La arqueología peruana tiene origen en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, que este 12 de mayo celebra su 473 aniversario de vida institucional. De sus aulas surgieron los forjadores y más importantes representantes de esta disciplina profesional y científica que viene aportando decididamente a conocer nuestra historia y revalorar nuestra identidad.
La arqueología como disciplina científica se aproxima a la cultura material de las sociedades del pasado a través de distintos métodos y técnicas de otras ciencias auxiliares, como la geología, antropología, ciencias biológicas (botánica, zoología, genética molecular, entre otras), así como ciencias físicas, químicas, entre otras.
El conocimiento científico que brinda la arqueología contemporánea requiere de una aproximación, multidisciplinaria e interdisciplinaria, a la realidad social del pasado.
A continuación, conozcamos a los más destacados arqueólogos sanmarquinos que han contribuido a revelar nuestro pasado, conocer nuestra historia y revalorar nuestra identidad.
Julio César Tello
Considerado el “Padre de la arqueología peruana” y descubridor de las culturas Chavín y Paracas, Julio César Tello Rojas nació en la provincia limeña de Huarochirí el 11 de abril de 1880. Hijo de una modesta familia, destacó desde niño por ser muy inteligente.
En 1900 ingresó a la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, donde fue condiscípulo de un hijo del ilustre tradicionista Ricardo Palma, por lo que frecuentó su casa, ganándose el afecto del escritor, quien, en su condición de director de la Biblioteca Nacional del Perú, le consiguió un puesto como conservador.
Fue allí donde le nació a Tello la inquietud por la ciencia y la investigación, especialmente la arqueología y la antropología. Su acercamiento al mundo prehispánico se produjo a partir de la lectura de un estudio de las lenguas indígenas de Sebastián Barranca.
En 1906 ofreció su primera conferencia en torno a unos cráneos prehistóricos desenterrados en tumbas prehispánicas de la provincia de Yauyos. Gracias a una beca concedida por el primer gobierno de Augusto B. Leguía viajó a los Estados Unidos para realizar estudios de postgrado en la Universidad de Harvard, donde permaneció tres años.
Tuvo por maestros a celebridades del mundo científico, como Alex Hrdlicka y Franz Boas. Obtuvo su maestría en Artes (1909) y en Antropología (1911), siendo el primer peruano en alcanzar tal grado académico en la prestigiosa universidad estadounidense.
En mérito de sus estudios, obtuvo una nueva beca que le permitió concurrir en Londres, capital del Reino Unido, al XVIII Congreso Internacional de Americanistas (1911) y seguir estudios de especialización en el Seminario de Antropología de la Universidad de Berlín (1912).
A su retorno al Perú, en 1913, comenzó su labor arqueológica acompañando a su maestro Alex Hrdlicka en sus investigaciones por los valles de la costa central. Luego recorrió muchas regiones del país con el fin de realizar trabajos de campo, haciendo valiosas investigaciones en torno a las culturas precolombinas.
A Julio César Tello debemos la identificación de la antigüedad y difusión de la Cultura Chavín (1919) y el descubrimiento de la necrópolis de Paracas (1925). Asimismo, las excavaciones en el extenso valle del Santa (1926 y 1934) y en el alto valle del Marañón (1934 y 1937).
También exploró en Huánuco Viejo y Kotosh (1935), en el valle del Urubamba (1942) y en sitios diversos de los departamentos de Lima, Arequipa, Cuzco y Puno, que le permitieron formular su propia apreciación sobre el proceso civilizatorio del Perú antiguo.
Los grandes descubrimientos arqueológicos de Julio César Tello cambiaron la imagen del Perú en el siglo XX. Gracias a sus hallazgos y estudios de sitios históricos prehispánicos se inició un proceso por conocer el pasado diverso del Perú y su valiosa cultura.
Julio César Tello fue catedrático de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos y allí fundó el Museo de Arqueología y Etnología, el 21 de octubre de 1919. Cinco años después, en 1924, formó el Museo de Arqueología Peruana. Entre 1931 y 1938 dirigió el Instituto de Investigaciones Antropológicas dependiente de dicho museo, instituto que por iniciativa suya se convirtió en el Museo Nacional de Antropología.
La fructífera existencia de Julio César Tello culminó el 3 de junio de 1947, cuando falleció víctima del cáncer a la edad de 67 años. Respetando su voluntad, fue sepultado en los jardines del Museo Nacional de Arqueología, Antropología e Historia, ubicado en el distrito de Pueblo Libre.
Rebeca Carrión Cachot
Rebeca Carrión Cachot es la primera arqueóloga peruana y una de las primeras mujeres en ocupar una cátedra universitaria. Nació en diciembre de 1907 y su preparación intelectual estuvo influenciada por su maestra Elvira García y García. Tras obtener el grado de bachiller en Letras, su interés por la arqueología la inclina a colaborar con Julio C. Tello, hasta el fallecimiento del sabio sanmarquino.
