A propósito de los 20 años de la entrega del Informe final de la Comisión de la Verdad y Reconciliación (CVR), Salomón Lerner reflexiona respecto a los riesgos que Perú afrontaría si no se logra establecer una cultura de paz.
¿Cuánto hemos avanzado en desterrar la violencia de nuestra sociedad, aquella que la CVR expuso en su informe final como un problema estructural?
Hay intentos, por lo menos tomamos conciencia de una realidad que no cumple con todas las normas de la vida democrática y saberlo es el primer paso para cambiar. Creo que la Comisión de la Verdad da un mensaje que no ha sido recogido del todo, pero que de alguna manera señala el camino por el cual podemos lograr un país donde todos los ciudadanos seamos sujetos de derechos y de obligaciones, y donde el otro sea tan ciudadano como yo, merezca respeto y solidaridad.
¿A qué herramientas recurrir para conseguir esa meta?
Creo que el camino de la educación es fundamental, y a través de la educación es que vamos a poder conseguir solidaridad, empatía, crecimiento y mejor distribución de los bienes, y también el ejercicio de los derechos ciudadanos. La comisión quería eso, no solo estudió la situación, sino que también hizo recomendaciones para el futuro, y creo que eso hay que retomarlo con urgencia.
¿Cuál es el riesgo de que no se instaure una cultura de paz en Perú?
Es estar permanentemente en un estado de enfrentamiento, viendo un peruano al otro como enemigo, alguien que me va a quitar el sitio. Estas diferencias nos quitan armonía y paz, que es el elemento primero para poder afirmarnos como sociedad.
¿Esta violencia y enfrentamiento que experimentamos en nuestra sociedad puede ser el preludio de un período tan trágico como el que vivimos en el pasado?
Creo que corremos ese riesgo. Sin embargo espero que los peruanos, aquellos a los que les toca ser autoridad en estos momentos, piensen no solo en el ejercicio del poder, sino también en el bienestar de los peruanos y –a pesar de las diferencias [...]– entablen un diálogo que sea constructivo y que tenga como común denominador el bien para todos.
El Informe final de la CVR identificó el desprecio por los desposeídos, la discriminación y el racismo como factores que contribuyeron a la violencia política, ¿son estos todavía nuestros principales males?
Pienso que son algunos de los más importantes, no sé si los más importantes, pero es cierto aquello que se dice teóricamente: somos una nación, pero muy fragmentada, no reconocemos al otro y al no hacerlo no podemos establecer vínculos de solidaridad, de crecimiento y de justicia.
A modo personal, ¿cómo le afectó la experiencia de estar en contacto con esta cara de nuestro país?
Mientras estuve en la comisión, obviamente sufrí una gran transformación, un impacto muy profundo. Llegué a conocer, si se quiere con mayor peso, lo que el país es. Una cosa es lo que se aprende en el colegio y otra cosa es la realidad. Me metí en la realidad, vi cara a cara el dolor y el sufrimiento de los peruanos y abrigué esperanzas para que esto cambiara. Desgraciadamente, en los 20 años que han transcurrido no hemos avanzado mucho, pero creo que el pesimismo es un mal punto de partida para el futuro. Seamos optimistas y pensemos que, a través de la reflexión, del pensamiento y renunciando a egoísmos podemos entendernos, respetarnos en las diferencias y hacer de Perú una sola sociedad.
Avances limitados
El lunes 21 de agosto se llevó a cabo en el Instituto Goethe un conversatorio sobre los 20 años transcurridos desde la presentación del Informe Final de la CVR. En el evento, Salomón Lerner consideró “bastante limitado” lo avanzado respecto a la recomendación de búsqueda de justicia de los crímenes y violaciones a los derechos humanos.
“Es innegable que toda restauración democrática exigía un funcionamiento oportuno y diligente de la administración de justicia, pues esa debía haber sido una primera manera de dar una adecuada respuesta a las víctimas. Sabemos que lo avanzado en ese dominio es muy limitado”, comentó.
Respecto a las reparaciones consideró que si bien es cierto que se han generado acciones y que el Estado ha hecho una inversión no despreciable de recursos, el diálogo con las víctimas muestra que no existe una real sensación de haber sido compensadas por los daños.
“Ello no solo por la ineficiencia material en las reparaciones, sino también por la ausencia de un auténtico gesto de reconocimiento y dignificación por parte del Estado”, dijo.
En cuanto a la reconciliación consideró necesario eliminar el maltrato entre peruanos, la discriminación, la estigmatización, el desconocimiento del otro, de su dignidad y derechos, como paso previo para avanzar en ese campo.
El Informe Final de la CVR se presentó el 28 de agosto del 2003 en una ceremonia llevada a cabo en Palacio de Gobierno. El documento consigna que la cifra más probable de víctimas del conflicto armado interno supere los 69,000 peruanos muertos y desaparecidos.
Sostiene, además, que de cada cuatro víctimas tres fueron campesinos cuya lengua materna era el quechua, e identifica como responsables de esa espiral de violencia a los grupos terroristas y a agentes del Estado.