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Casa de la Respuesta: El museo de estatuas hiperrealistas de los héroes de Arica

Museo Casa de la Respuesta, un encuentro hiperrealista con nuestros héroes. Foto: ANDINA/José Vadillo Vila

Museo Casa de la Respuesta, un encuentro hiperrealista con nuestros héroes. Foto: ANDINA/José Vadillo Vila

07:40 | Lima, jun. 17.

Por José Vadillo

El Museo Casa de la Respuesta es el nuevo atractivo del parque de la Amistad, en el distrito de Surco. Las estatuas reproducen a los personajes que juraron luchar hasta quemar el último cartucho en la batalla del 7 de junio de 1880.

La historia está hecha de piel de silicona médica. Y el edificio se llama Leguía y se ubica en el parque de la Amistad.

El primer piso es conocido por los casamenteros porque ahí dan el “sí, acepto”. Desde la semana pasada, el segundo piso alberga el museo Casa de la Respuesta, donde encontramos 17 estatuas hiperrealistas de los oficiales que participaron en la batalla de Arica, el 7 de junio de 1880.




El artista y empresario Walter Huamán, conocido como Walt Wizard, lleva 15 años trabajando personajes de ficción e históricos en esculturas y bustos “de alta presión”, o réplicas, que le han dado fama entre coleccionistas del orbe.

Momento histórico


Huamán fue convocado por la municipalidad de Surco para realizar una empresa mayor. Se tomó año y medio entre estudiar y plasmar las estatuas hiperrealistas.

No solo investigó a detalle el cuadro La respuesta, elaborado en 1894 por el pintor limeño Juan Lepiani, el cual se ha vuelto una imagen icónica, sino que también buscó información adicional, en archivos y con investigadores y coleccionistas del Perú, Argentina y Chile, para recrear lo más cercano posible los hechos de ese 5 de junio de 1880, cuando el coronel Francisco Bolognesi, jefe de la plaza de Arica, junto con su estado mayor, recibieron al emisario chileno Juan de la Cruz Salvo y respondieron que no se rendirían. Que morirían hasta quemar el último cartucho.

Más que replicar el cuadro de Lepiani con detalle, el artista cuenta que buscó reconstruir “el momento de la respuesta”. El famoso óleo lo ayudó para los detalles, como el color de piel, de cabello y ojos de los personajes.

Sin embargo, la investigación se profundizó. Le demandó un año y le permitió, por ejemplo, dar con la posición en que realmente estuvieron los personajes en ese momento histórico.



Por ejemplo, al momento de recibir la respuesta de los militares peruanos, el parlamentario chileno, de la Cruz, ya estaba “dentro” de la reunión mientras que Lepiani lo retrató como si recién ingresara. Luego, vino otro medio año de realización de los personajes.

Reto mayor


Con la misma técnica, Walter Huamán había desarrollado el año pasado una Santa Rosa de Lima, como parte de su proyecto personal Mi Perú: tour hiperrealista.

“Pero hacer esta cantidad de personajes y esta escena ha sido un reto mayor”, comenta. El tiempo fue corto para la empresa. A ello se sumaron las limitaciones que impone la actual pandemia.

Huamán revisó en los tres países partes de guerra y se entrevistó con coleccionistas, investigadores y descendientes de los personajes para que la reproducción sea la más cercana a los hechos. Porque no se trató solo de reproducir los rostros, sino también de que el uniforme y la indumentaria fueran realmente de la época.

Los personajes


Los diecisiete personajes están elaborados en “silicona de grado médico”. Se trata, para el artista, del mejor material existente para replicar la piel humana.

Entre las cualidades del material están la “transparencia”, semejante a la piel del Homo sapiens, que facilita que el artista ponga sudores y otros detalles de la piel, características que no permiten otros materiales de estatuas como la cera o la resina.

Se ha cuidado cada detalle de los personajes. Francisco Bolognesi luce el uniforme militar de estilo francés (pantalones rojos y saco azul) de la época.



