Andina

Siete sitios arqueológicos de obligada visita que muestran la grandeza cultural del Perú

Evidencian el alto desarrollo de civilizaciones ancestrales cuyo legado enorgullece a los peruanos

ANDINA

13:21 | Lima, jul. 26.

Por Luis Zuta Dávila

El avanzado desarrollo alcanzado por los antiguos peruanos se evidencia, entre otros notables aspectos, en construcciones que resisten el paso del tiempo y cuya magnificencia sorprende tanto al mundo al punto de ser declarados patrimonio cultural de la humanidad y maravillas del orbe. Se trata de monumentos formidables que testimonian la gran capacidad de nuestras sociedades prehispánicas para vivir en armonía con el complejo entorno geográfico peruano.

En estas Fiestas Patrias, destacamos siete sitios arqueológicos emblemáticos peruanos de obligada visita por lo menos una vez en la vida.

Machu Picchu


La edificación inca más conocida en el planeta y símbolo de identidad cultural peruana en el mundo es el mayor referente de la grandeza alcanzada por el Perú prehispánico y cuya trascendencia en el tiempo le ha valido el reconocimiento como Patrimonio de la Humanidad y una de las siete nuevas maravillas del mundo.


La ciudadela construida en el siglo XV íntegramente en piedra sobre la cúspide de una montaña, a 2,430 metros sobre el nivel del mar, forma parte de uno de los mayores legados del inca Pachacútec, el monarca forjador de la grandeza del imperio más extenso de Sudamérica. 


Conformada con alrededor de 200 estructuras, la ciudadela inca fue abandonada cuando el imperio inca fue conquistado por los españoles en el siglo XVI. No fue hasta 1911 que el complejo arqueológico se dio a conocer al mundo exterior gracias al explorador estadounidense Hiram Bingham.


El complejo arqueológico destaca en medio de un bosque tropical de montaña, en un entorno de extraordinaria belleza. Probablemente fue la creación urbana más asombrosa del imperio inca en su apogeo. Sus paredes gigantes, terrazas y rampas parecen haber sido cortadas de forma natural. 


El 9 de diciembre de 1983, Machu Picchu fue declarado por la Unesco como Patrimonio Cultural y Natural de la Humanidad. En tanto, el 7 de julio de 2007 se consagró como una de las siete nuevas maravillas del mundo, por New 7 wonders, durante la sétima sesión realizada en la ciudad de Florencia, Italia.  




Sitio arqueológico Chavín


Ingresó a la lista del Patrimonio Mundial de la Unesco en 1985 como Patrimonio Cultural. El sitio arqueológico de Chavín dio nombre a la cultura que se desarrolló entre los siglos XV y V antes de Cristo, en la provincia de Huari, departamento de Áncash, en el corazón de los Andes centrales del Perú. 


Chavín fue un centro ceremonial y de peregrinaje para el mundo religioso andino y acogió a personas de diferentes latitudes, distancias e idiomas, convirtiéndose en un importante centro de convergencia y difusión ideológica, cultural y religiosa en torno a un culto extendido por un amplio territorio de los Andes, como la costa norte, central y sur, la sierra norte y la selva alta del Perú.


Chavín es uno de los sitios precolombinos más antiguos y más conocidos y representa la expresión más importante de las artes y técnicas decorativas y de construcción de su tiempo. 


El carácter ceremonial y cultural del sitio es evidente en su creación arquitectónica, tecnológica y simbólica, que se caracteriza por edificios de piedra de cantera revestida y terrazas artificiales alrededor de las plazas, que contienen un sistema de galerías internas con una intrincada red de respiraderos y desagües sin precedentes en América del Sur. 


Los edificios y plazas fueron decorados con exuberante iconografía simbólica antropomórfica y zoomorfa de extraordinaria síntesis estética, tallada en bajorrelieve en lápidas, columnas, vigas y esculturas monolíticas de piedra. El Lanzón, la Estela Raimondi, el Obelisco Tello, el Pórtico Falcónida, la Plaza Circular y las espigas, entre otros, son evidencia del destacado y monumental arte lítico de Chavín. Todas estas características hacen del sitio arqueológico un monumento único de importancia universal.




Chan Chan


Ubicada en el distrito de Huanchaco, provincia Trujillo, el complejo arqueológico de Chan Chan fue el cuarto sitio del Perú incluido, el 28 de noviembre de 1986, en la Lista de Patrimonio Mundial por la Unesco como Patrimonio Cultural.


El reino Chimú, con Chan Chan como su capital política, religiosa y administrativa, alcanzó su apogeo en el siglo XV, poco antes de ser conquistado por los incas. 


La planificación de esta enorme ciudad, la más grande construida con adobes en América precolombina, y con una superficie actual mayor a 14 hectáreas, refleja una estricta estrategia política y social, marcada por la división de la ciudad en nueve 'ciudadelas' o 'palacios' que formaban unidades autónomas.


El conjunto amurallado Nik An del complejo arqueológico Chan Chan y el Museo de Sitio cuentan con el sello Safe Travels que los certifica como destinos bioseguros para el turismo.




