Por José Vadillo VilaLa 5 del jirón Huancavelica es la calle mística limeña. Sirios e imágenes religiosas se multiplican. El sahumerio perfuma con su olor a recogimiento. Las degustadoras tientan, a pedacitos, el turrón de doña Pepa. Dios es peruano y viste de púrpura.
El número 583 es la puerta más discreta del barrio. El Museo del
Señor de los Milagros lo recibe con una reproducción a tamaño real del mural original que se salvaguarda a escasos metros, en el monasterio de las Nazarenas.
El marco –forjado con los “milagros” que entregaban los feligreses– es el mismo que acompañó a la imagen original, desde 1955 hasta 1994, cuando se restauró el retablo mayor del templo.
Historia de una fe
“Todo lo que está acá es del Señor”, explica Liliana Canessa Cavassa, directora del museo dedicado a la
imagen religiosa más venerada del Perú. “Hay obras que han estado bajo llaves en el monasterio de las Madres Carmelitas Descalzas y recién, desde hace cinco años, se presentan al público”, dice.
En octubre reciben el mayor flujo de visitantes del año: alrededor de 200 visitantes por día. El público es mayoritariamente peruano, entre universitarios, escolares y ancianos.
Espacios museográficos
La sala 1 es para las exposiciones temporales. En el segundo piso, la sala 2 está dedicada a la “fundación” de la fe púrpura. Describe a los personajes claves de la devoción, como la madre Antonia Lucía del Espíritu Santo –quien acompañó a la primera procesión y fue la primera en vestir de morado– y don Sebastián de Antuñano, quien recibiría en 1684 el encargo de preservar el culto a la imagen que apareció en un muro de adobe.
En las vitrinas de la sala 3, del segundo piso, se puede apreciar la custodia que le obsequió el papa Francisco a la sagrada imagen. Además de las más importantes condecoraciones que ha recibido la imagen, como las dos Órdenes del Sol, la medalla del Congreso y los más altos reconocimientos del Poder Judicial, las Fuerzas Armadas y la Policía Nacional. Todas las piezas, por seguridad, llevan un número de registro.
La segunda mitad de la gran sala, la sala 4, está dedicada a lo que sucede con las andas que llevan el lienzo católico por la ciudad. Desde que el Señor sale del monasterio, las andas quedan a cargo del mayordomo principal de la Hermandad del
Señor de los Milagros. En el museo se aprecian las placas de las 20 cuadrillas de la hermandad.
El patrón de andas, José Antonio Vallarino, se ha preocupado por las diversas mejoras a las andas desde los años noventa.
Se cuenta con sahumerios de plata que acompañan al culto desde el siglo XVII, cuando solo era una de las 98 procesiones que recorrían la capital durante el año, hasta su consagración.
La directora explica que están muy interesados en hacer una exposición sobre las hermandades del Señor de los Milagros alrededor del mundo (se calcula que hay cerca de 200 procesiones cada octubre en los cinco continentes).
Hay una pequeña anda, donada por un devoto, igual a la que construyen los feligreses para tener en casa una versión a escala de la imagen. Y los estandartes plateados de la ‘U’ y Alianza Lima hablan que el
Cristo es morado y es hincha de los equipos más populares.
El museo pone a disposición una bibliografía. Como el trabajo del historiador jesuita Rubén Vargas Ugarte, uno de los más rigurosos, y el libro que editó el Banco de Crédito, elaborado por un grupo de especialistas. También están los documentales sobre el proceso de acondicionamiento de las andas que se efectúa a puertas cerradas cada año (este 2019 se planea registrar un nuevo material fílmico al respecto).
En el tercer piso están las últimas salas. La primera es una recopilación de objetos que pertenecen al monasterio. Una sala de arte, con óleos, básicamente sobre el Cristo Nazareno, y también los sastres púrpuras de diáconos y sacerdotes. Y en la última se encuentran un portaviático, cáliz, cruz de relicarios, gotas de sangre de Santo Toribio de Mogrovejo y Santa Teresita, entre otros.
Asegurar las andas
En la sala 3 del museo, los paneles presentan el proceso de restauración de la
sagrada imagen, que se efectúa cada setiembre. Los seis patrones de andas durante tres días arman y chequean los sistemas de luces y eléctricos del anda –que pesa 1.5 toneladas– antes de la primera salida.
Este año, los días 18, 19, 28 de octubre y 1 de noviembre la cuadrilla N° 1 se encargará de “sacar” la imagen del monasterio. El 19, la “guarda” la realizará la cuadrilla N° 8 y la del 28, la N° 9.
A la par, cuatro especialistas desarrollan, en un ambiente aparte, un trabajo de restauración. En el siglo XX se hicieron las tres restauraciones más importantes al muro original: en 1955, por dos restauradores italianos; en 1974, por el Instituto Nacional de Cultura; y en 1993, por el Museo Pedro de Osma.
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(FIN) DOP
Publicado: 4/10/2019