El sarawja de Moquegua, danza y música aimara emblemática del sur peruano, inscrita en la Lista Representativa del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad de la Unesco, se celebra cada año después de Semana Santa, cuando comparsas familiares conocidas como ruedas recorren los pueblos de Cuchumbaya, San Cristóbal y Carumas, llevando música, canto y danza.
Así, cada visita es recibida con alegría, frutas y platos tradicionales, en un gesto de hospitalidad que luego es devuelto por las familias anfitrionas.

Sus melodías —interpretadas exclusivamente con charangos de diferentes tamaños, chilladores y coros en aimara y castellano— evocan un contrapunto vocal único, mientras que la danza recrea el movimiento de las kiwlas, pequeñas aves andinas.
Expresión viva de identidad
Más que una fiesta, el sarawja constituye una expresión viva de identidad y cohesión social que se transmite de generación en generación.
El Comité Intergubernamental para la Salvaguardia del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Unesco anunció hoy, 10 de diciembre, durante su 20.ª sesión celebrada en Nueva Delhi (India), la inscripción del sarawja de Moquegua, en la Lista Representativa del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad.
Durante la sesión, el Comité Intergubernamental destacó que la candidatura presentada por el Estado peruano cumplió con los cinco criterios requeridos para su inscripción, y felicitó especialmente el ejemplo de participación comunitaria en la elaboración del expediente, en el que las propias comunidades aimaras fueron actores centrales.
Testimonios de orgullo
Para las comunidades portadoras del sarawja, este reconocimiento supone un hito histórico. El
alcalde provincial de Mariscal Nieto, John Larry Coayla, destacó que "es un momento de profundo orgullo".
"No es solo música y danza: es la voz de nuestros ancestros, la alegría y la resistencia de nuestras comunidades. Esta inscripción honra a Moquegua y hace brillar al Perú”, aseveró.
La presidenta de los portadores del sarawja, Rosa Guevara Jiménez, dijo que “es un legado que hemos heredado de nuestros abuelos y que mantenemos vivo con esfuerzo y amor. Este reconocimiento nos permite compartir con el mundo nuestra historia y abrir nuevas oportunidades para el turismo cultural y la valoración de nuestras tradiciones. Preservarlas es un compromiso con nuestra identidad y con el futuro”.
En línea con otras manifestaciones inscritas este año —muchas vinculadas al trabajo manual, el arte, la música o la cocina tradicional— el sarawja representa un ejemplo de cómo el patrimonio cultural inmaterial fortalece las relaciones intergeneracionales, dinamiza los vínculos comunitarios y contribuye a la sostenibilidad cultural.
Sobre la 20.ª sesión del Comité
La reunión, celebrada del 8 al 13 de diciembre en Nueva Delhi, reúne a los 24 Estados miembros encargados de evaluar 68 nuevas candidaturas. En virtud de la Convención de 2003, la Unesco mantiene tres listas internacionales que hoy incluyen 788 elementos inscritos en 150 países.
Entre las candidaturas evaluadas este año figuran expresiones como el son cubano (Cuba), el koshary (Egipto), el festival de luces Deepavali (India), el yodel (Suiza) y la cocina italiana.