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El retablo itinerante que llegó al pueblo de Sarhua para fomentar la lectura

La asociación cultural Puriyninchik impulsa proyecto cultural en Ayacucho dirigido a niños

En el parque principal del pueblo de Sarhua se empezó a rodar la biblioteca itinerante Puriyninchik. Foto: ANDINA/Difusión

17:36 | Lima, nov. 6.

En la ciudad de Ayacucho y el pueblo de Sarhua, la asociación cultural Puriyninchik invita a niños y adolescentes al mundo de la lectura, el amor por el quechua y el orgullo por su identidad.

Covadonga se llama la corajuda misionera dominica que se enfrentó a Sendero Luminoso en los sangrientos años ochenta, en Ayacucho, perlaschallay. En su honor bautizaron un asentamiento humano en la zona norte de la ciudad de las 33 iglesias.

Cada tarde de sábado, desde marzo del 2019, en el parque principal de este pueblo joven ayacuchano empezó a rodar la biblioteca itinerante Puriyninchik. En quechua significa “nuestro caminar”.

Puriyninchik ha engrosado hasta 300 los libros, gracias a las donaciones de algunos escritores. Desde julio, que volvieron a atender, ahora de formar remota, el número de niños lectores en el asentamiento humano Covadonga ha aumentado.

Es una iniciativa de lectura ambulante para acercar libros en quechua y en español a niños, niñas y adolescentes de Ayacucho. Si bien existe una biblioteca municipal en la ciudad, los menores no la sentían cercana, pues el acceso de los libros restringido, burocrático, nada amigable. Era natural que los niños asocien a la lectura como una actividad aburrida.

“Si bien sabemos que la educación es muy importante para el desarrollo de las personas, el acceso a los libros hasta ahora no se concretiza. Para brindar este servicio a las niñas y niñas de nuestra comunidad, iniciamos este proyecto”, cuenta la psicóloga Yesenia Montes, coordinadora de la asociación cultural Puriyninchik.

El retablo-librero

Inspirada en las experiencias de promoción de lectura, la asociación se ingenió para hacer “pequeñas salidas” por los parques de su ciudad los fines de semana.

La iniciativa de lectura ambulante busca acercar libros en quechua y en español a niños, niñas y adolescentes de Ayacucho.

Pero ¿cómo podríamos hacer para que la gente pueda acercarse al libro? Fue así que idearon hacer un retablo, ¡tan característico de la cultura huamanguina! Se trataba de uno colorido y muy singular: sus puertas eran libreros repletos de historias. La curiosidad atraía a los chicos. 

“Además de llamar la atención, mostraba a la comunidad la importancia de identificarnos con nuestras raíces”, cuenta la vocera.

De niña, Yesenia acompañaba a su mamá, que era profesora de escuelas unidocentes en las zonas rurales de Ayacucho. Había que caminar muchas horas. En la comunidad de Huayllay aprendió a hablar el quechua, a convivir con los comuneros, a pastear animales. Ahí surgió su compromiso por trabajar a favor de los espacios rurales de su región.

“Puriyninchik es una asociación de personas cristianas, que provenimos del campo y vivimos en la ciudad un buen tiempo. Nuestra intención es aportar a la comunidad, revalorando nuestra cultura y costumbres, porque si bien somos cristianos en la asociación nos reconocemos como quechuas, como indígenas”, dice.

Empezaron su sueño con sus 50 libros, fundamentalmente de literatura infantil, la mayoría donados. Al ver su trabajo en Covadonga, dos municipalidades les invitaron para sus programas de vacaciones útiles.

Así, llegaron a parques en el distrito de Jesús Nazareno, en el centro poblado de Totorilla, al parque infantil de Las Nazarenas en el centro de la ciudad. Y les invitaron a viajar hasta Sarhua, a tres horas de Huamanga, para replicar la experiencia con los niños.

“Sarhua es famoso, pero no tiene espacios culturales que fomenten la lectura”. A ello se suma que es lejos. Pese a todo, de enero a marzo, la asociación llevó su retablo itinerante hasta el pueblo de las tablas. Terminaron sus visitas antes del inicio del estado de emergencia por el covid-19.