Entre sus obras más importantes tenemos “El culto al agua en el antiguo Perú” y “La religión en el antiguo Perú”, dejando inéditos los trabajos “Civilización Chavín”, “La Navegación en el litoral del antiguo Perú”, y “La agricultura en el periodo Chavín y generalidades sobre el ambiente forestal”. Por su valiosa actividad en el campo de la arqueología fue incorporada a numerosas sociedades científicas nacionales e internacionales.
Toribio Mejía Xesspe
Toribio Mejía Xesspe participó en 1927 en el descubrimiento de las Líneas de Nasca y la investigación del hallazgo “Acueductos y caminos antiguos de la hoya del Río Grande de Nasca” que fue presentada en el XXVII Congreso Internacional de Americanistas, en Lima, en 1939.
Ese mismo año, descubrió en Ica las tumbas con los fardos Paracas Necrópolis. En Cumbemayo (Cajamarca) descubrió un acueducto megalítico; y en Chavín de Huántar organizó el primer museo de sitio del Perú. Colaboró con Tello en el descubrimiento del Templo del Cerro Sechín; realizó excavaciones en Pachacámac y en los valles de Ica y de Piura, y tomó parte en las excavaciones de Ancón, actividad que continuó hasta después de la muerte de Julio C. Tello.
Federico Kauffmann Doig
Nacido en setiembre de 1928, Federico Kauffmann Doig es un antropólogo, arqueólogo e historiador con grandes aportes al estudio de las civilizaciones del Antiguo Perú, particularmente sobre la cultura chavín y la cultura Chachapoyas.
Este destacado arqueólogo sanmarquino se ha dedicado en forma especial al estudio de la cultura Chachapoyas, permitiendo conocer importantes testimonios de esta civilización, tales como los mausoleos de Revash (provincia de Luya) y Los Pinchudos (Pajatén); las momias de Leymebamba o de la Laguna de los Cóndores (hoy Laguna de las Momias), los sarcófagos de Karajía, las pinturas murales de San Antonio, entre otros vestigios culturales. También, realizó varias expediciones arqueológicas a la región amazónica, llamadas “Expediciones Antisuyo”, tanto en la cuenca del río Ucayali como en la del río Madre de Dios.
En su trayectoria profesional, ha ejercido los cargos de director del Museo de Arte de Lima y del Museo Nacional de Antropología, Arqueología e Historia del Perú, además de la docencia universitaria. Así, también, fue director del Proyecto Chavín y encargado de realizar un programa de investigaciones arqueológicas en el sitio de Chavín de Huántar.
Luis Guillermo Lumbreras
Luis Guillermo Lumbreras Salcedo es reconocido por impregnar una nueva perspectiva a la arqueología con valiosos aportes, no solo en el aspecto descriptivo y analítico, sino también en el plano teórico de la definición de la arqueología peruana. También, ha realizado trabajos de investigación en los Andes centrales (Huari), septentrionales (Chavín) y meridionales relacionados con el aprovechamiento económico de los pisos ecológicos.
Como impulsor de la llamada “arqueología social”, el profesor emérito sanmarquino planteó la teoría hologenista sobre el origen de la cultura en el Perú, que sostiene que en ella actuaron tanto elementos propios o autóctonos, como también foráneos.
Graduado de bachiller y doctor en Etnología y Arqueología, ha ejercido la docencia en la Decana de América y en otras universidades, y junto con Pablo Macera y Aníbal Quijano impulsó la creación de la Facultad de Ciencias Sociales; además de fundar el Instituto Andino de Estudios Arqueológicos (Indea) que reúne a los arqueólogos del área andina, y desempeñarse como director del Instituto Nacional de Cultura (INC).
Ruth Shady Solís
Es una reconocida arqueóloga e investigadora por su labor de revalorización y datación de sitio arqueológico de la Ciudad Sagrada de Caral, la más antigua de América, y por su larga trayectoria profesional dirigiendo distintos proyectos de investigación arqueológica en la costa, sierra y selva del Perú que han dado énfasis al estudio del desarrollo de las organizaciones sociopolíticas complejas.
En 1994 fundó el Proyecto Arqueológico Caral con la investigación en Caral-Supe y, en la actualidad, dirige la Zona Arqueológica Caral, con el propósito de investigar, conservar y poner en valor este importante sitio situado en el valle de Supe, Barranca, que tiene evidencias de ser la civilización con más de cinco mil años de antigüedad (3,000 -1,900 a.C.).
