Fabricio Varela Travesí es director artístico del Elenco Nacional de Folclor del Perú, del Ministerio de Cultura, ha logrado con éxito que las danzas peruanas sean amadas por la población. La celebración de las Fiestas Patrias es una oportunidad para mostrar la diversidad cultural por medio de los bailes de nuestro territorio.
La imagen más remota que tiene Fabricio del artista que se forjaba en él es cuando lo vistieron de marinerito para bailar en una coreografía que su tía, Liz Ureta Travesí, creó para una pequeña obra infantil.
En su adolescencia fue la marinera norteña el canal mediante el cual liberó su energía y lo mejor de sí. Su entrega a esa noble danza le valió premios, experiencia y conocimientos que hoy traslada al
Elenco Nacional de Folclor del Perú.
En el 2008, las autoridades del Ministerio de Cultura de entonces lo convocaron y le pidieron que creara un proyecto de formar un elenco de bailarines que fuera capaz de interpretar la variedad de danzas que tiene el Perú y que lo hiciera de tal manera que la gente se sintiera atraída por ellas.
Trabajó mucho para lograrlo. Empezó con 10 parejas y hoy son 19. El mayor tiene 37 años y el menor, 19. No fue sencillo andar estos nueve años, dice el artista, porque además de creer en el proyecto debían aprender a creer en ellos mismos.
“Tuve que enseñarles que no solo se bailaba con amor, sino que también había que poner en valor sus esfuerzos y dedicación. Entonces, los entrené, empezaron a hacer ejercicios, danza clásica, a preparar sus cuerpos para que cada una de las coreografías fuera de primera”, comenta.
Visión de Retablo
Cuatro años después, en el 2012, creó el espectáculo Retablo, inspirado en la magnífica expresión de arte andino como es el retablo ayacuchano. Concibió esa puesta como una serie de piezas en movimiento, llenas de colorido. Y funcionó.
Recientemente el Retablo Sinfónico 2017 tuvo lleno total en el Gran Teatro Nacional en cada una de las fechas en que se presentó.
“La gente ha entendido que lo mejor que tenemos es el mestizaje; lo ve a lo largo del espectáculo, pero también en cada uno de los retablos que hemos creado, como el retablo de carnaval, de Candelaria, de octubre”, explica.
Para Varela, durante esta década ha mejorado todo. Recuerda: la puesta en escena, la calidad de los bailarines y la proyección de la obra, que ya superó nuestras fronteras. La atención en los detalles ha sido clave, tanto que muchas veces fue necesario viajar.
Sí, desplazarse hacia los lugares originales de los bailes escogidos para que los danzantes –el 70% de los cuales lo acompaña desde los inicios del elenco– comprendieran la historia de la danza y las razones de cada movimiento y paso.
Como un enorme retablo, Fabricio arma cada pieza coreográfica, a veces con el apoyo de coreógrafos de otras regiones, pero al final coloca su firma, su cadencia, movimientos, giros, respiración que cada pareja ejecuta como propios.
Amor por la danza
Este bailador de marinera norteña, que ocupó los primeros puestos en cada una de las categorías, habla por lo que sabe y siente. Por eso sostiene que mediante la danza las personas pueden acercarse más a su cultura, historia y encontrarse con sus raíces.
“Quiero que la gente sepa que realizamos un trabajo serio, totalmente honesto, que revalora nuestro patrimonio, nuestra danza y legado cultural”, afirma.
Varela, heredero de una casta de artistas, encontró su elemento en las danzas peruanas. Y cae rendido ante la certeza de saber que no quiere ser maestro de la gente.
“Quiero ser un despertador, que los peruanos terminen este mal sueño y vean lo grandioso que tenemos y somos. Somos un país 'bello durmiente', como decía Chabuca Granda”. Un país que tiene derecho a vivir en paz.
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(FIN) SMS/LIT
GRM
Publicado: 26/7/2017