Ciudad Sagrada de Caral


La sede de la civilización más antigua de América ingresó a la Lista del Patrimonio Mundial de la Unesco el 28 de junio de 2009 como Patrimonio Cultural


Este sitio arqueológico de 5,000 años de antigüedad y 626 hectáreas de superficie está situado en el distrito de Supe, en la provincia limeña de Barranca, emplazada en una terraza desértica en medio del verde valle del río Supe. Su aparición se remonta al período Arcaico Tardío de los Andes Centrales. 


La Ciudad Sagrada de Caral está excepcionalmente bien conservada y es impresionante en términos de su diseño y la complejidad de su arquitectura, especialmente sus monumentales plataformas de piedra y tierra, así como sus patios circulares hundidos y sus grandes estructuras piramidales.


El 29 de junio de 2021 la Ciudad Sagrada de Caral recibió el sello Safe Travels que la acredita como destino turístico bioseguro.




Ciudad Wari


Este sitio arqueológico ubicado en el departamento de Ayacucho fue la capital de la cultura Wari, desarrollada entre los años 600 y 1,100 d.C., y que se convirtió en el primer imperio andino. 


Se localiza a 22 kilómetros al noreste de la ciudad de Ayacucho, a una altitud entre 2,600 y 2,900 metros sobre el nivel del mar y ocupa una extensión de 2,200 hectáreas, siendo una de las urbes más grandes del antiguo Perú.


Esta ciudad se edificó sobre una planicie en pendiente, entre las quebradas Pacaycasa y Taranayco, y presenta altas murallas que en algunos casos alcanzan los siete metros de altura. Está conformada por plazas, calles, plataformas y acueductos que conforman diversos sectores llamados “barrios”. En el núcleo urbano central, que abarca alrededor de 400 hectáreas, se encuentran las principales edificaciones. 


Las construcciones en la Ciudad Wari están hechas a base de piedra y barro revestidas de un enlucido fino, mayormente pintadas con colores rojo y blanco. 


Entre sus estructuras urbanas se encuentran Vegachayoc Moqo, el Templo Mayor, Mongachayoc, Cheqo Wasi, Turquesayoc, Capillapata, Canterón, entre otras.


Entre ellas destaca Mongachayoc, un mausoleo construido con piedras finamente labradas que constituyen compartimientos orientados hacia un espacio central a una profundidad de 8 metros dentro una estructura arquitectónica en forma de letra D.  Aquí también se descubrieron galerías subterráneas con techos formados por grandes bloques de piedra de una sola pieza y paredes recubiertas con lajas alargadas a manera de enchape, además de unos tubos labrados en piedras que se sospecha fueron usados para el transporte de agua a la ciudad. Las investigaciones arqueológicas indican que este lugar fue utilizado con fines funerarios dado que presenta mausoleos, galerías subterráneas, un patio hundido y fosas.


El sitio arqueológico Wari, declarado Patrimonio Cultural de la Nación, fue estudiado por desde inicios del siglo XX por notables arqueólogos peruanos como Julio César Tello y Luis Lumbreras, así como los estadounidenses John Rowe, Donald Collier, Gordon Willey y Wendell Bennett. 


Desde 2011 hasta la actualidad, este sitio arqueológico viene siendo investigado por los arqueólogos José Ochatoma y Martha Cabrera, directores del Instituto Regional de Investigaciones Arqueológicas de Ayacucho y del Proyecto de Investigación Arqueológica Wari, que cuenta con el apoyo de la Universidad Nacional San Cristóbal de Huamanga.




Kuélap



Esta ciudad fortificada, construida íntegramente con piedras, entre los siglos XI y XVI d.C., constituye la mayor herencia material de la cultura Chachapoyas y es, actualmente, el principal atractivo cultural y turístico de la región Amazonas y sigue cosechando reconocimientos a escala internacional.

Está localizada en la cima del cerro Barreta, en la parte alta del valle del río Utcubamba, en la provincia de Luya, a 3 000 metros sobre el nivel del mar y a poco más de 70 kilómetros al suroeste de la ciudad de Chachapoyas. 


Este complejo posee una arquitectura circular que se extiende a lo largo de casi 600 metros y tiene como perímetro una muralla que en algunos puntos alcanza los 19 metros de altura. 


Existen tres entradas que permiten acceder al corazón de la ciudad fortificada. En una de ellas los pasadizos van estrechándose hasta impedir que pase más de una persona a la vez, lo que facilitó la defensa de sus antiguos habitantes.


Sus colosales murallas y su compleja arquitectura interior son evidencias de su función como un conjunto monumental bien organizado, que incluye recintos de índole administrativa, religiosa, espacios ceremoniales y de residencia permanente.

Líneas de Nasca


Declaradas e inscritas, el 17 de diciembre de 1994, como Patrimonio Histórico y Cultural de la Humanidad en la 18° Sesión del Comité del Patrimonio Mundial de la Unesco, las Líneas de Nasca constituyen uno de los mayores enigmas de la arqueología peruana y global por su significado, dimensiones, variedad, número y existencia de más de 2,000 años.


