El Ministerio de Cultura declaró Patrimonio Cultural de la Nación a los conocimientos, saberes y prácticas asociados a la elaboración de la silla artesanal del distrito de Saño, por los singulares valores simbólicos, tecnológicos y estéticos que alberga la tradicional labor silletera, expresión cultural que fortalece la memoria colectiva, la cohesión social y la identidad cultural de los habitantes del distrito de Saño, de la provincia de Huancayo y del departamento de Junín.
Así lo establece la
Resolución Viceministerial N° 000083-2022-VMPCIC/MC publicada hoy en el boletín de Normas Legales del Diario Oficial El Peruano, que destaca que esta silla se caracteriza porque dentro de su estructura de madera cuenta con tejidos de fibras vegetales como el
junco.
Esta silla es producida en todo el distrito de Saño, con mayor incidencia en el anexo de San Roque de Malayo y con menor regularidad en el anexo Ilish-Pichacoto.
Orígenes
Los orígenes de la producción de la silla artesanal, estos se remontan al Virreinato, cuando los pobladores del actual distrito de Saño fueron organizados en los ayllus de Antacoto, en el barrio de Pumacusma, y participaron en la construcción de la iglesia San Jerónimo de Tunán.
Para estas labores, trabajaron con maderas de origen local, como el aliso (Alnus acuminata) y el quishuar (Buddleja incana) aprendiendo a labrarlas. También, se familiarizaron con técnicas de tejido durante la construcción de la estructura del techo de esta iglesia, o enmaderamiento, que como indica el autor Eliseo Sanabria Santiváñez, se utilizaban como materias primas madera de cedro y mallas tejidas a base de cañas de montaña denominadas mamac.

Esta caña llegaba hasta los ayllus de Antacoto gracias al intercambio de insumos que se realizaba con las comunidades asháninka de la selva central. La mamac se entretejía con agave, fibra vegetal que los pobladores obtenían a nivel local. Fue así que aprendieron diversas técnicas de tejido, las que aplicarían décadas posteriores en las sillas artesanales, aunque ya no con agave, sino con otras fibras.
En el periodo republicano, a partir de la década de 1840, los ayllus de Antacoto se independizaron del barrio de Pumacusma, actualmente denominado San Jerónimo de Tunán, adquiriendo el nombre de Saño. Es en este periodo que los artesanos iniciaron la producción de la silla artesanal cuya estructura era de madera de origen local, como el chachars, el aliso y el quichuar, en la cual se aplicaban tejidos con la fibra cortadera (Cortaderia selloana) fibra vegetal que recolectaban del paraje de Paltahuanca, zona altoandina en Saño.
Hasta la década de 1940, aproximadamente, se empleó principalmente la madera de aliso (lamblash), caracterizada por su suavidad para el tallado. Empero, a inicios de la década de 1950, los artesanos empezaron a emplear madera de eucalipto, si bien es más dura para ser torneada, pues desde la década de 1930 existen plantaciones de este árbol, originario de Australia, en la zona.
¿Cómo se fabrica la silla de Saño?
Los artesanos parten un bloque de madera con una comba y obtienen entre cuatro y seis trozos, comúnmente llamados rajadas. Estos se exponen al sol para que pierdan la humedad característica de la madera recién cortada. Una vez seca, la madera no se torcerá, ni deformará, por lo que será más consistente.
Luego, las rajadas se labran a mano con una azuela y una gurbia, con el fin de obtener una forma cilíndrica que pueda ingresar al torno para rebajar sus dimensiones. En cuanto al torno, este puede ser a pedal o eléctrico. Mientras la madera gira en el torno, es rebajada con un formón. Las piezas de madera resultantes son pulidas y se les tallan diseños para, finalmente, ser agujereadas a mano con un berbiquí o empleándose un taladro eléctrico.
Así, las piezas podrán encajar a presión unas con otras, al momento del armado de la silla artesanal. Cabe mencionar que los tiempos de fabricación de las sillas dependerán del tipo de torno que se emplee: con el torno a pedal, se fabrican dos sillas por día; mientras que, con el torno eléctrico, cuatro sillas por día.
