El 31 de mayo se cumplen 55 años del terremoto de Yungay (1970), uno de los fenómenos más devastadores de Latinoamérica en el siglo XX y la primera gran emergencia humanitaria que atendió Unicef en el Perú.
Desde entonces el organismo internacional viene abogando y dando asistencia técnica al país, a través de Defensa Civil y los gobiernos regionales, “para poner a la infancia en el centro de la preparación y respuesta a las emergencias por fenómenos naturales”.
En esaa oportunidad, 70 mil personas perdieron la vida en la región Áncash. En Yungay, la localidad más afectada, solo hubo 300 sobrevivientes, entre ellos 40 niños y niñas que habían asistido a la función de un circo en la parte alta de la localidad. Pero los afectados en la región se contaban por miles.
Unicef, el Fondo de las Naciones Unidas que nació tras la segunda Guerra Mundial para proteger a la infancia en situaciones de emergencia, había iniciado su accionar en Perú en 1950.

“Cuando se produjo la tragedia de Yungay, como Fondo de Emergencia para la Infancia, de inmediato activamos acciones de respuesta pensando en las necesidades de las madres gestantes y de los niños, niñas y adolescentes víctimas del desastre”, afirma Javier Álvarez, actual representante de Unicef.
La respuesta a la emergencia por el terremoto de Yungay fue la primera gran misión humanitaria en la que el Estado peruano y Unicef trabajamos de la mano para poner en el centro de atención las necesidades de la niñez y adolescencia afectada, detalla el representante.
Enfoque de niñez
“Cincuenta y cinco años después, podemos decir con orgullo que desde entonces hemos contribuido a que el Estado peruano incorpore el enfoque de niñez en la preparación y respuesta de las diversas emergencias que suele enfrentar el país y en las que de cada tres personas afectadas, una suele ser menor de 18 años”, sostiene Álvarez.
Como en el terremoto de Yungay, Unicef estuvo presente en las grandes emergencias que ha vivido el país, como la ocasionada por el terremoto de Pisco en el 2007.
La Amazonía peruana también suele enfrentar situaciones de emergencia generadas por las intensas lluvias y desborde de sus caudalosos ríos. En el 2012, el río Amazonas alcanzó su máximo histórico de desborde, lo que sumió a la población en una emergencia sin precedentes.

Más de 200 mil damnificados tuvieron que abandonar sus casas que quedaron sumergidas por la crecida del río. De todos ellos, 85 mil eran niños, niñas y adolescentes.
“Unicef promovió prácticas de higiene y protección para contener riesgos y evitar enfermedades prevenibles. También contribuyó con la instalación de aulas temporales para que los chicos y chicas puedan retomar sus clases y abogó por la reubicación de las familias afectadas”, recordó la entidad.
El Niño Costero y covid-19
De igual manera, durante el Fenómeno del Niño Costero del 2017 que afectó a 14 regiones del país, Unicef priorizó la atención de Piura, Lambayeque y La Libertad, desplegando acciones de atención en salud física y emocional, educación, acceso a agua segura y prevención de la violencia.
Durante la pandemia de covid-19, Unicef apoyó las acciones de información, prevención y respuesta de los diversos ministerios y como miembro del sistema Covax facilitó que el Perú pueda adquirir vacunas contra el covid-19 en momentos de alta demanda global. Además, facilitó al país la adquisición de más de 10 mil unidades de cadena de frio fundamentales para que las vacunas se mantengan bien conservadas.
“Nuestra misión es apoyar al país a lograr el bienestar de la infancia y a defender la integralidad de sus derechos incluso en situaciones de emergencia. Desde hace 75 años somos parte de esta historia y lo seguiremos siendo”, precisó el representante de UNICEF en Perú.

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(FIN) NDP/CCH
Publicado: 26/5/2025