Las Cuadrántidas, que alcanzan su punto máximo a principios de enero de cada año, se consideran una de las mejores lluvias de meteoros anuales. La NASA informó que se podrá observar este fenómeno astronómico hasta el 12 de enero, principalmente en el hemisferio norte.
La mayoría de las lluvias de meteoros tienen un pico de dos días, lo que hace que sea mucho más posible verlos. En cambio, el pico de las Cuadrántidas es mucho más corto, solo unas pocas horas, según un comunicado de la
NASA. La razón por la que el pico es tan corto se debe a la fina corriente de partículas de la lluvia y al hecho de que la Tierra cruza la corriente en un ángulo perpendicular. Durante su pico, que este año fue entre el 2 y 3 de enero, se pudieron ver de
60 a 200 meteoros de las Cuadrántidas por hora, bajo perfectas condiciones.
Las Cuadrántidas también son conocidas por sus brillantes meteoritos de bolas de fuego. Las bolas de fuego son explosiones más grandes de luz y color que pueden durar más que una racha de meteoros de otro tipo. Esto se debe al hecho de que las bolas de fuego se originan a partir de partículas más grandes de material.
Recomendaciones para la observación
Las Cuadrántidas se ven mejor en el hemisferio norte (esta lluvia también se puede ver en latitudes al norte de 51 grados sur) durante la noche y antes del amanecer.
Para ver esta lluvia de estrellas busca un área alejada de las luces de la ciudad o de la calle. Dirige tu visión hacia el noreste y ten en cuenta un buen tiempo para visualizar el cielo nocturno.
En menos de 30 minutos en la oscuridad, tus ojos se adaptarán y comenzarás a ver meteoros, refiere la NASA. También aconseja tener paciencia debido a que el espectáculo durará hasta el amanecer.
¿De dónde vienen los meteoritos?
Los meteoritos provienen de partículas de cometas sobrantes y fragmentos de asteroides rotos. Cuando estos objetos rodean el Sol, el polvo que emiten se esparce gradualmente en un rastro polvoriento alrededor de sus órbitas. Cada año, la Tierra pasa por estos rastros de escombros, lo que permite que los pedazos choquen con nuestra atmósfera, donde se desintegran para crear líneas ardientes y coloridas en el cielo.
n la Agencia Andina.