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Enfermeras perfusionistas: la fuerza del corazón

Tienen la responsabilidad de manejar máquina de corazón-pulmón durante cirugías y trasplantes cardiacos.

Las perfusionistas con más años en el Incor han conocido de sacrificios porque eran muy pocas y las operaciones no esperan. ANDINA/ Andrés Valle.

Las perfusionistas con más años en el Incor han conocido de sacrificios porque eran muy pocas y las operaciones no esperan. ANDINA/ Andrés Valle.

13:05 | Lima, ago. 25.

Aunque elemental, la labor de las enfermeras perfusionistas es poco conocida. Ellas tienen la responsabilidad de manejar la máquina de corazón-pulmón durante las cirugías y trasplantes cardiacos. En el país solo hay una treintena de estas especialistas. Vea aquí la galería fotográfica

Si los percusionistas llevan el ritmo de las orquestas, las perfusionistas mantienen la circulación sanguínea y la oxigenación del paciente mientras su corazón se detiene en la sala de operaciones para que los médicos le realicen una cirugía cardiovascular.

"Esta especialidad me apasiona y si volvería a nacer, nuevamente sería perfusionista”, dice con su voz de locutora la licenciada Estela Huancaviri.

Cirugías cardiacas


A sus 57 años, suma dos décadas en el Instituto Nacional Cardiovascular (Incor) de EsSalud. Su objetivo a cargo de la máquina corazón-pulmón es que las personas se reintegren a sus vidas.

Este mes, la enfermera mollendina participó en la cirugía cardíaca al corazón número 100 que se practicó en el Incor. Sobre todo, le gusta trabajar con pacientes infantiles.


A la perfusionista, dice, la define su competencia. “A la gente nueva les digo que si quieren ser competentes tienen que leer, estudiar y rotar afuera del país. De lo contrario, no crecerán”.

Huancaviri se ha capacitado en instituciones médicas hospitalarias de Chile, México y Estados Unidos. El Incor es el centro de referencia en el Perú también de esta subespecialidad de la enfermería y llegan para formarse como perfusionistas licenciadas del Ministerio de Salud, de Essalud, de las Fuerzas Armadas, de las clínicas; inclusive cirujanos cardiovasculares residentes.

“Hay pacientes que vienen con dos o tres diagnósticos y su manejo es muy complicado, por eso uno tiene que estar preparado siempre”, dice. Ella, al dominio de su especialidad le suma siempre su propia cábala: cada vez que ingresa al quirófano se persigna y entrega su trabajo a Dios.

Trabajo riguroso


Desde el día anterior, las perfusionistas conocen de la intervención programada para la mañana siguiente.


Hacen una visita preoperatoria para conocer del diagnóstico del paciente, peso, talla, antecedentes, toda la información que permita hacer el planeamiento para la cirugía y cómo ejecutar la circulación extracorpórea.

En la operación se evalúan diversos parámetros y cuando se finaliza se hace una evaluación posoperatoria en UCI para ver si el paciente está despierto, presenta algún problema pulmonar o renal.

Las perfusionistas con más años en el Incor han conocido de sacrificios porque eran muy pocas y las operaciones no esperan. La licenciada Huancaviri recuerda cuando se tenían que quedar hasta 48 horas trabajando en una y otra cirugía. “Las antiguas éramos así, no sé de dónde sacábamos tanta fuerza”, dice.

Puro apostolado


Tula Ángeles de los Santos, quien ha dedicado 32 de sus 62 años de edad a la perfusión, también recuerda cuando ser perfusionista era casi un apostolado: un servicio de casi 24 por 7 por 365 días. Ahora el equipo de enfermeras perfusionistas del Incor suma 11 profesionales.
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“Éramos solo cinco perfusionistas y no había quién nos reemplace en las operaciones; las emergencias nos la repartíamos”, recuerda la licenciada ancashina. Dice que si su hija no le siguió los pasos es porque ella nunca estaba en casa. Gajes de un oficio que salvó muchas vidas.

