Yemily Cristina Cruz Quispe se ha convertido en un ejemplo en su natal Acora, distrito ubicado en Puno, donde lidera una cruzada para preservar el aimara, la lengua materna de su pueblo y de todo el altiplano. Ella impulsó un proyecto en la Universidad Peruana Cayetano Heredia (UPCH) y su esfuerzo recibió un reconocimiento como mejor investigación científica.
La joven profesora enseña jugando en el jardín. Es así como la docente de inicial está logrando salvar la lengua aimara en el centro poblado Thunuhuaya, una comunidad del distrito de Acora, en Puno.
“Hicimos un diagnóstico donde determinamos que si los abuelos iban a morir, la lengua iba a morir con ellos”, explica la joven docente, sobre su trabajo que ganó el Reconocimiento Anual “Rubén Darío Espinoza Carrillo” a la mejor investigación científica de la UPCH.
El premio le fue entregado el 21 de mayo de 2021, en la categoría Pregrado, en ceremonia virtual, donde se destacó su contribución a la educación del Perú “sobre todo en momentos donde necesitamos trabajar mucho la parte bilingüe intercultural que estamos dejando de lado”, en palabras del doctor Carlos López Villavicencio, decano encargado de la Facultad de Educación de la UPCH, al momento de otorgar dicho reconocimiento.
“Empezamos haciendo talleres con los padres de familia de Thunuhuaya. Al inicio no querían hablarles a los niños en su lengua, pero les mostramos videos donde se contaban experiencias de otras lenguas originarias que habían desaparecido. Los padres, entonces, comprendieron y empezaron a enseñarles aimara a sus hijos desde casa y nosotros desde la escuela”, relata Yemily sobre su trabajo.
Esta investigación, que lleva el título de “Revitalización de la lengua aimara en los niños del nivel inicial de una comunidad rural de Acora-Puno con participación de la comunidad educativa”, le permitió a ella licenciarse en la carrera de Educación Intercultural Bilingüe UPCH con la Beca 18 EIB del Programa Nacional de Becas y Crédito Educativo (Pronabec) del Ministerio de Educación.
“La enseñanza se hizo desde la realidad que rodea a las niñas y niños. Hablábamos sobre la cosecha de papa, por ejemplo: venía una sabia, una anciana, que nos mostraba cómo se podía evitar que le entrara gusano. Y así hablábamos en lengua originaria y los niños empezaban a hablar sin miedo”, explica.
Para comprobar que la lengua también se hablaba en el hogar, Yemily, de 24 años, visitaba las casas. “En las tardes veía si se estaba trasmitiendo o no la lengua, y sí lo hacían. Y también participaban los abuelitos, que contaban sus historias sobre qué tradiciones se practicaban antes en la comunidad en cada mes del año”, detalla Yemily.
Un diagnóstico final –informa la docente– determinó que un 70 % de los niños del Jardín de Thunuhuaya podía entender aimara, después de esta experiencia, a diferencia de solo el 10 % que podía hacerlo al inicio. Asimismo, un 30 % logró entender y hablar la lengua, cuando antes ninguno lo hacía.
“No se quieren ir porque enseñas jugando”
¿Y cómo enseña Yemily? La respuesta la encontramos en una madre de un niño del centro poblado Potojani Chico, del distrito de Platería, Puno, donde la becaria egresada del Pronabec llegó a enseñar a la institución educativa Pronoei, del mismo nombre de la comunidad.
Era el inicio de la pandemia, en 2020, cuando se empezó a limitar la asistencia de los niños a esta escuela inicial de Potojani Chico, pero los pequeños no querían irse a sus casas a las once la mañana, como se les había indicado. “Se tienen que ir”, explicaba Yemily. “No se quieren ir porque enseñas jugando”, recuerda que le dijo la mamá de uno de ellos.
Esta fue la primera institución educativa donde Yemily empezó su labor como docente intercultural. En una sesión de aprendizaje, Yemily llevaba todos los instrumentos musicales que tenía y también les pedía a los niños que llevaran los suyos. Luego, los escondía en una caja. Venía la adivinanza: los pequeños debían descubrir qué producía ese misterioso sonido. Terminaban todos cantando y bailando.
“Los niños no se querían ir. Lloraban. Empezamos con cuatro niños y al final ya teníamos matriculados unos 15”, cuenta Yemily, sobre esta experiencia educativa que se realizó el año pasado. En la actualidad, ella se encuentra como docente de inicial y directora encargada de la Institución Educativa Jardín 1274 Semillitas del Futuro, ubicada en el centro poblado Yanico, sector Titile, del distrito de Paucarcolla, en Puno.
Yemily –que también ha participado del programa “Aprendo en Casa” del Ministerio de Educación, traduciendo y haciendo locución de audios en lengua aimara– tiene a nueve niños: de tres, cuatro y cinco años, con los que todos los días se envían mensajes digitales: abundan los audios y videos de canciones. “Tengo el compromiso de formar a futuros ciudadanos que se identifiquen con su cultura, con su lengua, que no se olviden de dónde vienen”, enfatiza ella.