Descubrir que era autista le dio paz: el relato de una mujer que aprendió a entenderse

Victoria Sampi, líder de Diseño de Experiencia del BBVA Perú, encontró en su diagnóstico una nueva forma de vivir

Victoria Sampi González, líder de Diseño de Experiencia del BBVA Perú, encontró en su diagnóstico de autismo una nueva forma de vivir. Fotos: ANDINA

Victoria Sampi González, líder de Diseño de Experiencia del BBVA Perú, encontró en su diagnóstico de autismo una nueva forma de vivir. Fotos: ANDINA

07:21 | Lima, oct. 17.

Por mucho tiempo, Victoria Sampi González pensó que sus dificultades para socializar, su sensibilidad extrema y su necesidad de aislarse eran rasgos de carácter. Hoy sabe que no. “Soy autista”, afirma con serenidad, tras un proceso de autodescubrimiento que empezó después del nacimiento de su hija, en plena depresión posparto.

Tiene 39 años y lidera el equipo de Diseño de Experiencia de Usuario (UX Design) en el BBVA Perú, responsable de crear productos y servicios digitales útiles para los clientes.


Desde su rol, combina el análisis y la observación —dos de sus mayores virtudes— para entender lo que las personas necesitan. “En mi trabajo me gusta examinar a fondo las cosas, entender los comportamientos. Esa curiosidad me ha ayudado a crear nuevos servicios para los usuarios en la app del BBVA”.


El inicio de una búsqueda


El 2022 fue un año de quiebre. Tras el nacimiento de su hija, Abril, Vicky atravesó una fuerte depresión posparto. “Lloraba porque no sentía ese vínculo especial con mi hija. Me invadían la culpa y la tristeza.” Buscó ayuda profesional y, luego de una evaluación completa, una neuropsicóloga le confirmó que presentaba rasgos del Trastorno del Espectro Autista (TEA).

“El diagnóstico me sorprendió. No lo podía creer. Recordé a mi sobrino, que también es autista, y empecé a investigar. Todo empezó a tener sentido”, señala al celebrarse hoy el Día Nacional de la Persona con Discapacidad.


Comprendió, por ejemplo, por qué desde niña le costaba mirar a los ojos, ciertos sonidos la alteraban o sentía una intensa sobrecarga sensorial en lugares ruidosos. “Por fin entendí que no era un problema emocional, sino una forma diferente de percibir el mundo.”

Durante años, esas señales se confundieron con síntomas del Trastorno Límite de la Personalidad (TLP), diagnosticado cuando tenía 18 años, durante una crisis en la universidad.

Una infancia distinta


De niña, Vicky percibía que algo pasaba: no encajaba. En primaria sufrió bullying por su torpeza motora, sin saber que padecía dispraxia, una dificultad asociada al autismo. 

“También recuerdo que en el nido una compañerita afrodescendiente lloraba porque los demás no querían jugar con ella. Me quedé a su lado en silencio. Sentí un dolor muy profundo en el pecho, que aparece cuando lo recuerdo. Soy hipersensible desde pequeña”, cuenta.

Esa sensibilidad la acompañó siempre. Cuando salía a comprar después de una llovizna, caminaba de puntitas para evitar el sonido de sus pasos al hacer contacto con la acera; otras veces, trataba con cuidado los objetos, porque sentía que tenían vida propia y no quería hacerles daño. En la adolescencia le pidió a su mamá cambiar de colegio para huir de las burlas, pero, en verdad, lo que deseaba era buscar nuevas maneras de integrarse.

“Observaba mucho a las chicas extrovertidas para imitarlas, pero no me salía. Me aburrían las conversaciones triviales.”

En la universidad halló un espacio de libertad. Ingresó a la PUCP a estudiar Contabilidad, pero pronto descubrió su afinidad por los cursos de arte, literatura y análisis social, y se cambió a la carrera de Comunicaciones.

Sin embargo, a los 18, una crisis emocional la llevó al psiquiatra. Su madre no entendía qué pasaba con su hija. Fue entonces cuando recibió el diagnóstico de TLP y comenzó un tratamiento, pero las dificultades persistieron.

“Sentía que no le caía bien a la gente, que hacía algo mal y eso me ocasionaba mucho malestar. Solo me sentía tranquila con mis amigas cercanas.”

Nombrar lo invisible


El diagnóstico de autismo llegó como una llave que le abrió la puerta a otra existencia. “Me dio paz, y comencé a entenderme.”

La historia de Vicky transcurrió durante muchos años haciendo esfuerzos por “pasar piola”, por disimular sus rasgos autistas para encajar socialmente. “A eso se le llama masking. Desarrollé una gran capacidad para observar y adaptarme, pero a veces eso agota. Las personas autistas no siempre encajamos en las convenciones sociales, y eso puede ponernos en riesgo, sobre todo a las mujeres”, precisa.


También ha aprendido a reconocer su alexitimia, la dificultad para identificar y expresar emociones. “No es que no sienta, sino que me cuesta conectarme con lo que siento y ponerlo en palabras.”

El amor y la calma


Hace diez años conoció a José Benavides, su esposo. Se casaron en 2021 y hoy son padres de una hija, Abril. Por su capacidad de observar a las personas, Vicky detectó algunos rasgos en su comportamiento que la motivaron a hablar con él.

Victoria y José, fruto de su amor nació Abril

“Le pedí que se evaluara por nuestra hija, y hace poco también fue diagnosticado dentro del espectro. Nos entendemos. Le enseño a ser tierno y cariñoso. Tenemos nuestra propia forma de amarnos.”

Hoy, Vicky disfruta de la estabilidad que antes buscaba desesperadamente. “Mi sueño es llegar a viejita y ver a mi hija autónoma, tranquila, viviendo su vida. Ella también es autista. Yo quiero seguir aprendiendo, viajando con José y teniendo una vida en paz.”

Una mirada diferente


Vicky se define como una mujer curiosa y analítica. Le apasiona la criminología y la comprensión del comportamiento humano. “Me gusta entender cómo piensan las personas, cómo toman decisiones. Conocer estos perfiles me ayuda mucho a saber cómo afrontar situaciones sociales de mucha incertidumbre”.

A menudo se compara con el Doctor Strange, el personaje de Marvel que puede ver millones de futuros y elegir el mejor. “Siento que tengo esa capacidad de ver muchas posibilidades antes de decidir, así como de ser clara y directa a la hora de explicar mis decisiones. Me gusta mi forma detallada y directa de ver el mundo.”


Hoy, Vicky ha encontrado equilibrio. No solo se comprende a sí misma: también inspira a otros a mirar la diferencia con respeto y sin miedo. “Ser autista no es una limitación. Es una forma distinta de existir. Y cuando lo entiendes, todo encaja.”

(Nota elaborada por Susana Mendoza, colaboradora de la Agencia Andina)

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(FIN) SMS/RRC

Publicado: 17/10/2025