Édgar Saba: existen tres formas de decir la verdad

Édgar Saba. Caricatura: Tito Piqué

Édgar Saba. Caricatura: Tito Piqué

15:08 | Lima, feb. 14 (ANDINA).

Por Susana Mendoza

Reconocido como un importante actor y director de teatro en nuestro país, Edgar Saba anuncia la próxima publicación de su libro Bertolucci nunca vino a cenar, valora el ser frívolo en su verdadero contexto y se confiesa.

¿Qué es lo más árabe que tiene, los ojos o el movimiento de sus manos cuando habla?
-Uhmmm… lo más árabe que tengo son los siglos de historia sobre mi espalda. Me siento árabe, peruano, español. No me siento inglés a pesar que me formé allí. Pienso que las cosas del mundo las tiene uno dentro suyo.

¿Su padre dónde nació?
-En Belén, en 1906. Llegó en barco al Perú solo, a los 13 años, toda su familia había muerto. Pasó por Mollendo porque se iba a Chile. Las cosas que vivió él fueron intensas. Cuando llegó al puerto de Arequipa se produjo un terremoto. Fue tan fuerte que se subió a un árbol y no bajó de él durante dos días. “Haber venido desde tan lejos para llegar al fin del mundo, es lo primero que aprendí cuando llegué al Perú”, nos contaba siempre.

¿Qué siente que le dejó su padre?
-Paz interior. Mi padre fue maravilloso, muy místico y tranquilo a pesar de los hechos duros que vivió.

¿Y su madre?
-La pasión.

¿Su apellido Salomón de dónde es?
-Es un apellido inventado. Es una historia larga. Soy Saba Salomón. El verdadero apellido materno es Slademan, danés. Mi madre y sus hermanos parecen medios vikingos…

¿Pero además de los siglos de historia sobre la espalda, qué más tiene de árabe?
-La sensualidad. La frivolidad y la profundidad. Soy un hombre, creo que profundo, pero muy frívolo. No soy superficial.

¿Cuál es la diferencia?
-Un hombre frívolo no puede vivir en este mundo. Saborea un buen vino, disfruta los rayos de sol…

¿Y la persona superficial, no?
-No. El disfrute de la vida es intenso ¡Cómo no va a ser frívolo un artista!…

Lo frívolo está descalificado…
-Esa es mi opinión. Lo frívolo, en el correcto sentido de la palabra, está ligado a la cultura.

¿Para usted qué es lo opuesto a frívolo?
-Lo superficial. El superficial no se da cuenta que en este mundo hay cosas que debemos disfrutar.

La persona superficial no se compromete con nada, ¿el frívolo si?
-El superficial se ha olvidado de que va a morir, elude eso. La persona frívola, no y por eso reconoce el valor de las cosas.

¿La verdad es absoluta o relativa?
-Es totalmente relativa. Para mi existen tres formas de decir la verdad. A través del amor, el arte y la mística. Pero cada una tiene sus enemigos. El amor, la sociedad; el arte, la moda; y la mística, la religión. Octavio Paz dijo una vez que la moda es la madre de la muerte.

¿Es un hombre clásico o moderno?
-Moderno en el sentido que hay que vivir cómodo con las cosas que uno tiene. Pero soy clásico en las cosas que tengo que decidir. Si compro un auto lo primero que pregunto es si tiene espejo retrovisor.

Le gusta ver lo que ocurre atrás, ¿le gusta mirar su pasado?
-No, pero me ayuda a encontrar respuestas. Por ejemplo cuando pienso en personas fundamentales en mi vida: Peter Brook, el director de cine; también Bernardo Bertolucci; mi amigo Alonso Cueto; Salomón Lerner Febres, Luis Jaime Cisneros, mi padre y mi madre; y curiosamente mis hijos. Nunca pensé que iba a tener hijos.

¿No imaginó ser padre?... Bueno, a la mayoría de hombres no se les ocurre…
-Pero perdón, no hay mujer que no quiera ser madre, y no hay hombre que quiera ser padre. Eso es ser conciente.

