lago.
En 1998, el Yavarí se abrió al público como museo, lo que marcó el inicio de un nuevo capítulo en su larga y rica historia. La responsable del buque marino mercante, Antonia Quispe, relata que en 1999 un ingeniero sueco restauró su motor, permitiendo que el antiguo barco de vapor volviera a la vida.
Este evento fue memorable; cuando el motor se encendió una gran columna de fuego salió de la chimenea, lo que hizo que la población pensara que el barco se estaba incendiando. Sin embargo, esto solo indicaba que el Yavarí estaba listo para navegar de nuevo.
Un motor revivido y nuevas aventuras
La primera travesía, tras la restauración del motor, llevó al Yavarí desde el puerto muelle hasta la península de Capachica. Máximo Flores Flores, el capitán del Yavarí, recuerda este día con emoción. La restauración del motor no solo devolvió al histórico barco de vapor su capacidad de navegar, sino que también trajo lágrimas de alegría a aquellos que trabajaban a bordo.
Flores destaca que la historia de la navegación en el lago Titicaca cambió para siempre en 1861, cuando se decidió que embarcaciones de mayor calado surcarían estas aguas por razones de seguridad nacional y para fortalecer el comercio.
Desde la restauración del Yavarí, entre 1998 y 1999, y su regreso a la navegación en 2021 tras rigurosas pruebas con el apoyo de la Marina de Guerra, el buque ha navegado hasta Suasi, cerca de la frontera con Bolivia.
Futuros horizontes y planes de expansión
El capitán Flores anticipa que las futuras rutas del Yavarí incluirán destinos como Puno, Urus, Taquile, Amantaní, Capachica y la península de Chucuito, con la esperanza de extenderse a otras islas peruanas y bolivianas en el futuro.
Ricardo Álvarez Gonzales, gerente de la Municipalidad Provincial de Puno, ha anunciado una iniciativa del gobierno local y el Concejo Municipal para recuperar el barco “Yapura”. Este proyecto busca transformar el Yapura en un museo o una biblioteca flotante, en coordinación con la Biblioteca Nacional.
Preservación del patrimonio náutico
Efraín Quispe, presidente del Instituto Americano de Arte de Puno, hace un llamado a las autoridades para que tomen medidas en la preservación de los barcos históricos del lago Titicaca, incluyendo el Colla, Yapura y Ollanta, además del Yavarí.
El poblador Juan Rodolfo Mamani Aceituno, quien comenzó a trabajar en la draga Zúñiga en 1967, recuerda cómo el mantenimiento de la profundidad del lago permitió que los buques llegaran hasta el muelle. Aprendió a remar y singar, lo que le permitió ser nombrado marinero en 1970.
En el futuro, el Yavarí podría transportar hasta 40 pasajeros y cuenta con botes salvavidas con capacidad para 16 personas cada uno. Las navegaciones planificadas serán principalmente de ida y vuelta, permitiendo que más personas experimenten este pedazo viviente de historia.
El Yavarí no solo representa un legado marítimo sino también un vínculo tangible con el pasado y una esperanza de preservación cultural para las futuras generaciones que visiten el lago Titicaca.
Buque histórico
Estos barcos no solo transportaban pasajeros y carga, sino también a reconocidas personalidades. Walt Disney navegó por el lago en el Ollanta, y el premio Nobel de Literatura Pablo Neruda viajó también en estas embarcaciones. Los príncipes Eduardo y Jorge de Inglaterra, quienes luego se convirtieron en reyes, fueron otros ilustres pasajeros.
Además de su función de transporte, estos barcos fueron escenario de eventos sociales. Durante las fiestas de carnaval, especialmente los lunes de carnaval, se organizaban paseos en el Ollanta y anteriormente en el Inca. Los pasajeros compraban boletos y disfrutaban del viaje acompañados por la banda del ejército.
El barco Ollanta contaba con un salón de fiestas, comedor y áreas de esparcimiento, extendiéndose a lo largo de más de 100 metros.