En efecto, al ser reconocidas como patrimonio mundial, el comité de la Unesco remarcó en uno de sus criterios que “las Líneas y Geoglifos de Nasca y Palpa forman un logro artístico único y magnífico de la cultura andina que no tiene rival en su extensión, dimensiones, diversidad y larga existencia en cualquier parte del mundo prehistórico”.

En otro fundamento afirma que “Las Líneas y Geoglifos de Nasca y Palpa, a través de la forma única del uso de la tierra, son testimonio excepcional de la cultura, la tradición mágico-religiosa y las creencias de las sociedades que se desarrollaron en América del Sur precolombina entre los siglos VIII a.C. y VIII d.C.”.


Asimismo, sostiene que “El sistema de líneas y geoglifos, que ha sobrevivido intacto durante más de dos milenios, evidencia una forma inusual de utilizar la tierra y el entorno natural que representa un paisaje cultural de alta expresión simbólica, utilizando una tecnología de elaboración que les permitió diseñar figuras a gran escala con una sobresaliente precisión geométrica”.

En la 40° sesión del Comité de Patrimonio Mundial de la Unesco, realizada en 2016 en Estambul, Turquía, se aprobó el cambio de nombre de Líneas de Nasca por Líneas y Geoglifos de Nasca y Palpa, uno de los 13 sitios del Perú inscritos hasta ahora en la Lista de Patrimonio Mundial de la Unesco.


Las Líneas y Geoglifos de Nasca y Palpa fueron declaradas monumento nacional por la Ley 6634 de junio de 1929. En la actualidad se encuentra protegido por la Constitución Política del Perú (artículo 21°) y por la Ley N° 28296, Ley General del Patrimonio Cultural de la Nación, promulgada en julio de 2004. 

Estos espléndidos pictogramas de animales, plantas y figuras geométricas de complejo significado se ubican a 450 kilómetros al sur de la ciudad de Lima y se extienden sobre las pampas de Nasca, Jumaná, Ingenio, Palpa y Socos, en una superficie de 75,358 hectáreas, entre las provincias iqueñas de Nasca y Palpa.


Estas pampas se caracterizan por la tonalidad de su suelo, principalmente negruzco y pardo, pero también con partes rojizas que se tornan violáceas al ponerse el sol. 

Al encontrarse en una de las zonas más secas del planeta, a una altura de 330 metros sobre el nivel del mar y a una temperatura media anual de 25 grados Celsius, se generan condiciones naturales óptimas que ayudan a conservar los dibujos. El aire caliente actúa como un "colchón" que impide que las líneas se borren porque obliga al viento a cambiar su dirección.


La elaboración de estos geoglifos en esta parte del desierto iqueño se atribuye principalmente a la civilización Nasca, que floreció en el antiguo Perú entre los siglos I y VII después de Cristo. Esta cultura preincaica destacó por sus conocimientos avanzados de ingeniería hidráulica, lo que le permitió desarrollar una agricultura próspera en pleno desierto gracias a sus acueductos y canales subterráneos. Además, registró un desarrollo notable en cerámica lo que se evidencia en miles de vasijas y objetos con diseños con imágenes realistas.

Se han contabilizado hasta ahora alrededor de 800 figuras cuyo tamaño supera los 200 metros de largo y cuyas líneas tienen cada una un ancho que varía entre los 40 y 210 centímetros. 


Según los estudios arqueológicos realizados principalmente por María Reiche, existen dos categorías de glifos: el primer grupo representa en forma esquemática una variedad de formas naturales que incluyen animales, pájaros, insectos, flores, plantas y árboles, así como objetos de la vida cotidiana. 

Entre las figuras más emblemáticas destacan animales como el colibrí, el mono, el ave fragata, la grulla, el pelícano, la ballena, la araña, el cóndor, el alcatraz, el árbol, el lagarto, el caracol, el perro, el felino, el loro, entre otros. 


Entre las plantas resaltan el cactus, la espiral y la flor. Asimismo, hay pictogramas que aluden a personas como el llamado hombre búho o astronauta y las manos. A estas figuras se suman otras de corte geométrico cuyo significado tiene diversas interpretaciones.  

El segundo grupo comprende líneas generalmente rectas que cruzan la pampa en todas las direcciones. Algunas tienen varios kilómetros de longitud y forman diseños de figuras geométricas: triángulos, espirales, líneas onduladas. Otro grupo son las llamadas ‘pistas’, al parecer diseñadas para acomodar a un gran número de personas.


Según María Reiche, la mayor estudiosa de las Líneas de Nasca y Palpa, estos enormes geoglifos que sobreviven al tiempo fueron usados al parecer por los antiguos peruanos de la civilización Nasca como un gigantesco calendario solar y lunar.

Otros estudiosos han expuesto hipótesis sobre la naturaleza ritual y el carácter protector de las imágenes, y una reciente investigación publicada en el Journal of Tourism and Heritage Research afirma que se tratan de un complejo sistema de gestión de agua, recurso vital muy escaso en la zona, incluso en la actualidad.


(FIN) LZD/MAO


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Publicado: 26/7/2024