En lo que respecta al tejido del asiento de la silla, este es realizado por las mujeres. Antiguamente, empleaban la fibra de la cortadera, sin embargo, esta ya no se emplea más pues dejó de crecer en abundancia en la zona altoandina de Saño.
Desde la década de 1950, emplean tanto el junco, como la totora. Esta última, se obtiene de la laguna de Paca, en la provincia de Jauja, y de la laguna Ñahuimpuquio, en la provincia de Chupaca.
La totora es remojada desde un día antes para suavizarla, de forma tal que facilite el tejido sobre el armazón de la silla. Durante esta tarea, se ajusta el tejido a la madera con un combo de goma. En cuanto al junco, muchos artesanos optan por comprar en Lima esta fibra, la cual ya viene lista en ovillos, por ello, se denomina también “paja de Lima”.
En lo que respecta a los tiempos de tejido de una silla artesanal, varían entre 20 minutos para una silla de adulto y 15 minutos para una silla pequeña.
Técnicas de tejido
Actualmente se registran tres principales técnicas de tejido: Simple, Estrella e Intercalado. La técnica Simple, también denominada como tejido “llanito” o “pecho paloma”, es el urdido de la fibra que se alterna envolviendo encima y luego debajo. El tejido se inicia en los canutos delanteros de la silla, después se dirige a los canutos traseros, y así sucesivamente.

En la técnica Estrella, la fibra se teje de esquina a esquina, de atrás hacia adelante y de forma cruzada. La técnica de Intercalado es similar a un urdido que se teje cruzado. La fibra se introduce y se saca consecutivamente, luego se hace el mismo procedimiento de retorno la transmisión de los conocimientos de fabricación de las sillas artesanales se realiza a nivel intrafamiliar.
Desde la segunda infancia, niños y niñas observan a sus padres en las labores artesanales. A los 12 años, los varones se inician trasladando y lijando la madera, así como cortando y labrando los canutos bajo la supervisión del padre, ya que trabajan con herramientas punzocortantes. En el caso de las adolescentes, se inician en el tejido observando a sus madres.
Comercialización
En lo que refiere a la comercialización de la silla artesanal, hasta la década de 1990 esta solía hacerse mediante el trueque a lomo de burro. En ese entonces, los artesanos se trasladaban con dirección a pueblos de zonas altoandinas, como Rangra, Ñahuimpuquio, Tizo, Siusa y Rimaycancha.
En estos lugares, intercambiaban las sillas artesanales por papa, chuño, oca o mashua. El equivalente de una silla pequeña, era un costal de dos arrobas y media de alguno de los productos mencionados. También, los artesanos llevaban su cargamento a pueblos vecinos, como Quilcas, San Jerónimo de Tunán o Hualhuas.
Posteriormente, la venta de las sillas empezó a través de las mujeres de Saño, quienes empezaron a introducirlas en otros puntos del valle del Mantaro, especialmente a través de ferias dominicales de ciudades capitales de provincias como Concepción, Jauja y Huancayo.
Así, de jueves a sábado eran días de trabajo para los artesanos y artesanas, pues fabricaban decenas de sillas para venderlas los domingos. Después de la venta, se compraban víveres para la semana, con los cuales retornaban a Saño.
Gracias al prestigio que adquirió esta producción, la demanda permitió introducir la venta de las sillas artesanales a lugares más alejados. Para ello, entregaban las sillas desarmadas a los acopiadores, quienes las trasladaban en camión y las armaban y tejían en el lugar de destino.

Así, las sillas llegaron a Huancavelica, Ayacucho, Huánuco, Cerro de Pasco y toda la selva central, abarcando Satipo, Pangoa, La Merced, Pichanaqui y Tingo María. Lima era el principal, destino, donde se vendían más de 500 sillas a la semana.
En la actualidad, los artesanos también venden sus sillas a restaurantes y recreos turísticos del departamento de Junín, y continúan teniendo presencia en las ferias dominicales de las capitales de provincias de este departamento.
Asimismo, las ventas también se dieron a nivel internacional, pues en 1996, el entonces alcalde de Saño, Celso Salvador Dávila, se alió con la Asociación de Exportadores (ADEX), institución que logró un convenio con el Fondo Contravalor Perú Francia para fortalecer las capacidades de los artesanos.