¿Es un alma atormentada?
-Si. Y creo que un punto de referencia importante es mi formación jesuita. Soy un hombre muy indeciso. Recuerdo que Luis Jaime Cisneros me dijo alguna vez: “Sabes qué, tú deberías ser director para aprender a decidir aunque sufras”. Eso nunca lo voy a olvidar.

¿Recuerda algo que le haya dado miedo?
-Algo que me dio pánico fue cuando me casé (risas) en Navacerrada. Leímos los poemas de Carlos Oquendo de Amat, donde está enterrado el poeta. Fue un día maravilloso. No se cómo, pero fui feliz. Recuerdo que el juez que nos casó se tomó una foto con nosotros, y detrás de él había un letrero que decía “Carnicería López” Me di cuenta que él era el carnicero (risas). Estaba haciendo publicidad de su negocio. Es la única foto que tengo de mi matrimonio.

Ha vivido un montón, ¿a quién se lo cuenta?
-A mi psicoanalista, hasta que me di cuenta que se quedaba dormido.

¿En qué proyecto está en estos momentos?
-Acabo de terminar el libro Bertolucci nunca vino a cenar. Es una crónica novelada, los personajes son reales, he tenido que pedirles autorización para escribir sobre ellos; es un libro sobre el significado de esperar algo, en vez de ponerse a hacer.

¿Conoció a Bernardo Bertolucci?
-Cené con Bertolucci. He conocido a mucha gente, pero mi gran fracaso es no haber logrado que él participe en el festival de cine. Lo he invitado muchas veces, pero siempre algo pasaba…

Le gusta escribir, ¿admira a Mario Vargas Llosa?
-La profunda admiración que siento por él, es porque es un hombre libre.

¿Usted no lo es?
-Un hombre o una mujer libre, no es el que hace lo que le da la gana, sino lo que decide. Eso es fundamental.

Por lo tanto…
-El dilema de la indecisión no está entre el bien y el mal, si no entre un bien, y otro bien porque el mal es evidente, uno no decide patear a un niño. Por eso creo que lo más importante de haber ganado el Premio Nóbel, es aquel momento en el colegio militar Leoncio Prado en el que decidió escribir novelitas pornográficas. Esa es una decisión de vida. Eso es decidir.

¿Esa constatación en qué lo ha ayudado?
-Que ante mi atormentada vida indecisa, entender que decida lo que decida va a estar bien.

¿Qué hace cuando está feliz?
-Mi sanación es la creación, cuando dirijo o escribo. Es más, creo que debí dedicarme totalmente a escribir.

¿Escribió guiones para cine?
-Fui asistente de Carlos Saura, me gané la vida como guionista en Londres. Hay muchas cosas en mi vida que nadie sabe…, pero siempre quise dirigir cine.

¿Por qué regresó al Perú?
-Porque vine a contarles a mis amigos lo que vi. Viajé mucho por Europa, conocí a mucha gente, fui profesor en la universidad Complutense de Madrid, trabajé en TV-Española, tuve una productora… para mi la felicidad consiste en compartir.

¿Es un buen padre?
-(silencio)… Creo que lo que quiero ser es no el padre que les tocó a mis hijos, sino el mejor padre que les pudo tocar. No se si soy un buen padre o no, pero aunque nunca me imaginé como artista, ser padre; no puedo concebir la vida sin ellos, no puedo.

Le preocupa el tiempo y la muerte, ¿por qué?
-En estos momentos, trabajo interiormente el pensamiento maravilloso sartreano. Él nos ofrece, si usted se siente culpable, porque la culpa primigenia del hombre no es el incesto, sino el pensar que otro puede estar haciendo mejor las cosas que uno. Es la gran culpa existencial. Como decía, él nos ofrece un cambio: la culpa por la responsabilidad.

¿Se siente viejo?
-La juventud no es ni una etapa de la vida, ni mucho menos un estado de ánimo. Es el tiempo que le queda a cada uno para hacer cosas grandes.

(FIN) DOP


Publicado: 14/2/2011