Sentirse nervioso, con miedo o temor por una entrevista de trabajo, un examen o por haber sufrido un asalto son reacciones normales que todo ser humano experimenta por algún tiempo, pero si estas emociones se hacen recurrentes al punto que afectan la vida diaria, nos encontramos frente a un trastorno de ansiedad.
El médico psiquiatra Humberto Castillo Martínez, director del Centro de Investigación y Salud Mental de la Universidad Peruana Cayetano Heredia, explicó que la ansiedad es un estado de alerta de las personas frente a un evento crítico o adverso; permite encontrar una solución o proteger nuestra integridad física.
“Todas las personas, ante una situación difícil o crítica, entramos en un estado de alerta. Esto nos permite enfocarnos mejor en el problema, concentrarnos y buscar soluciones pero si estos estados de alerta no se desactivan o son muy intensos, entonces estaremos hablando de una ansiedad”, precisó al programa Saludable Mente.
Por lo general, señaló, el cerebro tiene los mecanismos necesarios para activar o desactivar la ansiedad; es un órgano complejo que produce diferentes tipos de emociones, sensaciones, impulsos y pensamientos que se regulan entre sí, pero, cuando este proceso se altera, aparece la mencionada afección psicológica.
Síntomas
Los síntomas físicos que manifiesta una persona con trastorno de ansiedad son temblores en las manos, sudoración, palpitaciones, boca seca, entre otros, y en la parte emocional, el individuo suele sobredimensionar los problemas llegando incluso a tener pensamientos catastróficos, es decir, de que algo malo puede ocurrirle a él o a su familia, refirió.
Según el experto, la ansiedad suele presentarse de diferentes formas, por ejemplo como fobia a los insectos, a los perros, el temor a hablar en público, a las alturas, a los ascensores, etc.
Este miedo intenso puede llevar a paralizar a la persona al punto que no quiera subirse al puente que necesita para cruzar una vía rápida.
La emoción puede ser tan intensa –dijo- que la razón se queda bloqueada provocando un ataque de pánico, es decir un miedo repentino que invade a la persona y crece rápidamente, llevándola incluso a tener pensamientos catastróficos como que va a morir.
Positiva y negativa
De igual forma, Castillo subrayó que la ansiedad puede ser adaptativa y desadaptativa. La primera ayuda a mantenerse atentos frente al peligro o un problema y no hay que considerarla como algo nocivo porque es un mecanismo de defensa normal del individuo.
En cambio, la segunda sí puede perturbar la salud mental de la persona debido a que esos estados de alerta no se desactivan y tienden a ser desproporcionados, prolongados y muy fuertes; puede ayudar a perder el control de la situación.
Para regular la ansiedad, el psiquiatra manifestó que lo primero que se tiene que hacer es racionalizar los pensamientos, es decir, darse cuenta de que el problema no es tan crítico como se asumía y lo segundo es realizar técnicas de relajación muscular que permitan aliviar la tensión física que produce este trastorno psicológico.
“El principal mecanismo para desactivar la ansiedad es la racionalización. Digamos que uno va caminando por la calle y escucha ladrar un perro, lo primero que siente es miedo, pero luego se da cuenta que el animal está en una azotea o detrás de una reja, por lo que ese temor disminuye porque piensa o razona que ya no es un problema”, sostuvo.
Otro recurso para disminuir la ansiedad, señaló, es la relajación muscular a través de una respiración profunda, rítmica y consciente que permita distender los músculos del cuerpo que se contraen cada vez que una persona entra en tensión.
Aplicando estas dos recomendaciones, el individuo podrá manejar y gestionar mejor esta ansiedad que se presenta por un sinfín de problemas cotidianos.
Subrayó, sin embargo, que si los padres o la escuela enseñarian a los niños una educacional emocional en la que se aprenda una adecuada introspección de las emociones, estaríamos mejor entrenados ante los problemas de la vida.