Su trabajo se caracteriza por la aproximación multidisciplinaria y la vinculación del patrimonio arqueológico con las poblaciones actuales del entorno, así como la producción científica y la ejecución de proyectos con responsabilidad social. En ese marco, sus trabajos de investigación han logrado identificar, entre en el valle de Supe y Huaura, a 25 asentamientos que habrían conformado la Civilización Caral.
Ramiro Matos Mendieta
Las primeras investigaciones arqueológicas de Ramiro Matos Mendieta fueron en Huancavelica, en la sierra sur del Perú, y en Ancón, en la costa central del Perú. Siendo comisionado en Piura por el Instituto de Cultura, descubrió el cementerio de Vicús, nombre con que se empezó a conocer la cultura desarrollada en esa región del norte peruano.
Además de dirigir la limpieza y reconstrucción del santuario de Wari Willka o Huarihuilca, a unos 6 kilómetros al sur de la ciudad de Huancayo, y crear un museo de sitio, dirigió el proyecto de investigaciones arqueológicas de Junín que dedicó una especial atención a los yacimientos del precerámico y del formativo, hasta el período Inca, en donde investigó en los asentamientos de Pumpu, Tarmatambo, Chakamarca, Warautambo y otros. Profesor emérito de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, Ramiro Matos fue fundador de la Escuela Profesional de Arqueología, el año 1975, e impulsó la creación de los gabinetes de Paleozoología y de Tecnología Lítica.
Régulo Franco Jordán
Es el descubridor de la Señora de Cao, el 2006, en La Libertad, por cuyo hallazgo ha recibido diferentes reconocimientos nacionales e internacionales; así como por su aporte a la Ruta Moche y sus publicaciones de libros y artículos sobre la cultura del norte peruano.
Ha tenido a su cargo las investigaciones arqueológicas del Templo Viejo de Pachacamac y dirigió el Complejo Arqueológico el Brujo, en Trujillo. Su libro “El arte moche en el antiguo Perú. Simbolismo y poder”, destaca que las élites gobernantes en el norte peruano se tatuaban y las mujeres podían alcanzar gran poder como lo evidencia la Señor de Cao.
Régulo Franco es actualmente director del Parque Arqueológico Machu Picchu.
Otros destacados arqueólogos sanmarquinos
Entre otros destacados arqueólogos egresados y docentes de la Decana de América, tenemos a Denise Pozzi-Escot, quien formó parte de la Comisión Nacional de Arqueología, que se convirtió en Instituto Nacional de Cultura y hoy es el Ministerio de Cultura.
Directora del Proyecto Arqueológico Huaca Malena, es codirectora del Proyecto Perú-Sur, de la Misión Arqueológica Francesa en el Perú, e investigadora local del Instituto Francés de Estudios Andinos, además de trabajar en la conservación de los principales edificios del santuario arqueológico de Pachacámac.
Por su parte, Rogger Ravines Sánchez ha contribuido significativamente en el esclarecimiento de los períodos aurorales de la civilización andina, además de estudiar los sitios precerámicos y de la época Formativa, tanto en la costa como en la sierra.
Lorenzo Alberto Samaniego Román se destacó por sus trabajos de investigación y puesta en valor de los sitios arqueológicos de Sechín, Punkurí, y otros del departamento de Áncash. En colaboración con Alberto Bueno Mendoza, identificó 183 monolitos que se sumaron a los hallados por Julio C. Tello, y los dividió en cuatro grupos, de acuerdo a su representación iconográfica.
Las más recientes generaciones de destacados arqueólogos sanmarquinos están representadas por Pieter Van Dalen Luna, descubridor de un templo en forma de letra “U” que data del período Formativo andino, hace más de 3,500 años, así como de la tumba del “Señor del mar”, con una antigüedad de 800 años en el sitio arqueológico Macatón, ambos ubicados en la provincia limeña de Huaral.
También sobresale Henry Tantaleán Ynga y Carito Tavera Medina, codirectores del Programa Arqueológico Chicama de la Universidad Mayor de San Marcos y descubridores en el sitio arqueológico Puémape, ubicado en el distrito de San Pedro de Lloc, en la región La Libertad, de un templo religioso erigido hace aproximadamente 3,000 años por la sociedad Cupisnique y sobre el cementerio que funcionó posteriormente en esa zona durante la ocupación de la también cultura preinca Salinar.
También destaca Yomira Silvia Huamán, quién participó del hallazgo en el sitio arqueológico Cajamarquilla, en la provincia de Lima, de la llamada “Momia de Cajamarquilla” y de seis niños envueltos en fardos funerarios, además de los restos óseos de siete personas adultas, que se presume habrían sido sacrificados para que acompañen al personaje de status social alto en su camino al mundo de los muertos.
(FIN) LZD/MAO
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