Durante 6 meses, profesores de la Escuela Nacional de Bellas Artes fortalecieron las capacidades en técnicas de tallado en madera, acabado y pintado con el fin de elevar los estándares de calidad de los productos.
Los beneficiarios fueron Alejandro Contreras, de Artesanías El Zorro; Gumercinda Contreras, de Artesanía Catalina Huanca; y Gregorio Contreras, de Artesanía Contreras, quienes fueron seleccionados en un concurso local. Así, se exportó, con destino a París, un cargamento de más de 100 unidades, compuesto por sillas, sillones y juegos de comedor.
En cuanto a los impactos de la tradicional fabricación de esta silla en Saño, en 1999 se fabricó la silla artesanal más grande del mundo, la cual tenía cinco metros de alto, por cuatro de ancho. El tallado y el diseño fueron hechos por los maestros de artesanías El Zorro, Catalina Huanca, entre otros.
Semana Santa
También, la celebración por la
Semana Santa en Saño es un espacio de difusión de estos conocimientos tradicionales, ya que se organizan concursos de tejedoras silleteras. Cabe mencionar que, desde el año 2003, existe la “Danza del silletero”, la cual nació en el anexo de San Roque, en el distrito de Saño.
Danza del silletero
Esta danza, inspirada en el Huaylarsh antiguo, representa el proceso de producción de la silla, desde el corte del tronco hasta el tejido de la silla. Los danzantes muestran la materia prima, la madera tallada y la totora, además de las herramientas, como la azuela y la comba. Finalmente, muestran el torno y una silla fabricada.
Lo expuesto pone en evidencia la antigüedad de los procedimientos característicos de la producción silletera en el actual distrito de Saño, los que se mantienen y conviven con la introducción de nuevos materiales y tecnologías contemporáneas que agilizan la producción, así como nuevas rutas de comercialización a nivel regional, nacional e, incluso, internacional.
También se evidencia que se preservan diseños y técnicas de tejido tradicionales, todo lo cual constituye conocimientos y saberes que se transmiten a nivel intrafamiliar. Así, la producción de sillas artesanales en Saño involucra no solo una actividad económica, sino que forma parte de la identidad cultural de los pobladores de este distrito, pues es una labor que les destaca entre otros distritos.
Valor cultural
Todas estas cualidades otorgan gran valor y particularidades a la elaboración de las sillas artesanales de Saño, tanto a nivel material por la calidad y perdurabilidad de los objetos producidos, como por la importancia de la transmisión del conocimiento tradicional por generaciones, mediante el ejemplo.
Además, la producción silletera fomenta la cohesión de la familia, siendo el trabajo colectivo la forma de mantener el referido conocimiento, si bien los varones se dedican a las labores de carpintería, mientras que las mujeres se especializan en el tejido con fibras vegetales.
Actualmente, existen quince familias dedicadas a la elaboración de estas sillas en Saño, la mayoría ubicadas en el anexo San Roque de Malayo, mientras que una menor proporción en el anexo de Ilish-Pichacoto. Esta acotada cantidad de portadores de estos conocimientos es también una razón para alentar la salvaguardia de sus prácticas artesanales, que podrían eventualmente entrar en riesgo de desaparecer.
Informe quinquenal sobre el estado de la expresión cultural
La norma legal encargar a la Dirección de Patrimonio Inmaterial, en coordinación con la Dirección Desconcentrada de Cultura de Junín y la comunidad de portadores, la elaboración cada cinco años de un informe detallado sobre el estado de la expresión declarada, de modo que el registro institucional pueda ser actualizado en cuanto a los cambios producidos en la manifestación, los riesgos que pudiesen surgir en su vigencia, y otros aspectos relevantes, a efectos de realizar el seguimiento institucional de su desenvolvimiento y salvaguardia, de ser el caso.
El dispositivo legal lleva la firma de la viceministra de Patrimonio Cultural e Industrias Culturales, Sonaly Tuesta Altamirano.
(FIN) LZD/MAO