Es un uniforme que ya ha conocido de combates. Los botones con el Escudo nacional y los grados del arma de Artillería y de coronel. Todos en su tamaño original. Fueron copiados con moldes de las piezas originales. Huamán tuvo acceso al uniforme original de Francisco Bolognesi. Las telas de todos los uniformes son importadas.

Para darle la edad correspondientes a los personajes, se usaron hasta cuatro tipos de pelo para recrear el cabello, bigotes y barba encanecidos de Bolognesi. Y un corte militar del siglo XIX. Un detalle, la barba es más blanca en la parte final. Es como comúnmente luce la barba de una persona de edad, explica el artista.

Los coroneles


La familia del coronel Alfonso Ugarte le facilitaron el quepí original, por lo cual el cráneo de su estatua es idéntica a la del héroe. Como era un hombre adinerado, hay muchas fotos de estudio de Ugarte. Gracias al tamaño del sable estándar de oficial, se pudo determinar el tamaño del héroe quien prefirió no huir al extranjero, sino pelear e inmolarse desde el morro de Arica antes que la bandera caiga en manos enemigas.



Otro hombre de Infantería, el bravío Justo Arias y Aragüez, aquel del cual los propios invasores admiraron su temple, lleva en el cuello de su casaca y en la hebilla de su cinturón el grado de coronel. Cuelga de su cinto un revólver Lefaucheux. Fue el militar tacneño que dijo esa otra frase siempre: “¡No me rindo, carajo, viva el Perú!”.

Sobresale por su porte, Roque Sáenz Peña, el militar argentino que tomó bando por el Perú en la Guerra del Pacífico y que años después se convertiría en presidente de su país.

Otros militares peruanos, recreados en el museo de Surco, son el marino Juan Guillermo More, quien vistió de civil en la cita histórica de aquel 5 de junio de hace 141 años porque había perdido su barco, el Independencia, mientras perseguía a la flota chilena. Sin embargo, el 7 de junio, More batallaría con su uniforme de oficial de la Marina y ofrendaría su vida a la patria. O el teniente coronel Juan Pablo Ayllón, quien moriría enfermo, un año después, en Chile sin traicionar a la patria.

Walter Huamán ha hablado con familiares de los personajes. Como los del militar tacneño Marcelino Varela. Rasgos de ellos sirvieron para definir mejor el de su ascendiente. Del mismo modo, en la tataranieta de Bolognesi sobreviven facciones que corroboraron detalles del rostro del héroe.



Al día siguiente, 6 de junio de 1880, los militares se dedicaron a cavar las trincheras para la batalla. Hubo momento para despedirse entre soldados y oficiales; de escribir las cartas a los familiares. Disipando la camanchaca, a las seis de la mañana, el 7 de junio empezó la batalla. “Tengo deberes sagrados que cumplir y los cumpliré hasta quemar el último cartucho”. Fue la consigna.

Próximos pasos del museo


El museo se inauguró el 7 de junio, Día de Renovación del Juramento de Fidelidad a la Bandera, y es único en el Perú. “La frase que pronunció Francisco Bolognesi resume todo el honor de la República. Y esos es lo queremos resaltar”, dice el alcalde de Surco, Jean Pierre Combe. Lo que se busca con el nuevo espacio cultural es “mejorar la difusión de los valores cívicos-patrióticos de nuestros héroes”. 

Si bien está abierto al público, su diseño didáctico-lúdico se enfoca en los niños para inculcarles esos valores. Combe adelanta que la segunda fase del museo incluirá piezas de artillería, uniformes, municiones y fotografías de la época, para lo cual ya tienen conversaciones con las Fuerzas Armadas. 

También con la técnica hiperrealista, Surco financiará estatuas dedicadas al soldado desconocido y a las rabonas, el contingente femenino que fue fundamental en la resistencia peruana. “Sin el apoyo de la mujer hubiera sido imposible resistir. Debemos darles la tribuna que se merecen”.




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(FIN) JVV/NJC/RES

Publicado: 17/6/2021