“Poco se conoce de esta especialidad, pero para la cirugía cardiaca somos imprescindibles. Nosotras manejamos la máquina del corazón-pulmón porque el cirujano necesita que el corazón esté ‘limpio’ para poder trabajar y reparar la patología”, dice Ángeles, quien se formó en el hospital Almenara, donde en 1992 se fundó el Incor ante la necesidad de atender a los pacientes con diversas cardiopatías.

La máquina corazón-pulmón tiene dos dispositivos; uno reemplaza la función del órgano muscular, que impulsa la sangre, y el otro, la del pulmón.

El manejo de las máquinas lo aprendieron de sus predecesoras y por las capacitaciones en el extranjero. La licenciada Tula Ángeles aprovechaba sus vacaciones para aprender de nuevas técnicas en nosocomios de Brasil, Estados Unidos e Italia.


“Necesitamos una formación amplia, porque trabajamos en un área especial: la circulación extracorpórea avanza muy rápidamente. Cuando empezamos no había mucha información ni internet, y los libros y los cirujanos que conocían eran como una biblia para nosotros”, recuerda orgullosa que su institución tenga la capacidad resolutiva para atender patologías de niños de 0 a 15 días, hasta de adultos mayores.

El tiempo más prolongado que la licenciada Ángeles ha tenido en sus manos a un paciente conectado a una máquina corazón-pulmón han sido 24 horas: se trató de un paciente al que le hicieron un trasplante cardiaco, pero como el corazón que le colocaron no funcionaba, tuvieron que colocarle un sistema ECMO. Esto último sumó 9 horas más de perfusión manteniendo todos los signos vitales del paciente. “Él retomó su vida normal y siempre nos visita”.

Y también le ha tocado estar en operaciones de personas cercanas: tiene un sobrino de 19 años que nació con malformación congénita y ella estuvo en la cirugía cardiaca, como segunda a cargo de la máquina.

Enfermeras profesionales


Las perfusionistas estudian durante un año intenso, donde las enfermeras rotan por diversas áreas, pues deben de cumplir ciertas competencias. El fin es que conduzcan la perfusión de manera autónoma. El Incor capacita a más del 90% de las enfermeras perfusionistas que hay a nivel nacional.


“Estamos ante una subespecialidad vital: cualquier equivocación podría provocar la muerte del paciente. Somos un grupo de enfermeras que hacemos una labor importante pero desconocida y poco reconocida. Y aun así, no cuenta con el aval de una universidad”, comenta Tula Ángeles, una de las perfusionistas que ha visto el desarrollo de las máquinas extracorpóreas que hoy son compactas e incluyen múltiples sensores.

Una de las perfusionistas más jóvenes del Incor es Erika Urtecho García. Lleva 5 años dedicados a manejar máquinas de circulación extracorpórea en cirugías cardiacas a corazón abierto y calcula que ha estado presente en 2,000 cirugías, porque en el Incor se operan todos los días, de mañana y tarde, en cuatro salas.

Las horas que la persona esté conectada a este aparato dependerá del tipo de patología y de los diagnósticos del paciente.


Hoy al quirófano van siempre dos enfermeras perfusionistas. Una se encargará del manejo directo de la máquina corazón-pulmón y la otra apoyará esta labor frente a alguna complicación que se puede presentar.

Hacemos lo mejor posible para que todo sea un éxito, a pesar de las mismas complejidades de las cirugías y las comorbilidades de los pacientes. Nosotros nos encargamos de su corazón, de sus pulmones, que sus órganos estén bien durante la operación. Estamos en un constante estrés, pero es algo que nos apasiona”, dice Urtecho. Y la capacitación constante les da la seguridad.

Cifras


7 años de estudios suman las enfermeras que optan por la perfusión.
11 integran el equipo de enfermeras perfusionistas del Incor.

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(FIN) DOP/ SMS


Publicado: 25/8/2022