Proyecto cartonero

En Sarhua se dieron cuenta de la necesidad de desarrollar libros infantiles en formato amigable, con dibujos, para incentivar a los niños a leer en quechua. La oferta que había en libros en quechua no era nada “divertida”.

Esa necesidad empujó a Yesenia a adaptar historias, canciones, adivinanzas a escenarios andinos y escribirlos en quechua; ponerles un forro utilizando cartones reciclados. Sin saberlo, estaban produciendo libros cartoneros. Todo con el fin de animar a los niños a que lean y escriban sus propias historias.

En Sarhua se dieron cuenta de la necesidad de desarrollar libros infantiles en formato amigable, con dibujos, para incentivar a los niños a leer en quechua.

Los niños se sorprendían con esas historias que se les hacían muy cercanas, en el idioma que aprendieron de sus padres y les animaban también a escribir sus propias historias. Contando, por ejemplo, cómo se hacen las tablas que le han dado fama a su pueblo y en qué situaciones específicas se utilizan.

También en videos

Estaban con viento en popa con los trabajos por la lectura en Sarhua y Ayacucho, cuando llegó la pandemia: no se podía volver a salir al campo ni a la ciudad. Y los Puriyninchik se reinventaron nuevamente.

Los cinco integrantes de la asociación y los voluntarios se adaptaron a las redes sociales y al lenguaje multimedia. Las historias en quechua, desde mayo, las graban y narran en el idioma de los incas y se editan con subtítulos en castellano e inglés. Puede observar en quechua el clásico de Antoine de Saint-Exupéry, "El Principito", narrado en capítulos.

A la par, empezaron a relacionarse con el universo del fomento de la lectura, los gestores culturales, el libro infantil, conocieron las editoriales cartoneras. Y el sueño bicentenario es abrir su propia editorial cartonera para poder vender los libros que producen.

El proyecto hoy

Yesenia estudió en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos y dejó un trabajo seguro como psicóloga comunitaria para dedicarse al 100 % al proyecto cultural en Ayacucho.

La pandemia del covid-19 no ha amilanado su norte: Puriyninchik ha engrosado hasta 300 los libros, gracias a las donaciones de algunos escritores. Desde julio, que volvieron a atender, ahora de formar remota, el número de niños lectores en el asentamiento humano Covadonga ha aumentado.

Con el retablo itinerante se busca promover el hábito de la lectura en los niños.

Ahora son casi medio centenar de menores de edades entre los 5 y 12 años. Son su público cautivo que les preguntaba cuándo volvían al parque y, entre ellos se pasaron la voz: ellos son los mejores promotores de la biblioteca. Los niños eligen los títulos del catálogo que se les envía por WhatsApp y luego les llega el libro por delivery o lo pueden recoger directamente, en el local, frente al parque Las Palmeras.

“Hay una necesidad inmensa de los niños por el libro físico, porque ya están cansados de todo lo virtual. Muchos niños que antes no habían pensado en los libros, ahora, a partir de la pandemia, están interesados en ellos”, sostiene Yesenia.

La siguiente meta que tienen es armar un pequeño espacio de lectura dentro de la oficina de Purinchik, tomando las medidas bioseguridad, para atender a un aforo reducido de niños.

Provistos de mascarillas, los pequeños y los voluntarios han pintado el frontis, ahí se ha mudado el retablo librero y un mensaje imborrable: “Se prestan libros a domicilio”. La meta es que los niños tomen la cultura del libro como algo divertido, además de ser un motor de ciudadanía, de identidad y hacerlos partícipes de su comunidad.

Incentivos


-12 libros cartoneros ha editado el proyecto. Entre ellos ‘Imaynallam’ (“¿Cómo estás?”), para aprender a saludar en quechua; ‘Pichqa chiwchicha’ (“Cinco pollitos”) y ‘Uywakuna’ (“Los animales”).

-El proyecto ganó los incentivos económicos del Ministerio de Cultura para elaborar libros cartoneros con la comunidad de Sarhua.

-Yesenia Montes participó esta semana del Hay Fórum Digital Ayacucho, donde contó su experiencia.

-Se puede contactar y apoyar a la asociación Purinychik en https://puriyninchik.org/.

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(FIN) DOP/JOT

Publicado: 6/11/2020